El gobierno no nos da nada (…) nos quita lo poco que tenemos. Así dijo Ruben G. a un periodista independiente luego de filmar cómo le echaban abajo su casa de tablas levantada con tanto esfuerzo para tener un techo él y su familia en el poblado de Jamaica, provincia de Mayabeque.

Ello ocurrió en febrero último. Esbirros castristas destruyeron allí un “asentamiento ilegal” de 50 casas con 200 personas, incluyendo niños y ancianos.

Recientemente más de 40 familias (otras 200 personas) desesperadas por no tener vivienda ocuparon una parte pequeña de los antiguos Jardines de La Polar (una fábrica de cerveza cuando el capitalismo), en La Habana, donde levantaron casuchas improvisadas y conformaron allí una nueva comunidad.

No les dan “libreta” y están pasando hambre

Allí sobreviven como pueden, sin electricidad ni agua potable y con la perenne zozobra de que en cualquier momento los desalojen y destruyan sus casas. Yulaidy Planchet, una residente en el lugar, dijo que nadie allí tiene libreta de abastecimientos porque ellos son considerados como “ilegales” y solo pueden comprar en el mercado negro, con precios demasiado altos. “Estamos pasando hambre”, exclamó Yulaidy, a quien ya le pusieron una multa de 3,000 (125 dólares) y le advirtieron que van a destruir todas las casas si no se van.

Osmar Alcolea, un artista plástico que también allí improvisó una casucha, se quejó de que durante 30 años trabajó haciendo vallas y anuncios de propaganda revolucionaria y ahora no tiene dónde vivir.

Hay cada vez más casos patéticos de cubanos sin techo que improvisan viviendas. Y mientras con buldóceres se destruyen constantemente casuchas improvisadas por familias hundidas en la miseria, el régimen castrista construye cada vez menos viviendas.

Hace unos días la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) reveló que en 2020 se construyeron 32.874 viviendas, de las cuales casi 20,000 fueron levantadas por la población. O sea, el Estado, que dispone de más materiales de construcción edificó solo una de cada tres viviendas. Las otras dos corrieron a cargo de las propias familias interesadas, que no tienen tiene cómo conseguir ni un saco de cemento, o pagarlo como oro molido en el mercado negro.

Y peor aún, la inmensa mayoría de las viviendas que construye el Estado son exclusivamente para militares del MINFAR y el MININT y funcionarios del gobierno de nivel medio (los de alto nivel viven en grandes residencias robadas a sus propietarios hace 62 años)

Dos de cada tres cubanos no tienen una vivienda adecuada

Parece una exageración, pero es estrictamente cierto y comprobable:  expertos independientes estiman que al menos 7.7 millones de cubanos, más de dos tercios de la población total del país, no tienen una vivienda adecuada.

La abrumadora mayoría de la población cubana habita en inmuebles en mal estado o “regular”, muy deteriorados, apuntalados o a punto de derrumbarse. Recordemos que en La Habana se derrumban anualmente unas 1,000 viviendas y matan hasta niñas escolares que pasaban por el lugar en ese momento.

Indigna a muchos cómo el gobierno miente descaradamente cuando afirma que el 63% de las viviendas del país están en buen estado. Falso. Economistas y periodistas independientes estiman que al menos el 60% de las viviendas cubanas están en mal estado o “regular”, hacia abajo.

Seis décadas después de la promesa de Fidel Castro de proporcionar vivienda a cada cubano la crisis habitacional en la isla es la más grave de toda su historia. Y es endémica, compite con la de países africanos muy pobres al sur del Sahara.

El déficit total de viviendas es de 1.3 millones de inmuebles. Y aproximadamente 650,000 personas malviven en chozas y casuchas improvisadas en barrios más insalubres que las aldeas medievales.

Son esas familias que no tienen un techo propio, o han perdido sus viviendas por derrumbes, o ciclones, las que ocupan terrenos abandonados y conforman comunidades sin agua, electricidad, y gas, y muchas veces rodeadas de aguas albañales, roedores, mosquitos, etc.

Revolución para los humildes”, hoy viven peor que nunca antes

Nadie puede calcular con exactitud cuánto dinero costará y cuánto tiempo llevará la construcción de 1.3 millones de nuevas viviendas nuevas y la reconstrucción o remozamiento de las 3.9 millones hoy existentes

En fin, la crisis ya terminal del castrismo se ensaña con los más humildes y hace recordar la hipócrita consigna que repetía Castro I a los pocos días de asaltar el poder: “Esta es la revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes”

Que se atreva alguien a citarle hoy esa consigna a Rubén, a Osmar, a Yulaidy, o alguno de los cientos de miles de cubanos que no solo viven en chozas improvisadas, sino que son desalojados como perros sarnosos, les destruyen sus viviendas remediales y son lanzados a la calle, al arroyo, como se decía antes en buen castellano.

Conclusión: sin un regreso a la economía libre de mercado, sin libertad económica y un pujante sector privado que construya y venda viviendas, y un sector financiero que otorgue préstamos hipotecarios para edificarlas o adquirirlas, la situación habitacional de Cuba solo va a empeorar más, y más.