“No, espérese Pepucho, no se vaya todavía que le voy a traer una tacita de platanillo acabadito de colar”, le dice Emilia al visitante

¿Platanillo? pregunta él. “Bueno, mire, como en la bodega hace meses no dan ya ni chícharos mezclados con café, hay que inventar. Usted sabe, hay que engañar al estómago y hacerse ideas con lo que aparezca”, responde a Pepucho la resignada anfitriona.

No es esto una escena de una comedia teatral. Este hipotético dialogo puede tener lugar ahora mismo en algún lugar de Cuba. A falta de café, que ya no “viene” a la bodega, en Holguín la gente prepara infusiones de platanillo para al tomarlo hacerse la idea de que es café.

Platanillo: de aliviar las hemorroides a tomarse como “café”

El platanillo es un arbusto silvestre de color verde amarillento abundante en toda la isla que huele a pimienta y da unas vainas con unas frutillas pequeñitas. Su nombre científico es Piper ossanum. En Cuba algunos campesinos utilizan el platanillo como diurético, o para aliviar las hemorroides.

Según narran periodistas holguineros independientes, para obtener el sui generis “café” se abre la vaina, se sacan los granos y se ponen a secar al sol. Ya secos se ponen al fogón y se tuestan, como si fuera café, y se muelen.

“Eso es lo que le estamos dando de desayuno a los niños para que puedan ir a la escuela”, explicó la indignada Luisa Martínez Silva, vecina del municipio de Antilla. El platanillo se da silvestre, pero Luisa lo cultiva en el patio de su casa.

Como si fuera poco, leamos ahora este otro párrafo de una crónica desde Sancti Spíritus publicada por el diario independiente “14yMedio”, luego de conversar con Lismary, una espirituana de 32 años.

Mejunje con olor a corteza quemada y sabe a rayo, es lo que hay

“Una vecina me avisó y fue corriendo para la casilla (bodega) pero nada más ver el color del polvo me dio mala espina (…) se veía muy negro, como si estuviera requemado, cuando abrí el paquete (…) no olía a nada, si acaso cierto tufo a corteza quemada (…) mi abuela estaba loca por tomarse un buchito y cuando se lo di enseguida soltó que eso ‘no sabe a café ni huele a café'”.

Las quejas son contra la estatal Torrefactora de Cabaiguán, que recientemente reinició su producción luego de haber detenido las labores en junio pasado. “¿Qué le están añadiendo al café? ¿Carbón, leña seca, cáscara de coco quemada?”, escribe Luis Ernesto en internet otro espirituano.

Lo curioso es que los espirituanos aún no saben qué rayos le están echando a ese dizque café que efectivamente sabe a rayo.

El café legítimo producido en Oriente GAESA lo exporta, y lucra

Como brutal contraste veamos el comienzo de esta nota periodística fechada en Madrid el 13 de octubre (2023):

Lavazza, que como Starbucks es una de las principales marcas de café del mundo, presentó el 10 de octubre (2023) en Madrid “La Reserva de ¡Tierra! Cuba”, el nuevo café premium orgánico de calidad sostenible (…) que será distribuido exclusivamente por Espressa Coffee & More (…) contiene granos cultivados por 170 agricultores de las provincias de Santiago de Cuba y Granma.

O sea, los cubanos no toman café de verdad hace mucho tiempo y GAESA  exporta al mundo entero lo poquito que produce el país.

Y esto ocurre en un país que desde fines del siglo XVIII, y hasta el asalto al poder de los Castro, estuvo exportando un café exquisito y aromático de altísima calidad, que se hizo famoso mundialmente y era muy codiciado en el mercado.

En 1830 ya Cuba era el mayor exportador de café del planeta, y por supuesto, los primeros en disfrutar de ese delicioso café eran los propios cubanos, ricos y pobres, sin excepción. El buchito de café tempranito en la mañana llegó a entronizarse en el ADN de la cultura cubana. La UNESCO en el año 2000 clasificó como Patrimonio de la Humanidad al “Paisaje arqueológico de las primeras plantaciones de café de Cuba”.

Desde mayo hasta septiembre no se entregó el chícharo-café

Pero volvamos a la realidad de hoy. Desde mayo de 2023, hasta el cierre de septiembre, no se entregó el café de la canasta familiar por la libreta. Y no estamos hablando del café cubano delicioso que exporta Espressa Coffee & More.

Se trata de un café que no es tal, según la Organización Internacional del Café (OIC), con sede en Londres, que establece que todo café que tenga más de un 5% de mezcla con otros granos no puede llamarse café.

En Cuba yo ni siquiera ese chícharo-café pueden tomar los cubanos de a pie. Y en las shopping una bolsita de 115 gramos de café “Cubita” cuesta el equivalente a un salario mínimo completo, 17 dólares.

Rendimiento cafetalero en Cuba es tal vez el más bajo del mundo

Antes del castrismo Cuba producía cerca de 60,000 toneladas de un café de fama mundial por su alta calidad. Pero desde hace décadas el país produce entre 7,000 y 11,000 toneladas anuales, y el consumo nacional racionado, es de 24,000 toneladas.

Entre otros factores, ello ocurre porque el rendimiento de campo en la isla es ridículo: 0.18 toneladas de café por hectárea. Y el promedio mundial es de una tonelada por hectárea. Cuba produce por hectárea menos de la quinta parte del promedio internacional. Es probablemente el peor rendimiento cafetalero a nivel planetario.

Si algo expresa nítidamente el desastre cafetalero castrista es el llamado “Programa de Desarrollo Cafetalero” para alcanzar la gran meta de 30,000 toneladas en 2030, es decir, la mitad de lo que antes Cuba producía espontáneamente, si “planificación” alguna.

Con la producción de 1958 Cuba obtendría hoy $300 millones

Otro detalle, si Cuba produjese solo lo mismo (no más) que hace 65 años y exportase las 36,000 toneladas años que exceden el consumo nacional racionado captaría más de 300 millones de dólares, pues el precio internacional oscila en torno a los $10,000 dólares la tonelada el café de alta calidad, y $4,300 dólares el de baja calidad.

Esos $300 millones de dólares faltantes, y tomar platanillo tostado en vez de café, son otros dos grandes “logros de la revolución”.