Habría que ver el escándalo político que habría armado el presidente del gobierno socialista-comunista de España, Pedro Sánchez, y Occidente en general, si en 2019 el mandatario chileno Sebastián Piñera le hubiese retirado sus credenciales y expulsado del país a cinco corresponsales de la agencia española EFE por haber cubierto –sin haber tomado partido alguno– las protestas terroristas organizadas por la izquierda para desestabilizar su gobierno y derrocarlo.

O el escándalo que formaría La Habana si a cinco corresponsales de Prensa Latina les quitan sus credenciales por hacer su trabajo, que sí incluye la toma de partido, pues ellos se rigen por la máxima leninista de un “periodismo militante”, nada de blandenguerías “burguesas” como objetividad y veracidad.

El gobierno socialista de España no le reclama a La Habana

Pero ocurre en Cuba y Sánchez no ha abierto la boca, ni tampoco el también socialista español Josep Borrell, jefe de la diplomacia de la Unión Europea. Lo más que se ha hecho es la declaración de la presidenta de la agencia EFE, Gabriela Cañas, de que ese medio “está valorando” irse de Cuba si no se les devuelve las acreditaciones a los cinco corresponsales que se las retiraron el 13 de noviembre de 2021 para que no informaran sobre la Jornada Cívica por el Cambio convocada para dos días después.

El pretexto castrista fue que EFE había puesto su línea editorial al servicio de la “contrarrevolución“. Esa agencia noticiosa es una sociedad anónima de la que el Estado español es el principal accionista. O sea, el gobierno de turno, ahora presidido por Sánchez, un aliado del castrismo, decide la política editorial.

Esto ha puesto nuevamente sobre el tapete la mordaza que impone la dictadura castrista a la prensa extranjera, a la que en la peor ola represiva en más de medio siglo, y el encarcelamiento de cientos de cubanos por motivos políticos, incluidos decenas de menores de edad, le ha prohibido cubrir los juicios, como le impidió cubrir la mayor protesta popular ocurrida en Cuba en toda su historia, o referirse a ella con posterioridad.

En el juicio del Moncada Fidel denunció: solo hay 6 periodistas

Y vale aquí un dato fundamental. En el juicio por el asalto al cuartel Moncada, en el que los asaltantes disfrazados de militares batistianos mataron a 30 soldados e hirieron a 19, muchos de ellos en calzoncillos (los sorprendieron durmiendo), Fidel Castro denunció: Os recuerdo que vuestras leyes de procedimiento establecen que el juicio será `oral y público´; sin embargo, se ha impedido por completo al pueblo la entrada en esta sesión. Solo han dejado pasar dos letrados y seis periodistas…”

Hoy, el régimen por él impuesto luego de seguir matando hasta tomar el poder, y continuar matando después, no permite ni la asistencia de los propios familiares de los acusados, ni de público, y mucho menos de la prensa, a los juicios inquisidores contra jóvenes, incluidos niños y adolescentes, que son sentenciados hasta 30 años de cárcel por salir a las calles pacíficamente a expresar su deseo de un cambio político en Cuba.

Mordaza castrista inutiliza a la prensa, o la convierte en cómplice

La mordaza castrista hace inservible o convierte en divulgadora de propagandista del gobierno a la prensa extranjera acreditada en la isla. Es algo único en Occidente, y muy poco conocido. De entrada, ningún periodista recibe visa para trabajar en Cuba si antes no es filtrado y aprobado por la inteligencia castrista, con la colaboración de “amigos de Cuba”. En su inmensa mayoría son izquierdistas, o profesionales que no han rozado al régimen con una crítica, de ningún tipo.

La Ley Mordaza (“Protección de la Independencia Nacional y la Economía”) data de 2006, y se aplica con un “Reglamento para el Ejercicio de la Prensa Extranjera en Cuba” del MINREX, de cuyo cumplimento se encargan el Centro de Prensa Internacional (CPI), y la Seguridad del Estado con su red de chivatones oficiales.

Y no importa su obediencia, los corresponsales son suspendidos y expulsados de la isla si algún reporte con algún desliz no autorizado disgusta al dictador o sus apandillados. Es lo que les ha pasado a corresponsales expulsados del país del diario Chicago Tribune, El Universal de México, de la cadena británica BBC, y por un tiempo hasta el corresponsal del izquierdista diario español “El País”, Mauricio Vicent. Y ahora los de la agencia EFE. Y hay más casos, pero no pasa nada.

Prefieren ser censurados y humillados a tener que irse de Cuba

La ausencia de firmeza de Occidente ante tanto atropello castrista se debe a un razonamiento lamentable de los directivos de los medios que operan en la isla: prefieren someterse a la censura y la humillación y estar en Cuba, a irse del país. Eso alienta a la tiranía castrista a seguir amordazando sin pagar ningún precio. Por eso los corresponsales extranjeros en la práctica devienen voceros de la tiranía.

En fin, ¿para qué sirve realmente la prensa extranjera en Cuba? ¿por qué esos medios se someten sumisamente al castrismo? ¿Qué ganan los cubanos con esos corresponsales extranjeros?

Por suerte hay en Cuba más de 240 periodistas independientes y miles de personas que teléfono en mano, arriesgándose a ser golpeadas o encarceladas, reflejan la dramática realidad cubana y la circulan por todo el planeta. Pero eso es tema para ser abordado por separado en otro artículo.