La nueva guerra contra la propiedad privada desatada ahora por el Gobierno que coordina (no lo dirige) Miguel Díaz-Canel es la peor desde la infausta Ofensiva Revolucionaria que en 1968 dio jaque mate a lo que aún quedaba de economía de mercado en Cuba. Pero al mismo tiempo es tan absurda y criminal que a la oligarquía dictatorial el tiro le va a salir por la culata.

Esta vez además de apretar el cuello económico de los empresarios privados, el régimen quiere apretar política y estatalmente, y ha anunciado la creación de núcleos del Partido Comunista y de comités de base de la UJC en las mipymes. “La vida nos está demostrando que faltaba control sobre determinados problemas”, anunció el dizque presidente Miguel Díaz-Canel.

Eso significa que se va a producir, o a intentar, la intervención político-estatal del sector privado para acogotarlo lo más posible, y precisamente cuando más se necesita que se liberen todas las fuerzas productivas de la nación, y más dependencia tiene la población cubana del sector privado para sobrevivir.

La propiedad privada genera el 20% del PIB y 44% de las ventas

Y esa realidad irónicamente fue admitida por coronel Manuel Marrero, rollizo primer ministro del Gobierno, quien reconoció admitió recientemente que el sector privado ya representa el 20% del Producto Interno Bruto (PIB). Y que en el primer semestre las empresas privadas importaron bienes por $936 millones de dólares, cifra equivalente al 72% de las importaciones privadas en todo el año 2023, que sumaron $1,300 millones de dólares. Por tanto, al cierre de 2024 probablemente las importaciones privadas habrán superado los $2,000 millones de dólares.

Increíblemente es por ese avance comercial y económico de la propiedad privada que el régimen quiere instalar células de controladores y chivatos en las mipymes, para impedir la competencia con GAESA,  limitar la independencia, acogotar el funcionamiento del sector privado, y amenazar o chantajear a sus propietarios, incluyendo incluso a los enchufados al régimen.

Lo que pasa es que habrá muy pocos voluntarios para vestirse de chivatos y esbirros laborales, y se ve venir que el régimen obligue a los empresarios privados a contratar militantes comunistas, y amenazarlos con cerrar sus negocios si no lo hacen.

El PCC es un Partido-Estado que se tragó al Estado-Nación

Y digo intervención político-estatal, y no solo política, porque el Partido Comunista de Cuba no es propiamente un partido político, como no lo ha sido nunca ningún otro PC en el poder.

Todo PC que se posesiona como gobierno (nunca en elecciones democráticas) deja de ser un partido político y deviene Partido-Estado. Arrasa con los poderes públicos establecidos y las instituciones del Estado-Nación moderno, al que se traga por completo, lo suplanta totalmente, y lo plasma en la Constitución del país.

Así ocurrió en los 33 países que fueron comunistas y ya no lo son. El Partido-Estado creado por Fidel Castro es un pulpo estatal paramilitar represivo, económico, administrativo, de inteligencia y contrainteligencia y de propaganda política-ideológica, cuya misión es mantener un férreo control de la sociedad, meter miedo, adoctrinar, y controlar hasta la vida privada de los ciudadanos.

Esta aberración (de tufo medieval) solo es posible en países con tiranías comunistas, fascistas, teocráticas o eclécticas como la del zar ruso Vladimir I. El primer Partido-Estado vio la luz en Rusia en 1917, cuando el Partido Comunista bolchevique de Lenin engulló al Estado republicano (el único en la historia de Rusia) presidido por Alexander Kerensky, y lo desmanteló de raíz.

PCC y UJC pierden muchos militantes y no hay nuevos ingresos

Volviendo a Cuba, la crisis que asfixia al país incluye al Partido-Estado. En el mismo Pleno del PCC en Sancti Spíritus en el que Díaz-Canel anunció la intervención comunista de las mipymes, varios asistentes se lamentaron de que son muchos más los militantes que piden la baja en el PCC que los nuevos ingresos. Y explicaron que la situación es aún peor en la UJC.

El Diario las Américas hace unos días reportó que en una empresa estatal cubana, que el sitio Anonymous no identificó, una dirigente de la UJC insultó a una militante llamada Yanet porque solicitó su baja de esa organización totalitaria. En la misma reunión otra dirigente comunista reveló que en los últimos meses en esa empresa otros 11 militantes se han dado de baja de la UJC, y varios de ellos “con cargos en la organización, y hasta militares.”

Serían utilizados en las mipymes como chivatos y esbirros

Es por eso que el PCC no da cifras de su membresía desde hace 13 años, cuando declaró 670,000 miembros.  Hoy seguramente no pasan de 450,000 o 490,000 miembros. Y la UJC no da cifras desde que en 2008 “Juventud Rebelde” informó que había unos 600,000 militantes. Hoy la UJC difícilmente sobrepase los 380,000 militantes. Y si ambas organizaciones dicen que son muchos más sus militantes, es mentira. Así de sencillo.

Todo esto es lógico, e inevitable. Los cubanos en general, sean jóvenes o no tan jóvenes, detestan al régimen que los hambrea y asfixia sus libertades más elementales. Y saben que de ingresar en el PCC o la UJC serán utilizados como chivatones, espías, esbirros, y que controlarán sus vidas aún más.

En fin, esta nueva guerra para acogotar al sector privado el régimen no la podrá ganar como lo hizo en 1968 cuando Moscú subsidiaba al castrismo.

El sector privado es ya imprescindible en Cuba

Hoy el régimen proxeneta de los Castro ya no tiene “paganini” que lo mantenga, y no tiene cómo generar el 20% del PIB que ya produce la propiedad privada, ni tampoco cubrir el 44.4% de las ventas totales del país que ya corren a cargo de los negocios privados, y que han dejado al sector socialista estatal solo el otro 55.6% de las ventas en la nación, según datos oficiales.

La conclusión aquí es que el intento de intervención política-estatal de las mipymes va a fracasar y que el sector privado hoy en Cuba es ya como una bola de nieve que nada la puede detener. Ya resulta imprescindible para evitar hambruna y una crisis humanitaria sin precedentes en el país.

Si el dictador Raúl “el Cruel” y los vividores-abusadores que lo sostienen en el poder insisten en negar esa realidad solo están insistiendo en un final violento y catastrófico de la dictadura, con una crisis económica, social, política y humanística en Cuba de consecuencias dramáticas impredecibles.