Cuando se dice que el castrismo ha causado y causa daño antropológico al pueblo cubano probablemente muchos se preguntan qué significa eso exactamente.
El término viene de antropología, palabra formada por los vocablos griegos “anthropos” (ser humano) y “logos” (conocimiento). Es la ciencia que estudia las características físicas, psicológicas y culturales del ser humano.
Hay daño antropológico cuando además del deterioro social, económico y cultural en un país, hay daño a la condición humana y la persona pierde la conciencia de sí misma como constructora de su destino. No es capaz de pensar de manera independiente para evaluar la realidad. Repite lo que le han sembrado en su cerebro. No es ella misma, sino otra que ha sido moldeada para hacer y pensar de una manera dirigida.
En Cuba cuando uno escucha “todo lo que tengo se lo debo a la revolución”, o habla de los “logros de la revolución”, o afirma que la escasez de todo es culpa de otro gobierno (EEUU) y no el de su propio país, que impuso el comunismo, esa persona ha sufrido daño antropológico.
Porque ni tiene realmente nada, ni hay tales logros sino pobreza y hambre, ni es el embargo responsable del desastre nacional. El daño humano en Cuba tiene básicamente tres fuentes: 1) el sistema de educación, 2) el bombardeo incesante de propaganda y desinformación en los medios de comunicación, y 3) los discursos oficiales.
Entre todos generan lo que José Ortega y Gasset llamaba el “hombre masa”, aquel “cuya vida carece de proyectos y va a la deriva…y por eso no construye nada”. O sea, se trata de aquellos que pierden la capacidad de pensar con cabeza propia y por eso se les han oxidado las neuronas o se les han extraviado por caminos equivocados de consignas y clichés .Es como si les hubiesen dañado físicamente el cerebro
Y eso es a veces irreversible. Por ejemplo en Cuba hay muchos ancianos que pese a estar en la miseria continúan alabando a la “revolución” como en los años 60. Ya no son capaces de usar sin miedo su inteligencia y razonar con criterio independiente.
Entre las máquinas de lavado de cerebro sobresalen las escuelas y universidades. Desde que el niño aprende a leer tiene que jurar cada mañana “pioneros por el comunismo, seremos como el Che”. Luego viene la increíble tergiversación de la historia de Cuba y del mundo.
Durante 61 años la enseñanza castrista se ha dedicado a inculcar el desprecio a los valores de la cultura occidental, la democracia y las libertades del ciudadano moderno. Y a glorificar la dictadura. Hoy nadie se escandaliza cuando niños y adolescentes gritan a los disidentes: ¡“Abajo los derechos humanos!”.
Gran estafa, mala calidad, y corrupción rampante
Todo el sistema de educación castrista fue y es una gran estafa que no fue visible mientras la Unión Soviética la financiaba (y a todos los demás sectores del país), con subsidios. Pero se acabó el dinero soviético y salió a flote el engaño. Decenas de miles de profesores abandonaron las aulas y fueron sustituidos por “maestros emergentes”.
Hoy el sistema de enseñanza en la isla, de muy baja calidad, es posiblemente el más deficiente, destartalado y corrupto del hemisferio. Con regalos al “profe” los alumnos son aprobados fraudulentamente. A mil años luz de la ética que había antes de 1959.
Los jóvenes graduados en los distintos niveles y especialidades de educación apenas saben expresarse coherentemente. Emplean una jerga ininteligible y tienen un vocabulario reducidísimo. Articulan las palabras en forma primitiva, o mutiladas y no se les entiende bien. No leen, ni pueden escribir dos párrafos sin cometer faltas de ortografía garrafales.
Adolescentes, incluyendo hembras, gritan en la calle obscenidades que antes ni un “carretonero” se atrevía a pronunciar. Muestran asombrosa ignorancia en materia cultural, social y política. Solo saben lo que ven en Facebook, o en el teléfono móvil. Rechazan a Martí, Maceo, o Céspedes, y no quieren ni escuchar la palabra Patria.
Por otra parte, la violencia gangsteril, la intolerancia, la agresión verbal, la difamación, y los insultos instaurados en la cultura nacional por Fidel Castro, el creador de los fascistas mítines de repudio, se enraizaron en el tuétano de la sociedad cubana. Eso ha agravado el daño antropológico.
Hoy en Cuba pululan los jóvenes violentos con conductas marginales. Muchos ex pioneritos son carteristas o “arrebatadores”. Tumban violentamente al piso a cualquier anciana para llevarle su bolsa o jaba.
Conclusión, ese atropello antropológico, esa agresión a la condición humana cometidos por la sexagenaria dictadura castrista es lo que explica la lamentable pérdida de valores éticos, morales, culturales y existenciales, en buena parte de la sociedad cubana.
Y es ese el daño de los hermanos Castro al pueblo cubano que más tiempo tardará en ser reparado.