Cuando el aventurero argentino Ernesto Guevara en su carta a la Conferencia Tricontinental de La Habana (1966) enunció las características del “hombre nuevo revolucionario” dijo que debe ser “una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar”. Pero olvidó un detallito: “debe saber robar de todo, sin que lo capturen”.
Es eso lo que ocurre en Cuba hace décadas, agravado ahora por la asfixiante crisis ya terminal del castrismo. Noticias procedentes de la isla evidencian que se han disparado los robos en las granjas estatales y también en fincas privadas. ¿Quiénes son los que roban? Puros hombres nuevos educados todos por la “revolución”.
En la provincia de Ciego de Avila, otrora uno de los territorios mayores productores agropecuarios del país por sus formidables tierras rojas, y agua abundante a poca profundidad, los robos a pedradas se han puesto de moda. “Anoche casi me matan“, dijo Jorge Virella, campesino individual avileño. “Los plátanos están raquíticos y el robo de racimos empeora la cosa. Vienen los bandoleros en carretones y te comen a pedrá limpia”.
En tanto, en la granja estatal La Cuba (la mayor productora de plátano fruta y vianda probablemente de todo el país) los robos agravan su ya genética irrentabilidad. Ese sovjós hasta noviembre pasado registrٴó pérdidas por 70 millones de pesos (583,000 dólares), según su director, Ricardo Varona. Y es que como propiedad de nadie (estatal) allí los costos superan los ingresos. Encima hay robos, y además sus obreros casi pasan hambre. Armelio Díaz, de 59 años, dijo al periódico provincial “Invasor”: “Ni café tomé hoy, ¿con qué azúcar? y el almuerzo es en la casa porque en la empresa no hay”.
¿Roban productos agrícolas en Argentina? ¿Por qué en Cuba sí?
No hace mucho, policías locales confiscaron 66,139 libras de plátano fruta robadas de esa granja que iban en tres camiones repletos para el mercado negro. En otro municipio avileño, Primero de Enero, fueron decomisadas 40,785 libras de plátano, otras 40,785 libras en el municipio Ciro Redondo, y 44,800 libras más de plátano vianda, y 4,800 libras de plátano fruta, en el municipio Bolivia, todos de Ciego de Ávila.
Y cabe preguntar: ¿Roban productos agrícolas y pecuarios en Argentina, Perú, Guatemala, o Costa Rica, en grandes cantidades? ¿Por qué en Cuba sí? Para responder, valga un ejemplo. Miles de avileños no pueden comer plátanos vianda o fruta porque gran parte de la cosecha de La Cuba es llevada a restaurantes y hoteles, otra va para los generales y el resto de la casta dictatorial, otra se la cogen los agentes confiscadores de los plátanos robados su consumo familiar, y para venderlas a “gente de confianza” (que no los delaten).
Por eso, por aberrante que parezca a quienes no han vivido en un sistema comunista, el robo de alimentos (y de todo) es inherente a ese sistema, y en mayor grado cuando se trata del modelo centralista estalinista.
¿Son ladrones, o comerciantes furtivos hijos del comunismo?
En un país normal (capitalista) es inadmisible el robo en los campos. Incluso en el especial caso de Cuba estamos ante algo que va contra la decencia, la ética y la cultura de una nación. Pero dada la increíble incapacidad del socialismo para producir alimentos, al final sacar subrepticiamente productos agrícolas de los campos para hacerlos llegar vía informal a los consumidores, se convierte en algo que la población agradece. Y valga el absurdo kafkiano del caso: esos ladrones en la práctica constituyen una variante casuística y emergente, de comercio privado mayorista.
Y solo así se evita la hambruna. Se impide que se pierdan en los campos miles de toneladas de productos porque el monopolio estatal Acopio no tiene camiones suficientes, o gasolina. Porque, para colmo, el gobierno no permite que los campesinos trasladen a la ciudad sus productos a punto ya de pudrirse en los campos y los vendan por su cuenta y riesgo.
De manera que es la propia dictadura, y personalmente Raúl “El Cruel”, quienes provocan el robo agropecuario. En vez de liberar de una vez el campo cubano del hambreador acogotamiento del Estado lo que hacen es organizar patrullas paramilitares para impedir el robo. Total, esos patrulleros devienen mafias profesionales que roban mucho más que los landroncillos individuales aficionados. Y si son sorprendidos “mojan” con viandas y frutas a sus captores, y si te vi no me acuerdo.
Se trata de un círculo vicioso sin solución mientras haya comunismo. Porque, de nuevo, ¿De dónde salen los productos que se consiguen en el mercado alimentario salvador llamado negro? De los campesinos que se arriesgan a ir a la cárcel por no entregar el 80% de sus cosechas al Estado y venden parte de sus cosechas “por la izquierda”; y de los robos por parte de personas que a primera vista son delincuentes, pero que para los consumidores son comerciantes privados e hijos naturales del comunismo.
Si no fuese por el mercado clandestino que nutrido por campesinos y los robos, millones de cubanos que no reciben remesas y no pueden pagar 2,400 pesos (más que un salario mínimo) para adquirir en la calle al menos 20 dólares, no podrían alimentarse al acabárseles lo poquito que les dan por la “libreta.
De otras tareas del actual “hombre nuevo” raulista nos ocuparemos en otro artículo.