Los textos de historia, o literarios, o los medios de comunicación desde la segunda mitad del siglo XX cuando se refieren a las dictaduras más sangrientas que ha habido en América Latina generalmente mencionan a Rafael Leónidas Trujillo, Augusto Pinochet, Jorge Videla, Alfredo Stroessner y otros, pero casi nunca a los hermanos Fidel y Raúl Castro, considerados como “líderes revolucionarios” y no dictadores.
En el caso de Pinochet, probablemente el más citado de todos, se destaca que mató a 3,065 opositores políticos. Esa es la cifra final que dio a conocer la comisión estatal chilena que realizó una cuidadosa investigación al respecto.
Sin embargo, muy pocos saben que los hermanos Castro en Cuba han matado en forma directa a 7,899 opositores, ejecutados ante un pelotón de fusilamiento, asesinados extrajudicialmente, o que han muerto por causas atribuibles a la dictadura, según la última actualización documentada realizada en agosto de 2019 por Archivo Cuba. O sea, el castrismo ha matado 4,834 personas más que Pinochet.
En la cifra de personas privadas de la vida por Fidel y Raúl Castro se incluyen 3,084 fusilados ante un paredón, 1,069 ejecutados sin juicio alguno, y 155 ejecuciones documentadas de personas baleadas por tropas guardafronteras cuando intentaban salir de Cuba. A eso hay que agregar otros asesinatos como el de los 31 adultos y 10 niños que murieron al ser hundido el remolcador 13 de Marzo por tropas castristas en 1994. O los 13 presos políticos que han muerto en huelgas de hambre.
Hay otros 852 cubanos que desaparecieron en el mar al tratar de abandonar el país. Y esta es solo la cifra certificada con nombres y apellidos por Archivo Cuba, pues se estima que el número de balseros muertos es probablemente de varios miles.
Por otra parte, la organización Cuban Prisoners Defenders (CPD) ha registrado la muerte de 346 reclusos en las cárceles por no recibir atención médica, o por negligencia. A ellos se suman en las cárceles 156 suicidios inducidos o presuntos, así como otras 202 defunciones por ahogamiento, deshidratación, y también o víctimas de minas terrestres que explotaron mientras trataban de irse del país. Otros 294 reclusos han muertos en prisión por otras razones.
Pero hay más, la cifra de víctimas fatales causadas por el castrismo es muy superior si se incluyen los cubanos sacados de las oficinas y fábricas y murieron inútilmente en guerras africanas. El gobierno afirma que fueron 2,700, pero testigos calculan que las víctimas mortales oscilaron entre 7,000 y 10,000 cubanos.
Si se tiene en cuenta que la inmensa mayoría de los fusilamientos y ejecuciones extrajudiciales tuvieron lugar en los primeros 7 años de la “revolución”, hasta ponerse fin en 1966 a lo que Fidel Castro de forma insultante denominó “Limpia del Escambray” y “Lucha contra Bandidos”, en que fueron ejecutados in situ, sin proceso judicial alguno, centenares de combatientes anticastristas y campesinos que los apoyaban, se puede advertir que el régimen castrista mató anualmente a 860 personas como promedio.
El crimen de la Loma de San Juan; enterrados vivos
Para tener una idea de la catadura criminal del hoy dictador cubano vale recordar algo muy poco conocido incluso en Cuba. En enero de 1959 Raúl Castro era el jefe militar de la provincia de Oriente y ordenó la ejecución inmediata, antes de terminarse el juicio, de 72 ex militares de Batista. El juicio era ya una farsa, sin investigación previa, sin derecho a la defensa, sin el debido proceso, basado en el principio “de presunción del delito”, y sin testigos.
El entonces comandante Castro II interrumpió al tribunal y gritó: “Si uno es culpable, los demás también lo son. Los condenamos a todos a ser fusilados”. Así lo narró en 2002 el periodista Antonio Llano Montes, de la revista Carteles, quien cubrió como reportero aquel dizque juicio.
De inmediato fue abierta una larga zanja en la histórica Loma de San Juan, Santiago de Cuba, y de espaldas a la zanja fueron acribillados los 72 prisioneros. Un bulldozer los cubrió de tierra. Llano Montes fue al lugar después y vio que de la tierra salía una mano cadavérica que había tratado de agarrarse a una piedra. Había sido enterrado vivo, como probablemente también otros.
Ha habido mucha sangre y crímenes políticos en Latinoamérica, por dictaduras y sobre todo durante las guerras civiles, algunas llamadas erróneamente como “revoluciones”, pero en cuanto a llevar ante tribunales a honestos y pacíficos ciudadanos solo por disentir políticamente de sus gobernantes, condenarlos fríamente a muerte y fusilarlos, Fidel y Raúl Castro ostentan el liderazgo continental.