Imaginemos que en medios de comunicación estatales en Cuba reciben de una agencia noticiosa internacional, un reportaje sobre una profesora de una escuela de arte en Brasil con una hija de 10 años que improvisó una casucha pequeñita para tener un techo, y ahora el gobierno la va a derribar porque es “ilegal”.
Ese reportaje saldría publicado junto con un ataque al gobierno “pro-yanqui” de Jair Bolsonaro por causar pobreza y ensañarse con esa infeliz familia desamparada.
En Cuba, sin embargo, ningún medio estatal se da por enterado y lo ignora, como hace con los miles de familias pobres cubanas que constantemente son desalojadas de sus viviendas, como el caso reciente reportado por “14ymedio”.
Quiso hacerlo legalmente y ni repuesta le dieron
En Santiago de Cuba, Yaneysi Dupuy, de 38 años, estuvo durmiendo en la sala de la casa de su abuela desde 2008, y también su hija desde que nació en 2010, hasta 2020. Ella hizo infinitud de solicitudes legales para acceder a una parcela estatal, pero nunca le dieron respuesta.
Al fin encontró un lugar para improvisar una casita precaria y pequeñita en un terreno estatal abandonado que se había convertido en un basurero. Luego de limpiarlo, ella y otras familias levantaron varias casuchas con materiales recogidos de las calles. A fines de 2020 para allí se fueron a vivir Yaneysei y la niña.
Pero hace unos días un burócrata del gobierno santiaguero le dio 72 horas de plazo para que abandonara la casita, pues la van a derribar por “ilegal”. Ella se negó a irse y la multaron con 500 pesos ($21 dólares). Luego le pusieron otra multa de 1,000 pesos ($47) y la amenazaron con otra de 1,500 pesos ($62) y así sucesivamente hasta que se vaya.
“La demolerán conmigo adentro…”
“No se fijó (el inspector) en las condiciones en que estoy viviendo con una niña chiquita, que no tengo dinero ni para comer y cómo voy a pagar una multa de 500 pesos”, explicó Yaneysi. “No puedo desbaratar esto, porque ¿dónde voy a dormir con mi hija?”. Y aclaró: “No tengo baño, no tengo nada, pero aun así, en este pedacito, cuando yo cierro mi puerta, puedo aunque sea descansar”.
Y el inspector brutalmente le dijo: “lástima que tus tejas están muy bonitas porque te las vamos a desbaratar’. Ella le contestó: “Bueno ustedes la demolerán conmigo dentro. Cerraré la puerta de mi casita con mi niña dentro”.
¿Una “vivienda decorosa” para cada familia cubana?
Fidel Castro al entrar en La Habana en 1959 reiteró la promesa hecha en el Moncada y en la Sierra Maestra de construir una “vivienda decorosa” para cada familia, eliminar los barrios insalubres marginales (mencionó el de Las Yaguas en La Habana, San Miguel del Padrón) y prohibir los desalojos de familias.
Pero “su” revolución multiplicó los barrios insalubres, ha causado la peor crisis habitacional desde los tiempos coloniales, y ha incrementado exponencialmente los desalojos de familias pobres.
Hoy en Cuba hay un déficit de 1.2 millones de viviendas, al menos 7.1 millones de cubanos habitan en inmuebles en mal estado, muy deteriorados, o a punto de derrumbarse. O no tienen ninguno. Unas 600,000 personas viven en barrios insalubres, con aguas negras, ratones, basureros, sin agua potable.
Se derriban miles de viviendas rústicas “ilegales”
El Instituto de Planificación Física (IPF) reveló que en 2017 en el país se detectaron 127,693 “ilegalidades urbanísticas” (viviendas pobres improvisadas) y se derribaron 48,809. En 2018 fueron detectadas 115,847, y en 2019 la cifra fue de 110,200 “ilegalidades” existentes. No se informó cuántas fueron destruidas, y no hay datos de 2020.
Del presente año 2021 ya Planificación Física informó oficialmente que solo en La Habana en el mes de enero se detectaron 929 viviendas “ilegales”, de las cuales 703 ya fueron destruidas en los municipios Plaza de la Revolución (236). Habana del Este (227), Guanabacoa (182) y el Cerro (58).
Una causa clave de esta desgracia nacional es que el Estado socialista, ahora quebrado financieramente, mantiene el monopolio de la industria de materiales de construcción y no permite empresas privadas constructoras. Autoriza que familias construyan ellas mismas sus viviendas, pero no les entrega materiales suficientes, porque produce muy poco y dedica el grueso a viviendas para los militares y edificaciones para el turismo.
Sin un sector privado seguirán desalojos de muchas Yaneysi
En los años 50, con “explotación capitalista”, Cuba tuvo un boom constructivo que incluyó edificios de apartamentos y cientos de miles de casas, que hoy siguen siendo las mejores del país. Pero el socialismo castrista prohíbe la libre empresa. Encima, con los pocos recursos se construyen barrios enteros con viviendas ya equipadas solo para militares, porque son ellos quienes sostienen al dictador y su claque.
Conclusión, sin un sector privado que construya libremente y un sector financiero privado que otorgue préstamos hipotecarios para edificarlas o comprarlas, la crisis habitacional de Cuba empeorará sin remedio.
Porque ¿les importa a los jerarcas castristas, atrincherados en sus mansiones millonarias, si Yaneysi y su niña son echadas a la calle y les destruyan la casita que al fin pudieron levantar ellas mismas?