Se vendió por un plato de lentejas. Es una expresión que todo el mundo conoce, viene de la Biblia. Los “espontáneos” de la tángana del parque Trillo, a la que “por casualidad” apareció Díaz Canel (preocupado porque dijeran que no eran “espontáneos”) los compraron con una merienda.
A pesar de que la convocatoria inicial remarcaba que los participantes en el Tángana habían planificado el encuentro de forma “espontánea”, los alrededores del parque Trillo estaban custodiados por un fuerte operativo de la Seguridad del Estado, además de ómnibus y autos estatales que transportaron a muchos de los asistentes.
Entre los varios centenares de personas que participaron en el acto en Centro Habana, también se encontraban algunos trabajadores con sus uniformes de entidades estatales, como los empleados de la Empresa Constructora de Obras de Arquitectura (Ecoa), frecuentemente utilizados por el Gobierno para este tipo de eventos públicos.
Lo cierto es que en el desierto de FaltaJama hay quien se vende por un plato de lentejas… perdón, por una merienda reforzada.