¿Cuántos cubanos están muriendo en la isla, o sufriendo y agravándose fatalmente de sus enfermedades, o morirán pronto, por la inaudita falta de medicamentos indispensables y de instrumental médico necesario para asistirlos, o para realizar intervenciones quirúrgicas y tratamientos hospitalarios impostergables?
Nadie lo sabe, pero está ocurriendo. No hay duda de eso, y es necesario denunciarlo a los cuatro vientos, pese a no disponer de las cifras y los detalles, pues la tiranía de Raúl “el Cruel” jamás las va a revelar, y metería en prisión a quien se atreviese a hacerlo.
Pero no importa, basta aplicar la lógica. El monopolio comunista BioCubaFarma, encargado de la producción y distribución de medicinas en en el país, reconoció el 18 de julio que “están en falta” 251 de los 369 medicamentos básicos, o sea, el país carece del 40% de las medicinas fundamentales. Y si la dictadura dice que faltan 251 medicamentos, al seguro que la cifra es muy superior ¿no?
Si el régimen dio esa noticia fue para culpar al “bloqueo” de EE.UU. Fue lo que hizo la semana pasada el presidente de dicho monopolio estatal, Eduardo Martínez, quien siempre miente por orden “de arriba” y para preservar su privilegiado cargo de vividor enganchado a la oligarquía dictatorial.
Faltan 251 medicinas ¿cuántas no habrá en los próximos meses?
Un año antes, en junio de 2022, ese mismo Martínez dijo que en Cuba faltaban 151 medicamentos, 88 catalogados como “Prioridad 1” (de vida o muerte), 19 para tratar a “pacientes graves”, y otros 63 racionados con la “tarjeta de control”. Reveló que faltaban 30 medicamentos más que al inicio de 2022.
Ahora faltan 100 medicamentos más (la cifra es superior) y cabe preguntarse cuántos van a faltar dentro de cuatro meses, o un año, pues el Estado está en bancarrota, y las pocas divisas disponibles son para construir hoteles para GAESA, depositarlos en las cuentas “offshore” (costa afuera) de los generales y demás integrantes de la creme de la creme castrista, y para mantener la dolce vita de que disfruta la nomenklatura comunista.
Tampoco se sabe cuántos cubanos hoy están vivos, o controlan algo sus padecimientos crónicos gracias a los medicamentos, equipos y dinero que reciben de sus familiares en el extranjero, básicamente desde EE.UU, o los que llevan las “mulas”, o son robados en los almacenes, farmacias y hospitales y nutren el mercado negro.
Si no hubiera “revendedores” moriría mucha gente en Cuba
Porque si no existieran quienes el régimen llama “revendedores” y “acaparadores” de medicamentos no se sabe cuántos cubanos ya habrían muerto, pudiendo salvarse, ni cuántos se habrían agravado de sus enfermedades crónica y estarían sufriendo dolores sin alivio alguno.
Soy testigo de que antes de 1960 no había en Cuba revendedores clandestinos de medicinas. Había farmacias por todas partes y jamás vi una cola para conseguir un medicamento, ni farmacias con sus estantes vacíos como están hoy todas las farmacias cubanas.
Dado el cataclismo socioeconómico causado por el comunismo, los revendedores en Cuba son imprescindibles. Son un efecto y no causa de la escasez. Constituyen la red farmacéutica privada cuya existencia no permite el régimen. Si hubiera farmacias privadas no faltarían los medicamentos indispensables. ¿hay revendedores en México, Costa Rica o Colombia? Por favor.
En cuanto al alto precio de los medicamentos clandestinos, veamos lo que tristemente hace unos días le dijo a la agencia noticiosa italiana IPS la maestra habanera Bárbara Cruz: “Mi papá, jubilado y diabético, necesita tomar glibenclamida. La he buscado en el mercado negro, pero mi salario no me permite comprar el medicamento suficiente debido a los precios”.
Altos precios porque los abastecedores también tienen hambre
¿Por qué altos precios? Porque las familias que reciben los medicamentos desde el extranjero, los viajeros que llegan a la isla con medicamentos, y las “mulas”, luego de abastecerse a ellos mismos venden el resto clandestinamente a los precios que fija libremente ley de la oferta y demanda: a mayor escasez, mayor precio. Lo hacen porque tienen hambre y con la hiperinflación causada por el régimen sus salarios no alcanzan para adquirir los alimentos, ni lo demás que necesitan. Además, así funciona el comercio en el mundo desde hace miles de años.
Ah, quienes roban las medicinas lo hacen sin remordimiento alguno, pues ven cómo los dirigentes políticos, los militares y toda la mafia dictatorial roban más medicamentos que ellos. Saben que esos “revolucionarios” reciben un tratamiento médico exquisito en hospitales exclusivos para ellos, con postas militares que prohíben el acceso de “plebeyos” y de la prensa.
En su fase final se exacerba la crueldad del dictador y sus socios
Desde Matanzas, el periodista independiente Alberto Corzo, informó: ““Ni una aspirina existe en una farmacia (…) en los hospitales cuando requieres un procedimiento quirúrgico el médico da una lista al paciente con todo lo que necesita para la cirugía porque está en falta: guantes, hilo de sutura, agujas (…) el hospital se limita a ofrecer la mano de obra”. En los hospitales ni siquiera hay aminofilina, labetalol, fenoterol y morfina para pacientes en cuidados intensivos.
En fin, ya en su fase final, se exacerba la crueldad del dictador y sus secuaces. Es trágica la indefensión del pueblo cubanos ante el castrismo afincado en las bayonetas. La gente está pasando hambre, padece de desnutrición perniciosa, muere o se agrava fatalmente de sus enfermedades, sufre dolores, ansiedad, depresión, desesperación sin límites. Y muchos se suicidan.
¿Hasta cuándo Raúl Castro?