En 1957 la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) destacó a Cuba como el mayor exportador de productos agropecuarios de América Latina en proporción a su población.
El país se autoabastecía de carne de res, leche, frutas tropicales, café, tabaco, y exportaba sus excedentes. También era autosuficiente en pescados y mariscos, carne de cerdo, de pollo, viandas, hortalizas, y huevos. Con más 6.7 millones de cabezas de ganado vacuno, una vaca por habitante, Cuba registraba el triple del promedio mundial de 0.32 bovino por habitante según la FAO.
Ocupaba el primer lugar en América Latina en consumo de pescado y el tercero en consumo de calorías, con 2,682 diarias. Ocupaba el séptimo lugar a nivel mundial en salario agrícola promedio, con 3 pesos diarios (equivalentes a dólares), según estadísticas de la OIT.
En aquellos años, década del 50, Cuba poseía la mejor ganadería tropical del mundo. Desplazó a EE.UU en la exportación hacia Latinoamérica de sementales de la raza cebú –unos 1,000 anuales-, muy bien integrada al ecosistema del Caribe y alta productora de carne. En ganado lechero abundaba la raza Brown Swiss, gran productora de leche y resistente al calor y las condiciones tropicales.
Sin embargo, un dirigente del Partido Socialista Popular (PSP, comunista), el economista Oscar Pino Santos, ese mismo año de 1957 afirmó en un ensayo que era penoso que Cuba importase el 29% de los alimentos que consumía, pues podían producirse en la fértil isla, pero que ello no se lograba porque había enormes “latifundios” (grandes extensiones de tierra) con las tierras mal explotadas por estar en manos privadas. Aseguró que sólo un régimen comunista en Cuba pondría fin a aquel atraso productivo derivado de la “explotación imperialista y de la burguesía criolla”.
En 1959, luego de huir del país el dictador Fulgencio Batista, el nuevo jefe de gobierno, Fidel Castro, encargó precisamente a Pino Santos y otros funcionarios que redactaran el texto de lo que el 17 de mayo de 1959 se promulgó como “Ley de Reforma Agraria”, para ser aplicada por un nuevo organismo estatal llamado Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) al frente del cual se puso a otro marxista, Antonio Núñez Jiménez.
El INRA se encargaría de expropiar las haciendas privadas y repartir las tierras entre unos 350,000 campesinos sin tierra y trabajadores agrícolas. En aquella primera Ley de 1959 a cada terrateniente se le expropió lo que excedía de 402 hectáreas, pero en una segunda ley, en 1963, la cifra se redujo a 67 hectáreas. Lo que excedía de ese límite fue expropiado.
Pero por orden de Castro el INRA en vez de repartir las tierras expropiadas creó gigantescas granjas estatales de miles de hectáreas, como en la Unión Soviética y China. Solo entregó el 25% de las tierras confiscadas. El otro 75% pasó a ser propiedad del Estado. Se concentró la propiedad de la tierra mucho más que en 1957.
Rápidamente la producción agropecuaria se desplomó y la aguda escasez de alimentos obligó a Castro a implantar una cartilla de racionamiento. Como expresión de lo que significa estatizar la agricultura vale decir que aquella cartilla de racionamiento de alimentos sigue todavía vigente 56 años después.,
Hoy un tercio de todas las tierras fértiles de la isla están ociosas, no producen nada. Las enormes granjas estatales registran los rendimientos de campo más bajos del mundo. En la caña de azúcar el rendimiento es de 37-40 toneladas de caña por hectárea mientras el promedio latinoamericano no baja de 80 y 90 toneladas por hectárea. La isla, azucarera mundial por 170 años, hoy apenas exporta azúcar, produce cinco veces menos que en 1925 y tiene que importarla para cubrir sus compromisos de exportación.
Con 11.2 millones de habitantes hoy Cuba cuenta con 3.7 millones de vacunos, la mitad que hace medio siglo, con el doble de población. Se produce mucho menos carne y leche per cápita que hace 100 años.
En resumen, desde la estatización de las tierras que clamaban los marxistas en los años 50 Cuba ya no importa el 29% de los alimentos, sino el 80%. La fértil isla produce únicamente el 20% de los alimentos que consume. Incluso importa frutas tropicales y vegetales para poder abastecer los hoteles. Todo por la decisión de Fidel Castro de estatizar las tierras en vez de entregarlas en propiedad a quienes la trabajan.
Roberto Álvarez Quiñones