Por incapaces y depredadores que sean y por más lejos que estén de la realidad que vive el pueblo cubano, Raúl Castro y su entorno de generales y comandantes “históricos” saben que no es posible poner fin a la escasez de todo, el hambre y la pobreza tipo africana en la isla si no se liberan las fuerzas productivas.
Sin embargo, están haciendo justamente lo contrario. Todo apunta a que si bien el sector privado con la Tarea de Ordenamiento (TO) no va a desaparecer del todo como ocurrió cuando la “Ofensiva Revolucionaria” de 1968, sí se va a achicar, exactamente lo opuesto a lo que necesita la nación de manera desesperada.
O sea, no solo están impidiendo que el sector privado se expanda y se haga cargo de la economía para acabar con la crisis agobiante que azota a los cubanos y emprender la reconstrucción del país, sino que lo quieren reducir de tamaño. Eso en buen castellano se llama canallada.
Tendrán que cerrar “porque no les dará la cuenta”
El régimen ha aumentado los salarios en 4.9 veces, pero ha multiplicado por 7 y hasta 22 veces los precios y tarifas en los servicios de electricidad, gas y agua, y de los alimentos, el transporte, los medicamentos y otros productos de primera necesidad. Con ese aumento del costo de la vida, y de los insumos que necesitan, miles y miles de cuentapropistas tendrán que cerrar sus negocios. Y sin muchas esperanzas tampoco de tener éxito en el mercado negro, pues los costos igualmente serán muy elevados.
El sociólogo y asesor de trabajadores privados, Ángel Rodríguez Pita, expresó a Radio Martí en La Habana que los dueños de pequeños paladares, cafeterías y otras modalidades gastronómicas están ya en crisis. “Hay muchos negocios particulares –dijo– que tendrán que cerrar definitivamente porque no les dará la cuenta. Yo dije que el proceso sería un caos, y ya el caos se armó desde el primer día”.
Para los que tienen restaurantes, cafeterías, bares, panaderías, elaboradores de embutidos, y otros negocios, el costo del gas es clave. Y ahora el precio de ese combustible se multiplicó varias veces, Por ejemplo, por cada botellón de gas de 25 kilogramos el emprendedor tiene que pagar 532 pesos (22 dólares). Y claro, los propietarios no quieren perder clientes por baja calidad en sus servicios y no pueden disminuir el consumo de gas y tendrán que asumir ese enorme costo en su contabilidad, si es que el negocio sigue siendo rentable.
Esos cuentapropistas y los que ofrecen servicios de piscina, lavado de coches, rentan viviendas a turistas, o los vendedores de peces, serán muy golpeados, pues el agua que consumen, de siete pesos al mes por metro cúbico antes, ahora tiene una nueva tarifa de hasta 21 pesos por metro cúbico por consumidor al mes.
“La materia prima estará más cara que el precio de venta”
Yoel Espinosa, quien tiene una cafetería en Santa Clara, señaló que muchos cuentapropistas no han abierto sus negocios “desde el inicio de la Hora Cero (…) si al final no logramos un acuerdo justo con las autoridades, tendremos que cerrar, porque la materia prima estará más cara que el precio de venta nuestro y eso dejará pérdidas”.
Para Pedro Acosta, dueño de la paladar Doña Ceci en el reparto Casino Deportivo, La Habana, los grandes restaurantes relacionados con GAESA, los de familiares de la cúpula militar y de dirigentes políticos son los que van a sobrevivir y “no los emprendedores que abrieron un negocio desde cero, sin apoyo, y que gestionan de manera autónoma.”
Y ahí está el detalle. Un claro propósito estratégico de la actual terapia de choque dictatorial es consolidar el modelo de capitalismo de Estado, militar y mafioso, que Raúl Castro quiere dejar listo cuando formalmente entregue su cargo de Primer Secretario del PCC en abril próximo.
Militares quieren ser monopolio en el “área dólar”
Los militares castristas no quieren que la iniciativa privada les haga competencia en el “área dólar”, que ellos controlan por completo, pero en la que operan también miles de emprendedores que tienen restaurantes, cafeterías, rentan casas o habitaciones a turistas, son taxistas privados, guías turísticos privados, tienen pequeños quioscos, etc.
Mientras tanto, a la mafia castrense le importa un comino la suerte de los cubanos de a pie, que ya sabe perfectamente que en Cuba no hay revolución alguna y que son tiranizados por un grupo de militares millonarios que manipulan el poder y la economía como una mafia.
Esos generales, coroneles y comandantes esperan que si Washington levanta las sanciones y la vacuna contra el Covid-19 acaba con la pandemia y se normaliza la llegada de turistas a la isla, y aumenta el monto de las remesas de la “gusanera” en EE.UU. se enriquecerán más y podrán también importar más alimentos y productos para bajar la temperatura tan alta que tiene hoy la caldera social.
Craso error de esos apandillados. De no abrir la mano en el más breve plazo posible esos planes mafiosos no se cumplirán. Nadie sabe cómo, ni cuándo, pero no se cumplirán.