Cada vez se avizora más nítidamente en el horizonte, y no muy lejos, una hambruna en Cuba, quizás como no la habido desde la “Reconcentración” del gobernador colonial español Valeriano Weyler en 1896.
Ocurrirá si Raúl Castro no libera las fuerzas productivas del campo y las demás, deja de confiscar las cosechas de los campesinos, obligarlos a entregar sus cosechas al Estado a precios miserables.
La Liga de Campesinos Independientes de Cuba y la Federación de Mujeres Rurales (FLAMUR), a nombre de todos los campesinos de la isla, recientemente enviaron un informe a la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, la izquierdista chilena Michelle Bachelet, en la que denuncian la confiscación de los animales y alimentos que a duras penas logran producir los campesinos y usufructuarios privados de tierras.
“En Cuba se nos avecina una hambruna que puede ser evitada –señala el documento–, su causa no es externa ni tampoco está relacionada con un desastre natural (…) es consecuencia del feroz bloqueo interno de nuestras fuerzas productivas por el gobierno nacional.”
Denuncian los agricultores que el régimen castrista hace lo mismo que Stalin cuando confiscó las cosechas y alimentos de los campesinos en Ucrania en los años 30 y causó la muerte por hambre de varios millones de familias ucranianas.
“Nos han declarado una guerra económica”, dice el informe, en la que participan las fuerzas armadas y la policía. “Nos presentan como bandidos egoístas a nuestros hermanos de la ciudad.” Y recuerda que los negocios privados, incluidos los agropecuarios, no están incluidos en las sanciones de Washington y pueden comerciar y hacer negocios con compañías de EE.UU, “pero el gobierno cubano nunca lo ha permitido.”
Las leyes económicas pasan la cuenta a quien las manipula
Ni Raúl Castro, ni Díaz-Canel, y menos aún José R. Machado Ventura o Ramiro Valdés han entendido nunca (tampoco lo entendieron Marx, Lenin, Mao, Fidel Castro, Pol Pot, o el Che Guevara), que las leyes económicas universales no se pueden ignorar, manipular, o meterles miedo comunista. Tarde o temprano pasan la cuenta.
Pero no la pagan los jerarcas dictatoriales, que viven a todo dar, sino la gente de a pie. Actualmente la carne de puerco, principal proteína que ingieren hoy los cubanos, está en falta total en los mercados tras la decisión del régimen de obligar a los privados a vender sus producciones al Estado, y con precios bajísimos impuestos por el Ministerio de la Agricultura.
Por la ineludible ley de la oferta y la demanda los productores del sector privado, principal fuente de suministro de la red de mercados agropecuarios, se niegan a aceptar los precios y las absurdas exigencias del Estado comunista, y prefieren disminuir la producción antes que venderla al miserable precio estatal.
Una libra de puerco cuesta a un jubilado el 20% de su pensión
Actualmente en Cuba una libra de carne de puerco cuesta entre 80 y 100 pesos corrientes (CUP), o sea, entre $3.33 y $4.16 dólares, precios que representa entre el 7.5% y el 9.4% del salario promedio en el país. Y a un jubilado ese pedacito de carne de cerdo le cuesta hasta el 25% de su pensión mensual de 400 pesos, unos $16. Habría que ver la cara que pondría un estadounidense al entrar en un supermercado y encontrar que el precio de una libra de carne de cerdo oscila entre $405 a 507 dólares, pues el salario promedio en EE.UU es de unos $5,440 mensuales.
El colmo es que mientras se vislumbra una hambruna el régimen hostiga y encarcela a los campesinos más productivos, como se hizo en la Rusia bolchevique, y luego Stalin, contra los “kulaks” (campesinos ricos).
Están en la cárcel por producir mucho
Dos casos escandalosos son los de Bismar Rodríguez, quien se convirtió en el principal abastecedor de carne de puerco en la provincia de Holguín y por eso ahora cumple 8 años de prisión; y el de Yoni Castelló, el mayor productor porcino en la provincia de Las Tunas, quien por ese “delito” hoy está también en la cárcel. Castelló poco antes de ser arrestado, en abril de 2018, vendió a la empresa porcina estatal 1,800 puercos de más de 220 libras cada uno, que dieron 3,600 piernas y otras 3,600 paletas, o sea, 7,200 excelentes piezas para asar.
Que Bismar y Yoni estén en prisión por producir “demasiado” expresa la irracionalidad del comunismo. Es una aberración impensable en Occidente, menos para la izquierda militante, que por razones político-ideológicas la pasa por alto y apoya lo que sigue llamando la “revolución cubana”, pese a que al menos el 92% de la población (10.4 millones de cubanos) la rechazan como la Gran Estafa, tal y como oportunamente calificó Eudocio Ravines al “socialismo real” del siglo XX.