El régimen de Raúl Castro ya sentenció a muerte al CUC (peso cubano convertible), pero todo indica que no será súbita sino lenta. Le tiene miedo a sus consecuencias. Y uno de sus temores es de carácter político-psicológico. Para suprimir el CUC habrá que fijar una equivalencia con el peso cubano (CUP), y no importa cuál sea la gente se va a indignar al chocar tan brutalmente con el miserable salario promedio que percibe.
Al utilizar el CUC muchos cubanos consideran que aunque los precios en las “shopping” están inflados se asemejan a los que hay en otros países. Piensan que gastaron unos pocos pesos CUC, sin detenerse mucho en que han pagado por cada uno 24 pesos de su salario. Esta ilusión —enmascaramiento involuntario— es mayor entre quienes reciben remesas, pues es dinero adicional al salario que devengan. Pero aunque en Cuba recibe remesas entre el 25% y el 40% de las familias, según fuentes confiables. Más de la mitad de los cubanos no reciben nada.
Llegado el momento de suprimir formalmente el CUC los precios ya en CUP se van a remontar a las nubes. Y ahí está el detalle. No causa el mismo efecto psicológico pagar un precio ya inflado de 4.50 CUC por dos libras de pechuga de pollo con pellejo y hueso, que pagar 108 CUP de los 1,067 que percibe como salario mensual promedio. El consumidor será más consciente de que está perdiendo la décima parte de su salario mensual por solo un pedazo de pollo, al cambio actual.
Los precios en CUP escandalizarán a los cubanos. Suponiendo una equivalencia de 15 CUP por CUC el precio de esas pechugas sería de 67 pesos, más de la tercera parte de la pensión promedio de los jubilados (242 pesos). O sea, en su retirada el CUC arrastrará consigo la percepción —favorable al gobierno de Cuba— de que los precios en Cuba no son mucho más altos que en el extranjero.
Y aquí hay que recordar que el valor real de cada moneda nacional es directamente proporcional a la masa de dinero en circulación (en el bolsillo o en cuentas bancarias), los salarios, el ingreso per cápita, y los precios vigentes en el mercado. Todo eso se alterará con la supresión del CUP.
Por eso el gobierno de Díaz-Canel no ha fijado fecha para erradicar el CUC y va tanteando el camino con medidas como la de dar el vuelto en CUP de compras realizadas en CUC, tarjetas bancarias para comprar en dólares ciertos productos y otras regulaciones.
¿CUC, CUP o dólares?
La cúpula del castrismo aún no sabe exactamente qué equivalencia CUC-CUP va a establecer, pero sí sabe que los salarios tendrán que ser aumentados precisamente cuando se agrava la crisis económica.
Y dicha crisis tiende a empeorar por la inviabilidad del modelo estalinista, la devastación en Venezuela y las sanciones de EE. UU. En 2019 viajaron a Cuba 800,000 turistas menos de lo que esperaba el régimen, y seis de cada 10 habitaciones de hotel están vacías. El flujo de divisas robadas a los médicos cubanos explotados en el extranjero ha disminuido, y el país produce tan poco que exporta cada vez menos bienes. El Estado está quebrado financieramente.
Probablemente en el primer semestre de 2020 se den los primeros pasos concretos, que tendrán que ir acompañados de aumentos salariales. Fuentes consultadas por periodistas independientes afirman que el Partido Comunista admite que al suprimirse el CUC los salarios en la isla tendrán que ser subidos a no menos de 1,500 pesos mensuales, unos 62 dólares según el cambio actual.
Pero ello sería un arma de doble filo, pues incrementará la masa de dinero en circulación cuando hay cada vez menos productos y servicios en oferta y el Estado tiene menos recursos para importar. El resultado sería una alta inflación y una devaluación colosal del CUP. Esto último se da la mano con otro efecto que tendrá la supresión del CUC: la dolarización del mercado no estatal.
En el sector privado, e incluso en el mercado negro, muchas compras se van a realizar directamente en dólares. Nadie va a querer entregar dólares para adquirir CUP cada vez más devaluados, Y en la medida que se agrave la crisis económica menos querrán hacerlo, pues saben que tendrán que dar más CUP para comprar billetes verdes a las “mulas” que los seguirá llevando a la isla. Y quienes reciben dólares del exterior no se desprenderán de ellos muy fácilmente.
Por Roberto Alvarez Quiñones