El Gulag castrista en Cuba enmascara la cantidad de presos políticos.
¿Qué respeto puede haber por un sistema de gobierno, cualquiera que sea su nombre o la filosofía política adoptada, que encarcela a honestos ciudadanos porque discrepan de ese sistema y lo dicen públicamente?
Eso pasa en Cuba hoy, en este mismo instante y la Organización de Naciones Unidas no levanta la voz, ni ningún gobierno se da por enterado.
Así las cosas, la llamada “revolución cubana” inicia su año 62 con 127 opositores visibles tras las rejas, según un informe de Cuban Prisoners Defenders (CPD). Y tiene el propósito de aumentar la cifra en 2020.
Dos técnicas siniestras que enmascaran el motivo político
Aclarar lo de opositores visibles es clave porque solo es detectable la cara visible o comprobable del Gulag del Caribe. Hay miles de presos políticos más que en realidad son invisibles, pues que no han podido ser identificados como tales.
Y es que la dictadura se burla de todos con la aplicación de dos técnicas siniestras para encarcelar a personas y enmascarar los motivos políticos. Una de ellas la empleaban los nazis en los años 30 y 40, la de “peligrosidad predelictiva”. La otra es la de inventarles cargos y condenarlos por delitos comunes que jamás cometieron.
Por eso es difícil identificar a muchos presos políticos. Son registrados como delincuentes comunes, pero han sido encerrados por ser incómodos críticos del gobierno y no pertenecen a ninguna organización política. Por ejemplo, con frecuencia arrestan y hasta apalean en plena calle a vecinos o transeúntes que protestan contra esbirros de la Seguridad del Estado que detienen violentamente a un ciudadano, o contra la injusta detención de un “carretillero” (vendedor callejero de productos agrícolas). También por protestar ante una carnicería o en una cola cualquiera y quejarse de que el régimen los hace pasar hambre y escasez de todo tipo.
A casi todos antes de meterlos en prisión los expulsan de sus puestos de trabajo, o les cancelan sus licencias de cuentapropistas. O los humillan y acosan con mítines de repudio fascistas al 100%.
El movimiento de dignidad lucha por abolir la Ley de Peligrosidad en Cuba…
Posted by Foundation for Human Rights in Cuba on Friday, January 27, 2017
¿Cuántos presos políticos hay en Cuba?
CPD ha reportado que hay en Cuba no menos de 10,000 presos no clasificados como presos políticos pero que pudieran serlos, con penas de 1 hasta 4 años. La entidad asegura que diplomáticos en La Habana disponen de documentos oficiales del gobierno castrista que muestran que son 8,000 los “convictos de conciencia” en prisión y otros 2,000 presos condenados a trabajos forzados en régimen domiciliario con penas también entre 1 y 4 años. Estas cifras hacen que el Gulag castrista compiten con las siniestras prisiones del Gulag de la antigua Unión Soviética.
Es por ello inadmisible que esos diplomáticos y los gobiernos del mundo entero (excepto el de Washington y el de Brazilia) callen ante las mentiras del régimen castrista de que en Cuba no hay presos políticos, como le dijo tranquilamente Raúl Castro a un periodista de CNN que le preguntó al respecto durante la visita a la isla del presidente Barack Obama.
No ya 127 opositores reconocidos, un solo ciudadano que esté privado de libertad por motivos políticos es suficiente para denunciar al gobierno. Pero ello no ocurre. Es más, la Unión Europea de hecho apoya política y diplomáticamente a La Habana.
Ahora maquillado para los incautos con los rostros de un “Presidente” civil y un nuevo Primer Ministro que no por casualidad es un ex coronel, el castrismo no solo no da señales de raciocinio, sino que para dar la bienvenida al Año Nuevo 2020 metió en la cárcel a otros tres prisioneros de conciencia: Luis Enrique Santos, del Movimiento Opositor Juventud Despierta; Leudys Reyes, del Frente de Acción Cívica Orlando Zapata; y Yeusandro Ochoa, opositor independiente, según denunció Cuban Prisoners Defenders (CPD).
José Daniel Ferrer, torturado, golpeado, drogado, humillado
Prueba del empeoramiento del Gulag castrista es el caso de José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), la organización opositora más conocida de la isla. Baste decir que, de los 127 presos políticos, 48 son miembros de UNPACU, incluyendo su líder nacional. Encarcelado desde el 1 de octubre de 2019, Ferrer ha sido torturado, golpeado, humillado y se encuentra aislado en una celda de castigo perenne, al extremo de que su esposa, Nelva Ortega, lo ha podido visitar una sola vez en tres meses.
Hace unos días el gobierno le comunicó a Ferrer que posiblemente le harán cumplir el resto de la larga condena de 25 años que le impusieron en la “Primavera Negra” de 2003, de los cuales cumplió ocho años antes de ser liberado en 2011 con una “licencia extrapenal”. En aquel entonces pidieron pena de muerte para él y luego le propusieron que si aceptaba irse de Cuba no sería fusilado. Después recibió, como sus colegas, la opción de ser liberado si abandonaba el país. Ferrer fue uno de los 12 que no aceptó irse de la isla, y finalmente fue liberado. Poco después fundó la UNPACU.
La técnica del “acostumbramiento”
Contra Ferrer el régimen ha elevado su crueldad a niveles no vistos en mucho tiempo. Le han aplicado la misma técnica que los expertos torturadores del MININT castrista practican en Venezuela y que recibe el nombre de “acostumbramiento”, según ha denunciado la periodista venezolana Sebastiana Barráez.
La comunicadora caraqueña explicó que en Venezuela a los opositores más destacados detenidos “los desaparecen por determinado tiempo (…) no notifican que fueron detenidos. Las familias los dan por desaparecidos (…) nadie les da ninguna información (…) ya cuando es muy evidente o ha existido alguna filtración sobre el paradero, le dicen a los familiares: ‘tráigale comida, ropa, sábanas, pero no lo van a poder ver, él está ahora en el período de acostumbramiento”. Es lo que han hecho con Ferrer.
Es tanta la saña dictatorial contra Ferrer y otros líderes opositores que condenó a ocho meses de cárcel a Luis Enrique Santos solo porque el 3 de diciembre en Santa Clara exigió con un cartel la libertad de Ferrer y de los también prisioneros de conciencia Mitzael Díaz Paseiro y Ernesto Borges.
Al periodista y abogado Quiñones Haces lo obligan a desnudarse
Otro caso que expresa en definitivas el temor del tirano y sus esbirros es el del periodista independiente y abogado Roberto de Jesús Quiñones Haces, condenado en agosto de 2019 a un año de cárcel por cubrir como reportero un juicio contra los religiosos Jorge Rigal y Ayda Expósito por no enviar sus hijos a la escuela estatal comunista y educarlos en el hogar. Fue a partir de ese momento que se disparó la actual ola represiva.
Quiñones Haces es maltratado y vejado en la prisión provincial de Guantánamo, denunciaron a Radio Televisión Martí sus familiares. “Cada vez que tiene una visita, lo hacen desnudarse, es una humillación tremenda, está muy delgado. Dice mi mamá que las visitas son supervisadas por un guardia, es decir, lo tienen con una vigilancia tremenda, para que no escriba, para que no saque ningún escrito”, aseguró Roberto Quiñones hijo, quien reside en Estados Unidos.
Además, el periodista y escritor sufre de serios problemas respiratorios debido a la humedad ambiental y el hacinamiento en el que se encuentra como prisionero político, en pleno siglo XXI.
Es como si en EEUU metiesen presos a quienes critican a Trump
Todo indica que en materia represiva en 2020 todo va a empeorar en Cuba. El año 2019 fue pésimo. En total fueron arrestados arbitrariamente 3,157 honestos y pacíficos ciudadanos solo por ser opositores al régimen imperante, de los cuales 1,267 fueron detenidos en los últimos cuatro meses o sea el 40% de los arrestos tuvo lugar de septiembre en adelante.
En esos cuatro meses también se aumentó en 18 prisioneros el número total de presos políticos, según reportaron varias organizaciones de derechos humanos, como la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN) y el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), y otras. Es como si en EEUU fuesen encarcelados quienes critican a Donald Trump, o en Suiza a quienes hablan mal del Consejo Federal que gobierna en ese país.
Y muy importante, en esa cifra de 3,157 arrestos por motivos políticos no figuran las detenciones de personas que no pertenecen a organizaciones opositoras y que son llevadas presas igualmente por causas políticas.
Fortuny el prisionero más tiempo tras las rejas en el mundo
Otra clara prueba de la crueldad de Raúl Castro y su gente es el caso del preso político Armando Sosa Fortuny, quien falleció el pasado 29 de octubre de 2019 en un hospital de Camagüey. El régimen se negó a liberarlo pese a que ya había cumplido 25 de los 30 años de su condena, y estaba gravemente enfermo. Su caso es un escándalo a nivel mundial que lamentablemente casi nadie en Occidente ha mencionado siquiera.
Este valeroso patriota cubano pasó 43 años de sus 76 de existencia en el Gulag castrista. Es, que se sepa, el preso político que más tiempo ha estado en prisión a nivel planetario en los tiempos modernos. Nelson Mandela estuvo 27 años preso y su caso era justamente denunciado en toda la Tierra.
Con 18 años Sosa Fortuny salió de Cuba y en octubre de 1960 desembarcó en la isla con otros 25 hombres a combatir contra la estrenada dictadura de Fidel Castro. Fueron capturados. Uno de los expedicionarios murió en combate y 10 fueron fusilados, entre ellos tres estadounidenses. Fortuny resultó liberado en 1978 como parte de un indulto a 3,000 presos políticos conseguido por la presión internacional. Fue para EEUU y en 1994 regresó a Cuba como parte de un grupo armado que ni siquiera pudo hacer uso de sus armas. Fue capturado y condenado a 30 años de cárcel.
Vale recordarle a Raúl Castro que quienes mantuvieron en prisión a Fortuny por casi medio siglo y muy enfermo sí fueron indultados por el dictador Fulgencio Batista en 1955 pese a que habían asaltado a tiros en julio de 1953 un cuartel militar y habían provocado decenas de muertos y heridos.
Pero nada de indulto para Sosa Fortuny, quien no causó la muerte de nadie y que ya anciano estaba muy mal con diabetes y otras enfermedades muy serias. En 2017 sufrió una isquemia cerebral que le dejó inmovilizado su lado izquierdo. En agosto de 2019 tuvo que ser hospitalizado en la prisión de Kilo Ocho por su estado de desnutrición y complicaciones de la diabetes. En octubre fue hospitalizado otra vez en grave estado y finalmente murió, tras las rejas.
Sin duda Sosa Fortuny fue una admirable expresión del derecho que proclama el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que destaca el “supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”. Seguramente por eso quiso que sus restos fueran sepultados en Miami y que solo descansen en su entrañable Cuba cuando sea libre al fin.
“La sillita”, tortura exclusiva del Gulag castrista
Por otra parte, el presidio político cubano empeora no solo porque crece el número de prisioneros, sino porque se aplican torturas y atropellos “novedosos” exclusivos de la dictadura castrista.
Uno de ellos el de “la sillita”, que se ha conocido por un video que clandestinamente hizo, a un alto riesgo personal, el opositor político Luis Borges, quien estuvo 12 largos años en prisión por el “delito” de intentar escapar de Cuba con su madre.
En la prisión de máxima seguridad llamada K8, a 160 kilómetros de La Habana, Borges grabó con un teléfono móvil que un familiar logró entregarle. Escondía la memoria con las filmaciones dentro de un jabón que entregaba a su esposa cuando lo visitaba. Al salir de la cárcel, en 2018, emigró a EEUU y ahora sus imágenes son compartidas públicamente.
El expreso político dijo que fue torturado en el calabozo número 7 y muchas veces escuchó los gritos de otros que sufrieron la misma suerte. “Al calabozo número 7 le temen todos (…) el que pase por ahí sale de ahí con alguna costilla fracturada, bien golpeado”, destacó.
Lo más tenebroso que filmó fue la tortura llamada “la sillita”. Narró Borges que los torturados son esposados en las manos, que van pasadas por detrás del cuerpo. Luego “te esposan los pies, y medio que te doblan como si fueses un balancín de juguete, pero la gritería de los reclusos se logra escuchar, porque ya cuando llevas mucho tiempo doblado tu estómago no aguanta”, explicó Borges.
“Aquí me torturaron y me pusieron en la sillita”, dicen unas letras escritas desordenadamente en la pared de un calabozo que Borges pudo filmar.
En fin, el general Castro, que con 88 años ha estado 61 de ellos en el poder (47 como “número dos” y 14 como “número uno” del país) no ha hecho ni hará cambios reales en Cuba. Y mucho menos parece dispuesto a aflojar la mano, que sería lo lógico en la fase final de su mandato por razones biológicas. Así lo hizo Francisco Franco en España, por ejemplo.
Nada de eso. Comienza el año 62 del castrismo, la más larga y devastadora tiranía en la historia de América, y el general Castro, ahora cubierto con la careta institucional que le facilitan un “Presidente” títere, y un Primer Ministro títere del títere, recrudece la represión. Está agravando el presidio político como no ocurría desde la “Primavera Negra” de 2003.