Así como el Partido Comunista Chino inventó el “socialismo de mercado”, y en Corea del Norte hay una monarquía comunista, la dictadura totalitaria cubana, leáse “la mafia militar cubana”, acaba de inventar el “neoliberalismo socialista”.
Quién se lo habría dicho a Marx o Lenin. Durante 60 años La Habana ha dirigido el coro de la izquierda latinoamericana de improperios y de protestas violentas contra lo que llaman “neoliberalismo” y “terapias de choque” aplicadas por gobiernos democráticos, que según el PCC causan desigualdades sociales “horribles” a sus pueblos.
Bueno, para empezar hay que recordar que el neoliberalismo no existe, es un vocablo fabricado por la izquierda como pretexto para desestabilizar gobiernos democráticos. El único liberalismo que hay es el surgido luego del descubrimiento del Nuevo Mundo, que se disparó con la Revolución Industrial del siglo XVIII, y que afincado en la propiedad privada y la libre empresa edificó el mundo moderno actual.
Un ejemplo a la mano es el de las salvajes protestas “anti-neoliberales” de 2019 en Chile, que no fueron nada espontáneas. Hubo una subida de 5 centavos, de $1.12 a $1.17 (solo un 3.7%) del precio del metro de Santiago, pero el presidente Sebastián Piñera dejó sin efecto el alza. Y entró entonces en acción la maquinaria terrorista cubana, junto con anticapitalistas no solo chilenos, sino, peruanos, venezolanos, colombianos, y otros extranjeros que viajaron a Santiago con ese fin.
Hay derecho a protestar contra el “neoliberalismo” castrista
Si Granma y todos los medios castristas en vez de condenarla justificaron y estimularon la devastación terrorista que incluyó la destrucción de 23 estaciones del metro de Santiago y otros desmanes que evocaban a Atila, por las “medidas de choque neoliberales” (alza de 5 centavos anulada) ¿no tienen derecho los cubanos a protestar contra la real terapia de choque Tarea de Ordenamiento, que los hará pasar hambre y miseria con aumentos de precios de hasta 1,500%, 2,200%, y más?
Por ejemplo, la electricidad costará cinco veces más, y muchos cuentapropistas quebrarán. Desde La Habana la cuentapropista y periodista Rebeca Monzó explicó que no se podrá poner aire acondicionado a los inquilinos, ni en los restaurantes porque habrá que pagar más por la electricidad que lo que ellos van a ganar.
La receta no es del FMI, sino de una dictadura comunista
Granma y los medios castristas arremeten contra las “recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI)” para reducir gastos de los Estados, sanear las finanzas y evitar una alta inflación. Sin embargo, ahora en la Cuba socialista se imponen recetas que no sanearán las finanzas sino las empeorarán, porque no van acompañadas de más producción y servicios, pues el dictador se niega a liberar las fuerzas productivas. Pero Granma se deshace en elogios, y ningún medio latinoamericano ha tocado el tema.
El encargado de la “Tarea de Ordenamiento”, Marino Murillo, asegura que las ventas minoristas en 2021 ascenderán a 252,000 millones de pesos ($10,500 millones), pero que el total de salarios que se pagará será de 139,000 millones de pesos ($5,700 millones). Eso, sumado a unos 17,000 millones de pesos más de ingresos entre cuentapropistas y campesinos arroja una capacidad de consumo total en el país de 156,000 millones de pesos. Por tanto, faltarán 96,000 millones de pesos ($4,000 millones). O sea, el país no producirá el 38% del cash que se necesita para comprar todo lo que dice Murillo.
¿De dónde saldrán esos $4,000 millones? De la “gusanera” residente en el extranjero. A falta de subsidios extranjeros la parasitaria dictadura de oficio ya cuenta en su plan económico de 2021 con el subsidio enmascarado que le llega básicamente desde EE.UU, el “enemigo imperialista”, vía remesas, y de mil maneras.
La mafia militar se sobrevalora y subestima a los cubanos
Y en todo esto hay algo clave a tener en cuenta. En los años 90, al cesar el dinero regalado desde Moscú y derrumbarse la economía cubana, Fidel Castro con su entrenado olfato de gángster para detectar el peligro se tragó toda la bazofia que había hablado y legalizó la circulación del dólar, abrió los mercados campesinos y autorizó el trabajo por cuenta propia, que había calificado como propio de “holgazanes”.
Sin embargo, 30 años después la mafia que encabeza Raúl Castro, que al igual que Castro I gobierna por encima del Estado y del PCC, se niega a liberar las fuerzas productivas y restablecer libertades básicas secuestradas a los ciudadanos. E impone la peor terapia de choque “neoliberal” que se recuerde en América Latina. Por ineptitud o intransigencia senil la cúspide castrista se autosobrevalora y subvalora la realidad. Se percibe a sí misma como imbatible ante un rebaño de carneros.
Se equivoca. Nunca antes ha habido tanto malestar y rechazo masivo al régimen como hoy. Nunca los cubanos han tenido tanta información del mundo de “afuera” (de la isla). Ni ha habido tantos jóvenes sin conexión con los orígenes de una “revolución” que no conocieron ni quieren saber de ella. La sociedad toda, de manera ya irreversible va perdiendo el miedo e insufla vapor a la caldera social, cuya temperatura es la más alta desde 1959.