El humorista cubano Ulises Toirac respondió al artículo Humor de un solo sentido publicado en el periódico Granma. El humorista cree que la reflexión parte de “un error conceptual”.
El artículo es de indole intimidatorio a las críticas de la sociedad cubana y sus dirigentes.
El personaje oficial, el cuadro político, el simple dirigente del barrio, el que alguna vez dirigió y ya no lo hace, e incluso los miembros de las instituciones del orden o la legalidad, se han convertido en blanco predilecto a la hora de armar los personajes más ridículos o los que asumen roles negativos en no pocas producciones audiovisuales (humorísticas o no) de los últimos tiempos.
Hay un error conceptual en este artículo de Miguel Cruz Suárez y es creer que es el arte quien forma el criterio. El humor específicamente. El humorismo logra cuerdas de empatía con el público en la medida que sintetice su pensamiento, su espiritualidad.
Vayamos a un punto aparentemente lejano pero que luego enlazaré con éste: mucha gente critica el trabajo de los reguetoneros. Yo igual opino que no es arte propiamente hablando (aunque esto es discutible), que generalmente (mucho, casi absoluto) usan letras no solo desprovistas de poesía o lírica siquiera… de sensibilidad… vaya del más mínimo sentimiento humano positivo. Y de la misma forma opino que en la casi totalidad, lo que acompaña a esa letra no es música. Y en muchos casos (incluyendo a los más desafortunados artísticamente hablando) la mezcla no es buena, aunque reconozco que utilizan los más novedosos sistemas de grabación, masterización y edición entre los que se encuentran los más insólitos afinadores de voz, por cierto). Pero el reguetón, como expresión de la parte “intelectual” y “cognitiva” y hasta “cultural” de la sociedad, es un resultado de la realidad concreta. Filosofía, compañeros. Marxismo, por favor, que muchos suspensos me gané estudiándolo: el arte es otra forma de expresión social y no viceversa. Ser social y conciencia social…¿recuerdan la relación? La realidad es la que genera formas de pensamiento y entre éstas, la cultura con o sin comillas.
Y aquí viene “el enlace”: el humor es igualmente forma de expresión espiritual del individuo. No solo del que produce humor. El público orienta su sentido del humor (tipo, nivel intelectual, agudeza) según la realidad histórico-concreta que vive el individuo. Un francés de Paris no ríe de la misma forma (en cuanto al chiste y a la exteriorización incluso de ese impacto intelectual en su cerebro) que un campesino hindú.El humor, entendido por el producto que hacen los humoristas, busca claves de entendimiento con el público porque su objetivo final es hacer reir. Y la gente ríe cuando esas claves tienen éxito y se logra entonces la comunicación.
¿Que el 100% del auditorio no ríe del mismo chiste y que a un porciento incluso le resulta insultante?
Eso se llama PLURALIDAD. Universo de personas. Pero si la mayor parte del auditorio se ríe y aplaude y hasta se desternilla de la risa, no importa la calidad del chiste, su nivel intelectual y otros aderezos de lo que llamamos ARTE, el objetivo del humor se cumple gústenos o no.
Igual que el periodista defiende a los dirigentes (no digo que no haya alguno realmente sacrificado, exitoso y honesto), yo defiendo el humor (y no digo que no haya alguno de mal gusto, incoherente y procaz). Porque el humor, en sus búsquedas, practica una importantísima labor para toda la sociedad y que no queda sólo en la complacencia risueña del público y su “destape valvular”. El humorismo señala, resalta y satiriza todo lo que frena el desarrollo y está en contra del sentido común: tanto en lo ético, lo moral, lo costumbrista y hasta en las tradiciones, sino en lo económico, lo político y lo ideológico.
Y no estoy hablando solo del humor cubano realizado en Cuba. Hablo del HUMOR.
Y primero han de cambiar los dirigentes que las necesidades del humor. Créeme.