Hoy en Cuba no solo una de cada 5 personas que viven en las zonas urbanas carece de servicio de agua desde acueductos, sino que se han disparado los casos de enfermedades diarreicas y parasitarias por la contaminación de las aguas supuestamente potable.

O lo que es lo mismo, el colmo del único gobierno en América que se esmera en hambrear masivamente a la población es que, encima, ni agua segura para beber es capaz de suministrarle.

Ya desde 2020 de fuentes oficiales se supo que el 15% de la población urbana total de Cuba no recibía agua de un acueducto. Ese porcentaje obviamente ha aumentado con la crisis nacional multisistémica. Hoy probablemente la cifra supera el 20% de toda la población urbana. O sea, sin suministro de agua desde acueductos posiblemente en las ciudades hay ahora unos dos millones de cubanos.

Cientos de miles las familias completas tienen que esperar muchos días, y a veces hasta dos semanas, a que llegue “la pipa” (camión-cisterna) al barrio, o que pase un vendedor de agua particular.

Hace 432 años en La Habana el abasto de agua era más eficiente

Qué contraste más “revolucionario”, hace 432 años los habaneros disponían de un suministro de agua más eficiente y estable que hoy, luego de construirse la Zanja Real (1592), una compleja red hidráulica que recorría 13 kilómetros para llevar agua desde el río Almendares a la ciudad amurallada, con ramales por el camino que la suministraban a caseríos, hospitales y molinos.

Pero lo peor de todo este desastre en el abasto es el peligroso nivel de contaminación en los acueductos y las fuentes de emergencia que la gente encuentra para conseguir el precioso líquido que hace posible la vida en la Tierra. Eso está causando un incremento preocupante de los casos severos de diarreas agudas y otras enfermedades más graves.

Un caso preocupante reciente fue reportado hace unos días por el diario “14yMedio” desde Ciego de Avila. Por cierto, esa es mi ciudad natal y me consta que en los años 50 nunca hubo problemas de contaminación del agua bombeada desde el acueducto, ubicado al noroeste de la ciudad.

En Ciego de Avila la deshidratación por diarreas creció un 86%

Según el estatal periódico provincial “Invasor”, las enfermedades diarreicas agudas en Ciego de Ávila aumentaron en un 86% con respecto a marzo de 2023. Sin embargo, José Luis López, subdirector provincial de Epidemiología e Higiene, aseguró que “los casos están dentro de los estimados para este período del año”.

O López miente por cuenta propia para conservar su cargo, o porque le recordaron la orden de Raúl Castro de no dar malas noticias para no calentar más “la calle”.

Tanto mintió el señor José Luis que el propio “Invasor” tuvo que investigar al respecto. Y constató que hasta septiembre de 2023 hubo más de 1,000 avileños hospitalizados con agudas diarreas, fiebre, escalofríos y deshidratación en 12 meses, con 37 por semana en este último septiembre, para un aumento de un 71.2% de enfermos con respecto a igual período de 2022.

En esa provincia se están incrementado rápidamente esas enfermedades agudas, mayormente entre los menores de 15 años y los lactantes de hasta un año, con un alza notable del parasitismo intestinal. El 38% de los análisis de laboratorio realizados mostraron protozoos (parásitos), y porcentajes más bajos de salmonelosis, una enfermedad bacteriana que afecta el tubo intestinal y puede ser grave, además de causar diarrea, fiebre y fuerte calambres abdominales.

Por supuesto, como sí tuvo que reconocer López, “muchos de estos parásitos y bacterias se encuentran principalmente en el agua”, y que hay que “comprobar la calidad del agua potable”. Claro, no dijo cómo hacerlo con el país ya en ruinas.

Millones de citadinos buscan el agua en cubos lejos de sus casas

Mientras tanto, la falta de agua potable, el deficitario y destartalado sistema de acueductos y sus agujereadas redes distribuidoras en todo el país obligan a millones de personas a utilizar el agua que tienen a su alcance, como sea, lo mismo de cisternas con el líquido estancado e infectado, que en presas y ríos contaminados, o pozos que no cumplen los requisitos mínimos de calidad para el consumo.

Ya vimos que unos dos millones de los ciudadanos urbanos, o más, no disponen de servicio estable de agua y la tienen que salir a buscarla lejos. Muchos cargan los pesados cubos a mano a una distancia superior a 200 metros de su domicilio, según un estudio realizado por investigadores independientes cubanos. Esa distancia es mayor a la que recorrían en la Edad Media los aldeanos hasta al arroyuelo o laguna más cercana.

Por otra, parte, como resultado del estado ruinoso de acueductos, fuentes de abasto y redes con tuberías de suministro de agua con grietas, roturas o ya inservibles, se pierde diariamente gran parte del agua de los acueductos, según admiten los burócratas a cargo de ese vital servicio.

Los cubanos están siendo remontados al estilo de vida medieval

En 2011 el diario “Granma” informó en un reportaje desconcertante (tal vez “se le fue” el dato al editor y al director del periódico) que en La Habana se estaba perdiendo diariamente casi el 70% del agua bombeada desde los acueductos por los salideros y las roturas de las tuberías. Cuánta se pierde hoy nadie lo sabe, pero no hay que ser un adivino para suponer que se pierde más agua en 2024.

En fin, los cubanos están siendo remontados al estilo de vida medieval. Hay que preguntarles a Castro II y sus secuaces si conocen hoy de otro país en Occidente en que una quinta parte de su población urbana tiene que buscar el agua potable en cubos lejos de sus hogares, porque no la reciben en sus casas.

Anotemos este otro gran logro de la “continuidad de la revolución”.