El pasado 27 de diciembre la joven estadounidense Ariana Guilak, de California, bajó en Punta Cana, República Dominicana, de un vuelo de American Airlines procedente de Miami y para su asombro fue recibida con flores y agasajos por ser la pasajera que hizo el total de 10 millones de turistas recibidos en 2023 en suelo dominicano, cifra récor en esa nación caribeña.

Lo más importante es que el turismo aportó más del 20% al Producto Interno Bruto (PIB) dominicano y el país se afianzó como segundo mayor polo turístico de América Latina después de México. Y pensar que en 1958 solo La Habana recibía 4 veces más turistas que toda Dominicana.

Cuba, con el doble de tamaño y más playas, en 2023 apenas recibió 2.4 millones de turistas, casi un millón menos de los 3.5 millones que aseguraba el régimen irían a vacacionar en 2023 a la isla.

Y ojo, ni eso. La cifra de 2.4 millones es tramposa. El Ministerio de Turismo incluye ahí a todos los viajeros que llegan, ya sean cubanos residentes en la isla que han viajado al extranjero, u hombres de negocios, o funcionarios políticos, etc.

Cuba recibió 7.8 millones turistas menos que Dominicana 

Realmente el total de vacacionistas en 2023 no pasó de 2.2, o 2.3 millones de personas, según los expertos. Es decir, un millón de turistas menos de lo “planificado”. Y 7.8 millones turistas menos que República Dominicana.

Al comienzo del tercer trimestre (2023) el ministro de Turismo, Juan Carlos García, dijo que “la industria turística cubana ha demostrado un gran potencial y ha sido capaz de mantener su competitividad en el mercado internacional a pesar de los desafíos que enfrenta”.

Poco antes el rollizo Primer Ministro, Manuel Marrero, aseguró que “el turismo se está recuperando”, que en poco tiempo se logrará llegar a los cinco millones de visitantes, y que el principal escollo que tiene Cuba para elevar el número de turistas es el “bloqueo”. No importa que con embargo y todo EE.UU es el segundo emisor de turistas a Cuba, contando estadounidenses no cubanos y los emigrados cubanos residentes en EE.UU.

Ahora viajan menos cubanos y estadounidenses a la isla

Claro, de no haber castrismo-comunismo podrían viajar cada año no menos de 14 o 15 millones de estadounidenses. Pero Raúl Castro tiene la culpa, se niega a soltar el poder o restablecer la economía de mercado. Sí es cierto que estadounidenses y cubanos en EE.UU ya no viajan tanto a Cuba. El servicio es pésimo y la escasez, la crisis económica y los apagones se hacen insoportables.

En 2019 de 623,831 cubanos que viajaron a la isla, 552,816 procedieron de EE.UU, según informó el propio canciller Bruno Rodríguez en Twitter. Pero en 2023 se estima que los emigrados cubanos en todo el mundo que viajaron a Cuba apenas superaron los 300,000.

Por cierto, el ministro García al referirse al incumplimiento del plan turístico, además de culpar al “bloqueo” destacó la “ausencia de enfoque de sistema para la gestión integrada del destino, la restricción en las formas de pago de servicios y ofertas, el deterioro de infraestructuras de apoyo a la actividad turística, la insuficiente preparación de los gobiernos locales para garantizar la gestión turística de sus territorios y las dificultades con el capital humano”. ¡Casi nada!

Involuntariamente lo que hizo fue aceptar que el turismo en la isla no solo está estancado, sino que marcha sin frenos cuesta abajo, acogotado por la crisis multisistémica del país. El turismo castrista ya dio todo lo que podía dar mientras la dictadura de Venezuela financiaba al castrismo y casi 600,000 cubanos viajaban a la Isla.

Industria turística cubana no crecerá hasta que sea privada

El turismo en Cuba ahora cabalga sin montura montaña abajo. Ya no podrá crecer hasta que esa industria sea propiedad privada, como en el resto del planeta, excepto en la gemela Corea del Norte.

Por no ser privada es que la caribeña República Dominicana casi quintuplica la cantidad de vacacionistas que van a la caribeña Cuba. Y por eso de cada dólar que deja el turismo estatizado en la isla 65 centavos regresan al extranjero en importaciones para el propio sector turístico, incluyendo vegetales y frutas frescas precisamente de la capitalista dominicana.

De la diferencia entre el turismo estatal castrista y el turismo privado baste decir que los 10 millones de turistas en República Dominicana gastaron allí $11,000 millones de dólares, y en Cuba la cifra (aún no oficial pero sí estimada), no sobrepasó los $800 millones. ¡Fue 14 veces menor!

Como le dijo a fines de diciembre el presidente del Grupo Puntacana, Frank Rainieri, a un periodista: “Tú te paras en la tienda de la nueva terminal y ahí se venden 1,200 productos de artesanos dominicanos y más de 400 botellas de mamajuana” (mezcla de ron, vino y miel).

¿Cuántos productos cubanos de artesanía se venden en el aeropuerto de Varadero, o incluso en el de La Habana? ¿cuántas botellas de ron y de otras tantísimas cosas que se podrían vender sin “revolución” a los visitantes en Cuba?