La célebre frase atribuida al “Rey Sol” de Francia, Luis XIV, de  “L’Etat, c’est  moi” (El Estado soy yo) es la más gráfica para identificar y definir al gobernante Partido Comunista de Cuba.

Porque en la isla no hay un Estado-Nación  como en el resto del mundo, sino un Partido-Estado, cosa muy diferente. En materia de derecho el Estado cubano  es una anomalía que se contrapone a la razón y a la naturaleza humana.

Hace unos 4,000  años, luego de quedar atrás la tribu como forma de organización social pre estatal basada en la agrupación de numerosas familias, se formaron  las Ciudades-Estados. Fueron muy  importantes  en Mesopotamia con Babilonia,  y en Grecia con Atenas, Tebas (con sus famosas 7 puertas),  Esparta, Argos, Corinto y otras. En América la civilización Maya tuvo a Chichén-Itzá, fundada en el siglo VI. En la Edad Media brillaron Florencia, Venecia y Brujas. Hoy quedan remanentes como El Vaticano, Mónaco y Singapur (“Ciudad de los leones”).

Las “polis”, así llamados esos Estados urbanos en Grecia,  eran pueblos nucleados  en torno a una urbe y áreas agrícolas,  de pastoreo, bosques  y puertos para comerciar. O sea, eran autosuficientes económicamente,  soberanas, y defendían su territorio.  Nicolás Maquiavelo, en “El Príncipe” (1513), fue quien  primero utilizó la palabra Estado en su sentido moderno. Lo llamó Stato, del latín status. Y hoy se define como el conjunto de instituciones con autoridad para establecer las normas que regulan una sociedad.

Al finalizar la Edad Media, con el Renacimiento,  y especialmente al terminar la Guerra de los 30  Años en Alemania y la Guerra de los 80 Años entre España y los Países Bajos, en 1648, surgió  en Europa ya el Estado-Nación. Se estableció un nuevo orden social basado en la soberanía, esta vez  nacional, pero que vino a alcanzar  su mayoría de edad en América con la Declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776, la Constitución de 1787 y con la elección mediante el voto popular del primer Presidente (con ese nombre)  jefe de Estado en el mundo, George Washington, quien se negó a ser convertido en  rey. El Estado moderno, por tanto, brotó antes de que la liberal Revolución Francesa pusiese  fin en Europa  al  “ancien régime” del absolutismo monárquico.

El Partido Comunista de Cuba  es el Estado mismo

En medio de esta evolución  histórica, en 1917 con la revolución bolchevique en Rusia vio la luz una aberración  que ni Maquiavelo, ni el Barón de Montesquieu, Rousseau, o Jefferson pudieron sospechar: el surgimiento del Partido-Estado, un partido político que al llegar al poder  deja  de serlo para convertirse en el Estado mismo.

Primero en Rusia y luego en los otros países  sometidos al totalitarismo comunista, los Partidos Comunistas  gobernantes se tragaron al Estado, lo suplantaron.  Con el agravante de que borraron del diccionario la palabra democracia y sus caudillos son déspotas con tanto poder personal como el que pudo tener Calígula.

El Partido Comunista de Cuba (PCC) no es una entidad política, sino una enorme maquinaria estatal-administrativa,  ideológico-represiva para manejar los poderes públicos, las fuerzas armadas y represivas;  monopolizar la economía, los medios de comunicación, la educación, la salud, la cultura, y hasta la vida privada de los ciudadanos.

La misión del Partido-Estado, además de gobernar,  es mantener  la “lealtad” del pueblo mediante un control social férreo, la intimidación,  la represión,  y  el bombardeo de propaganda  político-ideológica, al punto de que se llegan a atrofiar las neuronas de los ciudadanos, y muchos dejan de pensar por sí mismos, delegan en “los de arriba”  ese ejercicio vital humano.

Algo que expresa bien que el PCC no es un partico político es que sus miembros no se reúnen en locales regionales para debatir ideas y tomar acuerdos como hacen los partidos políticos en el mundo “normal”. Se dan cita en las fábricas,  escuelas, tiendas, hospitales, unidades militares, obras en construcción, medios de comunicación, etc. Hay un “núcleo del partido” en cada centro de trabajo y reciben instrucciones superiores para intimidar a los trabajadores, y decirles a los administradores cómo deben hacer su trabajo.

En el caso del Partido-Estado castrista hay más. El dictador toma ilegalmente las decisiones por encima  del propio Partido-Estado.  Lo hizo Fidel Castro con su supragobierno ilegal llamado  “Equipo de Coordinación y Apoyo del Comandante en Jefe”, y lo hace su hermano Raúl  con una Junta Militar, también ilegal e “invisible” institucionalmente

El pueblo cubano, único en el hemisferio que ha sufrido y sufre una tiranía comunista, es igualmente el único que ha sido víctima de esta aberración del  Partido-Estado. Algún día la izquierda radical mundial tendrá que pedir perdón a los cubanos por haber apoyado al castrismo por tanto tiempo.