La Constitución socialista y el Partido Comunista de Cuba hablan pomposamente de la “moral socialista”. Veamos algunas facetas de esa moral que tanto machaca en su propaganda el régimen castrista.
El Estado “revolucionario” paga los salarios en moneda nacional, pero vende en dicha moneda únicamente algunos pocos alimentos y productos mediante una cartilla de racionamiento que apenas alcanzan para 10 días, con suerte. Para los demás alimentos y productos esenciales, y también los que faltan para los otros 20 días del mes, se exige el pago en divisas, básicamente dólares que ni el gobierno vende a la población, porque no los tiene, ni los vendería tampoco si los tuviese.
O sea, el improductivo modelo económico castrista es incapaz de generar divisas suficientes con sus exportaciones. No obstante, la mafia militar propietaria del comercio minorista lo cobra casi todo en dólares, una moneda a la que el 60% (6.8 millones de personas) de la población no tiene acceso regularmente, o nunca, según reportes independientes de economistas residentes en la isla.
Chantaje a los cubanos de la isla y del exterior
Y es que la mafia militar que exige divisas (con la cuales vive la “dolce vita”) pese a que el país es incapaz de generarlas, está chantajeando a los cubanos todos, los que residen en Cuba y los del exterior, pues sabe que la “gusanera” allende los mares no va abandonar a sus familiares en Cuba al hambre, la miseria y enfermedades que sufrirían si no les envían dólares.
Otra muestra de la “moral socialista” es el cuento de caminos de que con la subida de salarios con motivo de la Tarea de Ordenamiento (TO) las familias cubanas cubren los gastos de la canasta básica familiar y que nadie quedará desamparado.
Falso. En primer lugar, hay en el país tres millones de desempleados que obviamente no recibirán aumentos de salarios y que en la práctica están desamparados, pues el Estado no se ocupa de ellos. Por otra parte, el salario mínimo de 2,100 pesos (87 dólares) y la pensión mínima de 1,528 pesos (64 dólares) para los jubilados, ni tampoco los salarios nominalmente superiores del resto de los trabajadores alcanzarán para costear la canasta básica. Ni tampoco alcanzarán sus menguados ingresos a los cuentapropistas.
Solo podrán acercarse un poco a adquirir lo necesario quienes reciben remesas en dólares y los que obtienen ingresos adicionales “por la izquierda” y puedan compran dólares en el mercado subterráneo.
De los casi 7 millones de ciudadanos que no reciben divisas son pocos los que podrán comprar dólares en la calle. Porque los tienen que pagar ahora a una tasa “callejera” de entre 35 y 40 pesos por cada dólar y no a la tasa oficial de 24×1. Y eso por ahora. Más adelante el dólar costará más.
El régimen reduce los salarios al exigir divisas
En fin, el régimen reduce los salarios porque obliga a los trabajadores a desprenderse de buena parte de sus sueldos para comprar los dólares, y a sobreprecio. Es decir, el monto nominal de los salarios es en verdad una engañifa.
Un jubilado que no recibe dólares tiene que soltar al menos 1,000 pesos de su pensión para adquirir unos 28 dólares; y un trabajador tampoco agraciado con remesas y con salario mínimo tiene que desprenderse de unos 1,300 pesos (un 62%) para comprar 37 dólares. Y eso suponiendo que ambos paguen solo 35 pesos por cada dólar.
Necesitan ese dinero extranjero “sangreao” para poder completar la compra de los alimentos que no le alcanzan para el mes por la libreta, y los productos esenciales “liberados”, como jabón, pasta dental, detergente, puré de tomate, aceite, champú, y otros.
El colmo es que al comprar dólares donde aparezcan los ciudadanos se exponen a grandes multas o ir a la cárcel hasta por cinco años, por el delito de “tráfico ilegal de moneda nacional, divisas, metales y piedras preciosas”, según establece el Código Penal dictatorial. También van presos si les detectan una transferencia bancaria sospechosa de cambio de dólares entre extranjeros y cubanos en la isla.
Empujados a la clandestinidad para sobrevivir
Además, no solo los asalariados, pensionados y desempleados quedan colgados de la brocha con la Tarea de Ordenamiento, sino los cuentapropistas, quienes no solo no aumentan sus ingresos porque no son asalariados, sino que tendrán ahora menos clientes pues tienen que subir los precios para cubrir los costos muy superiores ahora con la reunificación monetaria. Y de contra son amenazados con el cierre de su negocio si suben los precios.
Hace unos días Belinda González Bravo, quien lleva la contabilidad de una de las pizzerías privadas más populares de La Habana, le dijo a un periodista independiente; “el sector privado tendrá que seguir arriesgándose en el círculo de lo informal“.
Belinda quiso decir que operarán por la libre en el mercado negro y subirán los precios para obtener una ganancia mínima. Pero todo ello hasta que se presente la policía y cierre el negocio por “actividad económica ilícita.”
Todas estas son elocuentes expresiones de la “moral socialista.”