La salida oficial de Raúl Castro como líder del Partido Comunista de Cuba (PCC) ha generado —como ocurrió con su salida formal de la presidencia del Estado y del Gobierno cubano hace una década— una gran expectativa en la prensa internacional. Los titulares anuncian el cambio formal de liderazgo en el PCC como un hito que marcará una nueva era en la historia del país, con un cambio generacional que para muchos modificará la manera de gobernar.
Sin embargo, los cubanos de a pie no se dejan engañar y se sienten defraudados una vez más de un congreso lleno de consignas, sin que haya un plan para resolver la crisis general que hay en Cuba.
La reconcentración fue un método y una política utilizada por el general Valeriano Weyler adoptada a partir del 16 de febrero de 1896 para aniquilar militarmente el levantamiento independentista cubano de 1895. Consistía en aglomerar de manera forzosa a los campesinos en poblados cercados, con el fin de aislar a los insurrectos de su medio natural evitando que pudieran recibir ayudas. La medida creó una situación compleja al no poder suministrar alimentos a estas poblaciones con graves condiciones de insalubridad que experimentaron hambrunas y epidemias, tanto en los soldados españoles como en la población civil, volviéndola altamente impopular.
No es casualidad que los cubanos del siglo XXI comparen a Raúl Castro con Valeriano Weyler.