“Patria” es José Martí y es Cuba en su más plena definición simbólica.
Este 14 de marzo, “Patria” está cumpliendo 130 años y sigue siendo un faro, un motivo de reafirmación cubana, patriotismo, sabiduría, eficacia comunicativa y cultura. La fecha se ha instituido como “Día de la Prensa Cubana” en nuestro país, donde las faenas periodísticas permanecen adulteradas desde 1960, pero la celebración pertenece a todos los que aspiramos a revitalizar la función regeneradora de la profesión, reinstaurar la transparencia y el acceso a la información, y recuperar el espacio público que le fue cancelado a la comunicación en Cuba hace 62 años.
Es importante recordar a “Patria” como una obra del altruísmo independentista y del compromiso de los exiliados, porque parte de la propaganda oficial es desvirtuar el papel de las personas honestas y anónimas que desde fuera del país, a causa de destierros y exclusiones, han contribuido históricamente a las obras fecundas de la cubanidad. El periódico se sostuvo financieramente, desde su aparición hasta el cierre del 31 de diciembre de 1898, gracias al aporte de los tabaqueros de Tampa y Key West (por entonces la ciudad más poblada de Florida), intelectuales cubanos y puertorriqueños residentes en Nueva York.
“Nace este periódico, a la hora del peligro, para velar por la libertad, para contribuir a que sus fuerzas sean invencibles por la unión, y para evitar que el enemigo nos vuelva a vencer por nuestro desorden”, escribe Martí en un artículo del número inaugural de “Patria”, bajo el título de “A nuestra prensa”.
De todas las misiones y previsiones contenidas en ese párrafo de fundación me gusta detenerme en la observación del desorden nacional que nos sigue arrastrando como seres cubanos y que implica también una conducta responsable en la profesión periodística, profundamente lastimada y en serio peligro de degeneración ante la pandemia de superficialidad, intrusismo e insensatez de nuestros días.
No pierdo de vista que ante el control, la censura y la desfachatez oficial, el periodismo independiente dentro y fuera de Cuba está librando una batalla notable por la información y el debate público, que es -y debe ser- algo mucho más consistente que filtraciones y tánganas sin fundamentación en las redes sociales.
Sin embargo, habrá mucho que hacer, en Cuba y en la diáspora, por normalizar y reactivar una práctica periodística regida por las garantías democráticas para el acceso a la información, con un sentido de modernidad y tecnologización máximas, pero también enraizada en una tradición ahora en fuga.
En esta apuesta de porvenir -incierta pero inevitable- es que la remembranza de “Patria” cobra una dimensión aleccionadora para quienes aún tenemos la osadía de defender el periodismo como el mejor oficio del mundo.
Publicado originalmente en Facebook