Poner un zorro a cuidar un gallinero no es un gracioso chiste universal, probablemente milenario. Eso sucede de veras en el mundo, y ahora mismo.

Basta leer esta noticia de hace unos días fechada en La Habana: Cuba anunció este viernes (1 de septiembre 2023) su candidatura al Consejo de Derechos Humanos de la ONU para el período 2024-2026, y enfatizó que continuará cumpliendo estrictamente con los compromisos adquiridos en materia de derechos humanos. La votación tendrá lugar el 10 de octubre próximo en Ginebra.

Lo más vergonzoso no es la solicitud que hace el propio zorro de que lo pongan a comerse las gallinas, sino que el máximo organismo mundial haya aceptado su candidatura en vez de rechazarla con indignación. Y peor aún, que ese zorro actualmente es miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y aspira a seguir ahí degustando gallinas, pollos y gallos a discreción.

Los cubanos en la isla se preguntan cómo eso es posible. La respuesta no es difícil. Ello emana del control y la influencia abrumadora que tienen la izquierda marxista y gramscista y los gobiernos autoritarios en el mundo de hoy, incluyendo la ONU. El propio secretario general, Antonio Guterres, es un militante socialista portugués. Y hasta no hace mucho la Alta Comisionada para los Derechos Humanos era la expresidenta socialista de Chile, Michelle Bachelet, admiradora confesa de los hermanos Castro y su dictadura.

De los 193 países miembros de la ONU, solo 72 cuentan con regímenes democráticos, según el Índice de Democracia realizado en 2020 por la revista “The Economist”. Y muchos de ellos tienen gobiernos populistas de izquierda. En América Latina hay 10 actualmente, incluyendo los tres países más grandes en influyentes de la región, Brasil, México y Argentina.

Hay otros 59 países clasificados como “autoritarios”, entre ellos cuatro de Latinoamérica: Haití, Cuba, Nicaragua y Venezuela; y lo son también 9 de los 10 países miembros del grupo antioccidental y antiestadounidense llamado BRICS, encabezado por China, Rusia, Brasil y Sudáfrica, a los que se acaban de unir Irán, Etiopía, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Argentina para crear un “nuevo orden internacional” antioccidental y desplazar al dólar como moneda universal.

Por tanto, no debe sorprender que Cuba integre el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, siendo un país en el que llevar encima la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) es un delito de “propaganda enemiga”, que lleva a la cárcel. Turbas organizadas por el Partido-Estado comunista, gritan: “¡Abajo los derechos humanos!”, queman en la vía pública ese texto. Agreden y gritan obscenidades (“mítines de repudio”) a defensores de los derechos humanos y opositore políticos, como lo hacían las camisas pardas nazis.

El gobierno castrista afirma que es el que mejor cumple en América con los derechos humanos que llama “colectivos”: sociales, políticos, económicos y culturales. Falso. Pisotea por igual a los 31 artículos sin excepción.

Veamos:

“Artículo 21. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos, y de acceso a las funciones públicas de su país. La voluntad del pueblo se expresará mediante elecciones periódicas por sufragio universal e igual y por voto secreto.”

En Cuba no hay elecciones libres desde 1948. El Partido Comunista monopoliza todos los poderes públicos del Estado. El dictador designa a dedo a los miembros del gobierno y mantiene tras las rejas a más de 1,000 presos políticos.

El Artículo 22 proclama que “toda persona tiene derecho a la seguridad social y a la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad”.

En la isla más de un millón de jubilados y desamparados no jubilados viven en la extrema pobreza. Ni soñando llegan al ingreso mínimo de $2.15 dólares diarios, o sea, $46,58 dólares mensuales que la ONU establece para clasificar la extrema pobreza. Los jubilados reciben como promedio $13,82 dólares mensuales, y los desamparados aún menos. Algunos se desmayan en la calle por el hambre que pasan. Muchos hurgan en basureros, venden baratijas, y piden limosna

Y el artículo 23 dice: “Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo (…) a una remuneración que le asegure también a su familia una existencia conforme a la dignidad humana. Tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicalizarse.”

Pues bien, los opositores políticos son expulsados de sus empleos y el Estado les niega asistencia social. El desempleo pasa del 35%. El salario promedio es de 31 dólares mensuales y la canasta básica no baja de 110 dólares. Solo el gobierno puede crear sindicatos, todos a su servicio.

En los artículos de la DUDH enfocados en los derechos y libertades individuales, el panorama es aún peor. Tanto, que no es necesario detallar cómo son violados.

El Artículo 1 dice: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”; y el Artículo 2:  “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición…”

Del Artículo 3 al 21 puede leerse:  “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes…”;  “Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente….”; “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión…”;  “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

Salta aquí a la vista que en pleno siglo XXI es bochornoso que la humanidad no disponga de reglas protectoras supranacionales de obligatorio cumplimiento para sancionar a los gobiernos que no respetan los derechos humanos.

Violarlos masivamente no puede seguir siendo un “asunto interno” de un país. El ser humano está por encima de lo “políticamente correcto” y la diplomacia. Todo gobierno violador de derechos humanos debiera ser obligado a respetarlos, por la fuerza si fuese necesario.

Pero con fuerzas geopolíticas globales retrógradas y antiliberales que cuentan ya con dos tercios de la población mundial, y que son enemigas de la cultura democrática liberal occidental, no es posible crear fuerzas internacionales para intervenir donde se atropelle masivamente la integridad física de los seres humanos y se estrangulen sus libertades fundamentales.

Es por eso que el zorro castro-comunista se da banquete en el gallinero, y puede que hasta le prorroguen sus festines homéricos a mediados de octubre.