Los 25 granjeros y empresarios estadounidenses que participaron en la III Conferencia Agrícola Cuba-EEUU que tuvo lugar en La Habana a principios de este mes de abril concluyeron el evento con un llamado a ampliar el comercio entre los dos países “sin las políticas que lo obstaculizan“, en obvia referencia al embargo.
Los visitantes eran empresarios productores de carne de pollo, trigo, arroz, maíz, frijoles, leche, otros alimentos, y también de cerveza. El presidente de la Coalición Agrícola EEUU-Cuba, Paul Jonhson, dijo que el embargo “perjudica a los agricultores de ambos países”.
El empresario agrícola Douglas Keesling dijo en nombre de sus colegas del estado de Kansas que se debe ampliar el comercio bilateral y que les gustaría vender más trigo y otros productos agrícolas a Cuba, “pero el embargo se lo dificulta”. Enfatizó que el embargo “limita el comercio de manera significativa“.
En tanto, el vicepresidente de la Asociación del Trigo de EE.UU, Dalton Henry, dijo: “hay mucho interés en acercarnos a los agricultores cubanos”. También se dijo en la conferencia que el comercio agrícola Cuba-EE.UU sin el embargo comercial alcanzaría los $1,000 millones de dólares anuales, cuatro veces más que los $250 millones actuales.
La ley Helms-Burton sí les permite exportar mucho más a Cuba
En fin, como sucede con los diplomáticos que cada año aprueban una resolución de la Asamblea General de la ONU de condena al embargo de EE.UU sin saber a ciencia cierta qué están votando, estos granjeros estadounidenses tampoco conocen, o ignoran a sabiendas, que la Ley Helms-Burton solo atañe al Estado y que permite el comercio de todo tipo, la concesión de créditos comerciales y para inversión con el sector privado de Cuba.
Estos granjeros tampoco están al tanto de la paradoja de que sin dictadura comunista ellos no podrían vender a la Cuba arruinada agrícolamente todo lo que hoy exportan, y que, a su vez, esa dictadura es la que les impide exportar más hoy.
Sin castrismo serían innecesarias conferencias de ese tipo
El empresario Keesling no sabe que los granjeros de Kansas podrían exportar sin límites a Cuba si el régimen castrista permitiese que hubiese empresarios agrícolas y compañías privadas importadores y exportadores, como los hay en todos los países normales.
Y tampoco parece darse cuenta de que si en Cuba no hubiera comunismo serían innecesarias conferencias como esta celebrada en el nuevo hotel Valentín de Miramar, pues los empresarios agrícolas y campesinos cubanos serían competidores de los de EE.UU. Y Cuba no tendría que importar el 80% del consumo nacional de alimentos a causa de que la improductiva agricultura nacional apenas produce la quinta parte de los alimentos que consume el país. Antes de 1959 era exactamente al revés, los agricultores cubanos cubrían más del 75% de la demanda nacional de alimentos y solo se importaba el 25% o menos.
Antes del castrismo Cuba era gran exportadora de alimentos
Sería bueno que los granjeros estadounidenses supieran que antes del castrismo en proporción a la población del país la agricultura cubana era la mayor exportadora de alimentos de América Latina, y recibía felicitaciones de la FAO. Cuba poseía la mejor ganadería tropical del mundo y desplazó a EE.UU en la exportación hacia Latinoamérica de sementales de la raza cebú, con la venta de unos 1,000 toros anuales.
Si hoy los granjeros de EE.UU no exportan más a la isla no es por culpa de Washington como ellos dicen, sino del implacable embargo interno que le ha impuesto el régimen comunista a los cubanos, regulado por leyes hambreadoras y anticubanas.
Solo la mafia millonaria es la que puede importar y exportar
La mafia millonaria que usurpa el poder en la isla ostenta el monopolio absoluto del comercio exterior del país. Por ley, en Cuba ningún negocio privado, ni agrícola ni de ningún tipo, puede importar libremente por su cuenta ni una mazorca de maíz, o exportar un pollo. Ni puede importar un saco de fertilizantes, piensos, o un tractor.
La propaganda castrista afirma que a las cooperativas agropecuarias oficialmente se les permite exportar, pero no aclara que solo puede hacerlo en suelo cubano, y a través de 37 empresas monopólicas estatales en la Zona del Mariel. Esos monopolios mafiosos deciden el precio, a quién se exporta, en qué volumen, y cuándo.
La conferencia EE.UU-Cuba expresa el desastre agrícola castrista
Y no solo eso. Luego se apropian del 20% de los ingresos netos obtenidos con dicha exportación. Y el otro 80% de los dólares obtenidos por los cooperativistas con la exportación queda cautivo en manos del gobierno, que únicamente les permite utilizar esos dólares para para importar insumos para reabastecerse, e igualmente solo por medio de los monopolios estatales mencionados.
Eso impide que los agricultores cubanos puedan acumular capital e invertirlo para mejorar y ampliar sus negocios, y mejorar su nivel de vida y de sus familias, pues los dólares ganados en buena lid son secuestrados. Sus cuentas bancarias en divisas de hecho son congeladas por el Estado. Eso tampoco lo saben los granjeros estadounidenses que culpan a Washington, y no a La Habana de no poder aumentar su comercio con Cuba.
Conclusión: esa conferencia celebrada en el Hotel Valentín de La Habana expresó por sí misma el desastre agrícola y pecuario causado en Cuba por la tiranía dinástica de los Castro. Revela la indigencia de la economía castrista en general.