Hace unos días el gobierno castrista creó lo que llamó Comisión Nacional de Soberanía Alimentaria (CNSAL) para “quitar trabas al sector campesino”, según dijo el primer ministro Manuel Marrero, tras la entrada en vigor, en octubre, de la Ley de igual nombre. Para rematar propuso algo “novedoso”: el propósito de la ley y de la flamante comisión es que “no quede un patio, una parcela o un pedazo de tierra sin sembrar”.
Es este otro pujo de la cúpula castrista para tratar de aplacar los ánimos ante la desesperante escasez de productos agropecuarios en el país, algo que insufla cada vez más vapor a la caldera social, siempre en peligro de estallar.
Y ahí está el detalle. Para que no estalle le tocó a Marrero desgarrarse las vestiduras (como se decía en la Roma imperial) y aseguró que esta vez con esa ley y su comisión para hacerla cumplir ahora ya “no habrá espacio para discursos y promesas, y resultados en números que no se vean en la mesa”.
“Ahora sí vamos a construir el socialismo” ¿olvidó eso Marrero?
Es todo un “deja vu”. En 1987 Fidel Castro en uno de sus arrebatos histriónicos tipo Mussolini, exclamó emocionado: “Ahora sí vamos a construir el socialismo”. Y la gente luego se burlaba sotto voce ¿Y entonces qué hemos estado haciendo hasta ahora? Lógicamente, tampoco esta vez el nuevo Premier dijo cómo ahora una comisión de “barriga-llenas“, como llaman popularmente a los burócratas castristas, va a acabar con el hambre en Cuba.
Para empezar ¿de qué soberanía habla este señor? Décadas antes de la Revolución Francesa (liberal burguesa, que no socialista) Jean-Jacques Rousseau precisó que la soberanía de un país es el pueblo mismo, radica en él. Ningún rey es soberano de nada. Y es ese soberano, el pueblo, el que elige mediante sufragio universal a quienes lo van a representar y se encargarán de los deberes públicos, y serán los servidores del soberano, no al revés como ocurre bajo regímenes totalitarios.
El origen de estas burlas a los cubanos es que desde la revolución bolchevique los dirigentes de países comunistas han considerado como subnormales a sus gobernados, a las “masas proletarias”. Las tratan como “ignorantes, brutas”.
Eso explica esta tomadura de pelo de Marrero y su comisión, la que presentó cual Lámpara de Aladino que cubrirá las mesas cubanas de manjares en cantidades navegables.
Es un insulto hablar de soluciones mágicas para producir más alimentos cuando lo que hay que hacer es obligar a Raúl Castro a liberar el campo de una vez, a los campesinos, entregar a los usufructuarios las tierras en propiedad, desmantelar las improductivas empresas agrícolas estatales, acabar con el monopolio de Acopio para la comercialización agropecuaria, entregar todas las demás tierras estatales, o bien devolverlas a los descendientes de sus dueños expropiados entre 1959 y 1963, o a quienes la quieran trabajar, como prometió Castro I desde la Sierra Maestra.
La carne de cerdo de hecho desapareció de los agromercados
Solo echando un vistazo a los últimos dos años se advierte la incapacidad del castrismo-comunismo para producir alimentos, en un país que antes de los Castro era felicitado por la FAO por ser el mayor exportador de alimentos de América Latina en proporción a su población, y por poseer la mejor ganadería cebú del planeta.
En la primera mitad de 2021 la producción se desplomó en 16 de los 19 productos agropecuarios básicos, incluyendo la carne de cerdo en -40%; los frijoles -21%; maíz (-20%), huevos (-14%), carne de res (-9%), leche fresca (-6%), papa (-5%), plátanos (-7%), viandas (-6%), frutas (-5%), hortalizas (-8%). Y en la segunda mitad del año las cosas no mejoraron.
De 2022 no se han dado cifras totales, pero aisladamente se han conocido algunas espeluznantes. En abril pasado (2022) el Noticiero de TV admitió que Cuba perdió el 90% de los productores porcinos en los últimos cinco años. Pero nada dijo de las causas: los precios miserables que les paga el Estado, las regulaciones y controles asfixiantes de inspectores, el PCC, la policía y los chivatos.
Sin propiedad privada no hay agricultura, y punto
En la provincia de Sancti Espíritus, otrora una potencia en ganado porcino, el periódico comunista Escambray reveló que en 2021 se produjeron apenas 4,000 toneladas de carne de puerco. En 2022 hasta principios de octubre no se había llegado ni a 600 toneladas, y se espera que en todo el año no se llegue ni a 1,400 toneladas de la más preciada carne en Cuba.
Se produce en la isla ya tan poca carne de puerco (ni de ninguna otra carne) que prácticamente desapareció del mercado formal. Y en el informal una sola libra cuesta entre 340 y 550 pesos, o sea, hasta el 26% de un salario mínimo mensual completo. Increíble, pero cierto.
A Marrero y a los jefes mafiosos que lo mangonean, que no se burlen más de los cubanos. Que no maquinen más payasadas que a nadie engañan. Todos en Cuba ya saben que sin propiedad privada no hay agricultura que valga. Y punto. En ninguna parte del mundo. La privatización del campo cubano es lo único que de verdad puede llenar las mesas cubanas de productos agrícolas y pecuarios.