Si a José Gómez Mena, Julio Lobo, los hermanos Fanjul, o los Falla Gutiérrez, los productores de azúcar más poderosos del país y del mundo en los años 50 les hubiesen dicho que Cuba tendría que importar más de un millón de toneladas de azúcar –incluso desde Estados Unidos– se hubiesen desternillado de la risa con el chiste.
Pero la broma devino realidad. Desde 2001 La Habana ha importado más de un millón de toneladas de azúcar en distintos países para cumplir sus compromisos de exportación y cubrir el consumo doméstico. O sea, Cuba perdió su condición de exportador neto (país que solo exporta y no importa) de azúcar, luego de serlo durante 200 años.
En 2001 los cubanos vieron sorprendidos que el azúcar que les daban en la bodega procedía de Brasil, país al que Cuba le compró 384,204 toneladas entre 2001 y 2006, según informó Brasilia. También importó 425,609 toneladas de Colombia entre 2002 y 2006, otras 50,000 toneladas a Bielorrusia, y tonelajes no precisados a EE.UU y República Dominicana. En 2018 compró a Francia 40,000 toneladas de azúcar de remolacha.
Todo porque la agroindustria cañera- azucarera, corazón del campo cubano desde fines del siglo XVIII, fue confiscada a sus legítimos propietarios, y estatizada.
Y no hay que hacer mucha historia de cómo los Castro destrozaron la más lucrativa actividad económica cubana. Para evaluar lo que significa el socialismo basta detenerse en los rendimientos agrícolas. En Cuba, según cifras oficiales, desde 1967 el promedio de rendimiento oscila entre 24 y 42 toneladas de caña por hectárea, la mitad o menos del promedio mundial (70-72 toneladas).
Cuando Cuba entró en el CAME (1972) y Moscú la convirtió en su azucarera envió miles de millones de dólares a la isla en maquinaria, camiones, fertilizantes, pesticidas, combustibles e insumos de todo tipo. Pero por ser una labor estatal, los rendimientos continuaron siendo muy pobres. El mayor obtenido (record castrista) se logró en 1989 con 64.1 toneladas por hectárea en 1989, ocho toneladas menos que el promedio mundial.
Al desaparecer la URSS se desplomaron. Desde 1993, hasta 2001 el promedio fue de 35.8 toneladas de caña por hectárea, según las estadísticas oficiales. Y luego ha habido varias zafras con rendimientos de 24, 28 y 31 toneladas por hectárea.
¿Y si la agroindustria cañera-azucarera fuese privada?
Con propiedad privada Cuba era el país líder latinoamericano indiscutible cañero y azucarero. Hoy es Perú, con hasta 128 toneladas de caña por hectárea, según la FAO. Guatemala y Colombia, obtienen entre 93 y 120 toneladas; Brasil (80-90); El Salvador (83), Honduras (70); México (75-85). El colmo es que naciones africanas muy pobres superan ampliamente a Cuba: Senegal (117 toneladas), Malawi (107), Zambia (104), Chad (102), Burkina Faso (101); y Etiopía (99).
Con la agroindustria cañera-azucarera en manos privada no se hubieran desmantelado 95 de las 156 fábricas azucareras, ni reducido la superficie cañera de 2 millones de hectáreas a 750,000. Los colonos (propietarios de plantaciones de caña) cubanos obtendrían rendimientos nunca inferiores a los del resto de Latinoamérica y Africa.
La producción azucarera podría oscilar entre 6.5 y 7. 5 millones de toneladas. Descontando unas 800,000 toneladas para el consumo nacional se podrían exportar 6.2 millones de toneladas, que al precio de 14 centavos la libra que tenía en enero de 2020, antes de la pandemia, aportarían al país $ 2,000 millones de dólares y no los $123 millones que obtuvo el régimen al exportar apenas 400,000 toneladas en la última zafra.
Lucrativa industria de etanol y derivados de la caña
Y si se hubiese destinado el 50% de la caña a producir etanol como biocombustible y no azúcar, como hace hoy Brasil, y con el mismo rendimiento brasileño de 7,500 litros por hectárea de caña, en un millón de hectáreas una Cuba capitalista habría producido 7,500 millones de litros, que exportados a $0.63 el litro (precio en Brasil) le habrían reportado $4,725 millones de dólares a la isla, que sumados a $1,000 millones por la exportación de 3.1 millones de toneladas de azúcar, sumarían $5,725 millones.
Hay más, por cada tonelada de caña se producen unos 264 kilogramos de bagazo. Sin castrismo Cuba tendría una gran industria de derivados de la caña. Estaría suministrando al mercado nacional, y exportando, papel, madera de bagazo para la construcción, muebles, fertilizantes, medicamentos. Y generando electricidad. Se obtendrían miles de millones de dólares adicionales.
Y más aún, con mayor producción de caña y azúcar, habría más miel, o melaza, la materia prima para elaborar el mejor ron del mundo, con Bacardí al frente y con su sede natural en La Habana, no en Bermudas, o Puerto Rico.
¿Hace falta más para exigir que el campo cubano deje de seguir siendo asfixiado por el comunismo?