Una nueva prueba de que el régimen de Raúl Castro sí cede cuando se le presiona con protestas, y una constatación más del carácter absurdo del socialismo se produjeron hace unos días.

La ministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños, quien califica a los cuentapropistas de “parásitos”, anunció el 23 de marzo en la TV cubana “algunas rectificaciones” en los precios estatales para los agricultores privados.

Y no porque la cúpula dictatorial se percató de que se le fue la mano en el alza de precios estatales, sino porque estaba ya adquiriendo matiz político el rechazo masivo de los campesinos a la Tarea de Ordenamiento.

Los agricultores privados esta vez no solo mostraron su descontento, sino que protestaron como nunca antes por los precios exorbitantes de los servicios de agua, electricidad, combustibles, mientras les imponen precios muy bajos para vender el 80% de sus cosechas que exige el Estado (Acopio) y topes y trabas para vender el otro 20% privadamente.

Como resultado de esa presión campesina el gobierno ha reducido la tarifa del agua en un 32%; entre un 25% y 28% la tarifa eléctrica para regadíos y otras actividades; en 22% el uso de aviones en la producción de arroz, y en 60% los piensos para producción porcina.

Función de un Estado no es la de ser agricultor

Pero la ministra Bolaños se quejó de que eso costará al gobierno 242 millones de pesos. “No podemos seguir rebajando costos –expresó– porque tenemos un presupuesto que es finito y el diseño del ordenamiento implica que estos servicios demandan mucho combustible importado…”

O sea, la funcionaria confirmó la inviabilidad del socialismo. ¿Quién le dijo a Karl Marx, a Lenin, al Che Guevara, o a Castro II que el Estado tiene que sembrar, cosechar y comercializar los productos del campo de una nación? ¿Ocurre eso en un país normal? ¿Tiene el gobierno suizo que comprar el combustible, los insumos y la maquinaria agrícola de toda su agricultura?

El monopolio agrícola castrista también decidió mantener bajo control a los campesinos. Obligarlos a vender a precios muy bajos los productos de mayor demanda, como arroz, frijoles, leche de vaca, ganado vacuno, tabaco, caña, café, maíz, huevos, cerdos y papa. Ello agravará el hambre. Muchos agricultores al ganar muy poco, o nada, al vender tan barato al Estado y a particulares producirán menos, o nada, de esos alimentos fundamentales.

Campesinos necesitan libertad total para producir y comerciar

Por eso el presidente de la Liga de Campesinos Independientes de Cuba, Esteban Ajete, califica de insuficientes estas medidas. Exige que se dé “libertad a los productores y procesadores de alimentos para que ellos pongan sus precios de acuerdo con lo que invierten y con la demanda (…) “no nos dejan vender de forma particular (…) las autoridades prefieren que se pierdan las cosechas”.

Y mientras el régimen torpedea la producción agrícola privada, la estatal va de mal en peor. El Ministerio de Agricultura informó recientemente que de las 358 empresas agropecuarias estatales de la isla 158 son irrentables. Casi la mitas de ellas (44%) dan pérdidas.

La cosa es aún peor en las cooperativas, pues de las 3,701 registradas en 2019 en el país, 3,245 tienen “dificultades”, según comentó en internet el economista Pedro Monreal. Resulta inaudito que el 88% de las cooperativas agrícolas sean irrentables. Monreal destacó que el “error de cálculo” de la Tarea de Ordenamiento ha costado ya al presupuesto nacional 812 millones de pesos. Y no ha terminado ni el primer trimestre de 2021.

Y hay aquí un detalle poco advertido: si bien las protestas son justas y obligan al régimen a bajar precios, ello empeora la falta de “cash” del gobierno para funcionar. Es una paradoja que no tiene solución posible con medidas socialistas.

Es un crimen meter en la cárcel a los campesinos más exitosos

El colmo es que la dictadura mete en la cárcel porenriquecimiento ilícito” a los campesinos más exitosos, a los que producen más y son más eficientes.

Recordemos que los agricultores Bismar Rodríguez y Yoni Castelló están cumpliendo varios años de cárcel. Eran los mayores productores privados de carne de cerdo en Holguín y Las Tunas. ¿Delito? Producían demasiada carne.

También está tras las rejas El Rey del Queso (el MININT no reveló su nombre al apresarlo), un campesino ganadero de Artemisa que montó en su finca una pequeña fábrica de tres tipos de quesos. La fábrica fue cerrada. Igualmente fue cerrada la fábrica de embutidos que montó en su finca un agricultor que empleaba a 13 trabajadores en Villa Clara. Y en Cienfuegos le confiscaron la tierra y el ganado a un agricultor porque tenía muchas vacas y puercos.

¿Puede así contenerse el avance de una probable hambruna?

El dictador nació y creció en el campo y sabe que no es posible. Pero por su desprecio por los cubanos y por no “traicionar” el legado estalinista de su hermano no libera la agricultura.