El 11 de julio de 2021 marca un antes y un después en Cuba. Nada podrá ser igual en la isla caribeña luego del monumental estallido social y político ocurrido el domingo pasado. Ese día pasará a la historia como el punto de inflexión que marcó el principio de fin del castrismo-comunismo en el país.

El pueblo, que no puede votar en las urnas, votó en las calles, y de qué manera: ¡BASTA YA!  Inundó las calles en toda la isla no para protestar por la escasez de alimentos, medicinas, los altos precios o los bajos salarios, sino para exigir a gritos “Abajo la dictadura”, “Libertad”, “Abajo el comunismo”, “No tenemos miedo”, “Sí se puede”, y gritos directos contra el mismísimo jefe de Estado y gobierno, y del Partido Comunista, Miguel Díaz-Canel.

La mayor rebelión antigubernamental en la historia de Cuba

Fue toda una rebelión POLÍTICA nacional sin precedentes por su espontaneidad y su enorme magnitud. No fueron las más impresionantes de las últimas décadas en la isla, como afirman casi todos los medios, sino las mayores protestas antigubernamentales en toda la historia de Cuba. No hubo jamás nada parecido durante las dos guerras de independencia, ni cuando las dictaduras de Gerardo Machado (1929-1933) y la primera de Fulgencio Batista (1934-1940). Y el autor de este artículo tiene edad suficiente para recordar que, en los años 50, en la segunda dictadura de Batista, no hubo manifestaciones tan masivas y mucho menos en tantas ciudades a la vez para exigir el fin de aquel régimen.

La rebelión del 11 de julio, como estallido social, fue espontánea. La incontenible presión hizo explotar la caldera social, pues los vividores jerarcas dictatoriales en vez de extraerle presión lo que hicieron con la Tarea de Ordenamiento fue agravar la crisis nacional.

La noticia de la gente en las calles en San Antonio de los Baños se regó como pólvora por la internet. Funcionó el efecto dominó. Se inundaron de pueblo las calles de al menos 45 ciudades. En algunos videos se oye a manifestantes animar a vecinos a salir de sus casas y efectivamente se incorporan. Así fueron creciendo las marchas callejeras.

MAPA REPORTAJE REALIZADO POR DIARIO DE CUBA DE VARIAS DE LAS PROTESTAS DE JULIO 11 2021

El desafío popular fue muy superior a lo que esperaba la dictadura

Pero la explosión social no se produjo como seguramente esperaban Raúl Castro y su mafia. No solo fue gigantesca, sino con objetivos políticos y no solo sociales. Los manifestantes apuntaron directamente al poder, la fuente de la crisis, y no a sus consecuencias sociales (hambre y miseria).

Exigieron el fin de la tiranía comunista, conscientes de que son el comunismo y el castrismo la causa de todos los males. Por eso una de las mayores concentraciones tuvo lugar frente al emblemático Capitolio Nacional, otrora símbolo de la democracia en Cuba.

Que se vayan, no los queremos

O sea, fueron las “masas”, que tanto elogiaba hipócritamente Fidel Castro, las que aplicaron esta vez correctamente sus propias palabras y dijeron a los jerarcas fascistas y anticubanos de la élite dictatorial “que se vayan, no los queremos, no los necesitamos”. ¿Pudo alguien imaginarse que al todopoderoso y siniestro comandante Ramiro Valdés le gritarían “asesino” en su cara cientos de enardecidos cubanos y que él tuviera que huir del lugar?

La gente salió a las calles pese a la pandemia del Covid-19 que se expande sin control en la isla por culpa también del régimen, porque como explicaba un cartel en una manifestación “el gobierno es peor que el virus”.

Nunca se imaginaron a tanto pueblo desafiando al poder castrista

La sorpresa que tuvo la pandilla mafiosa que usurpa el poder fue colosal. Nunca imaginaron que el pueblo se “atrevería” a tanto. Asombrados pudieron escuchar en los videos los gritos de “No tenemos miedo”. Un desafío insólito al tenebroso aparato represivo de la tiranía.

El temor ahora es el de los opresores, como lo evidenció la “guapería” de Miguel Díaz-Canel en la TV cubana cuando llamó a la guerra civil, lo único que no puede hacer jamás el jefe de Estado de un país. Sin duda por orden de Raúl Castro, Díaz-Canel acudió al discurso numantino fidelista y repitió: “tienen que pasar por encima de nuestros cadáveres”, y “estamos dispuesto a todo“.  Y culpó de lo sucedido a un gobierno extranjero (EE.UU) y llamó a los manifestantes delincuentes y mercenarios.

La orden de masacrar la dio el verdadero dictador: Raúl Castro

Por cierto, a quienes dudan o niegan que sigue siendo el general Castro el dictador vale este dato. Al día siguiente de las marchas multitudinarias tuvo lugar una reunión del Buró Político y “curiosamente” no fue convocada ni presidida por su Primer Secretario, Díaz-Canel, sino por Raúl Castro, quien no es miembro del BP ni ostenta cargo alguno en el gobierno, el Estado o el PCC.

En esa reunión se “amarraron” los detalles para lanzar la ola represiva más brutal, sanguinaria y masiva que se recuerde en la isla desde los tiempos coloniales. Se militarizaron calles y plazas con tropas fascistas de asalto. Arrestan y balean ciudadanos en su propia delante de sus hijos pequeños. Entregan palos a civiles traidores a su pueblo para que golpeen a  otros cubanos. Obligan a militantes del PCC   y otros trabajadores a unirse a las hordas represivas, o pierden sus empleos.

El castrismo se quitó la careta. Ahora se muestra tal cual es, fascismo químicamente puro.   Raúl Castro y su jauría para aferrarse al poder acuden a sus esbirros más letales, émulos de las camisas negras y pardas de Mussolini y Hitler. Eso hay que pararlo, y es aquí donde debe entrar en escena la comunidad internacional. Pero eso debe ser analizado por separado.