Las nuevas concesiones que la Casa Blanca se propone hacer a Cuba con el propósito de “empoderar” a los pequeños empresarios privados equivale al lanzamiento de un salvavidas a una criminal dictadura a punto de ahogarse luego de haber destrozado al país y compulsado a emigrar a millones de sus ciudadanos.
O sea, la Administración Biden se dispone a aflojar aún más el embargo y premiar al castrismo en vez de presionarlo para que desaparezca de una vez.
Ya se anunció que se permitirá que las Mipymes tengan acceso a créditos y préstamos, in situ incluso, de la gran banca de Estados Unidos, no importa que las Mipymes sean solo una pantalla y estén enchufadas directamente a la mafia militar que controla la economía cubana.
En otras palabras, el lobby izquierdoso que pulula en la Administración Biden, y la inteligencia del régimen agazapada en Washington se proponen levantar el sector privado manipulado por el régimen, para ensamblarlo financiera y comercialmente con empresarios estadounidenses y con el grupito de cubanoamericanos deseosos de ganar millones en la jugada, no importa si con ellos perpetúan a la dictadura y el sufrimiento de los cubanos de a pie.
Las Mipymes fueron creadas por Castro II para burlar el embargo
Porque, de entrada, el cuento de Caperucita de las Mipymes en Washington no se lo traga nadie, ni los izquierdosos que. Todos saben que es una trampa para burlar el embargo, y recibir créditos o cash desde EE.UU. Y quien no lo sabe a estas alturas es medio morón.
Todos saben, o son idiotas, que las Mipymes en su inmensa mayoría están en manos de “hijos de papá”, familiares de altos dirigentes del régimen, o de generales de las FAR, connotados esbirros de la Seguridad del Estado, y cuentapropistas enchufados a la dictadura. Al final, las mipymeds de hecho son un brazo más del emporio transnacional GAESA.
Claro, de contrabando en este plan va lo que de momento parece ser el principal objetivo práctico de la Casa Blanca, que es el de parar, o amortiguar, el éxodo delirante de cubanos que llegan ilegalmente a EE.UU por la frontera sur, o por mar.
Ahora no habrá abrazos, sino el dinero por delante, en grande
Todo lo demás que se diga al respecto es pura hipocresía. Joe Biden, como vicepresidente del país, fue testigo del fracaso colosal que tuvo su jefe (y lo sigue siendo) Barak Obama con sus cuantiosas concesiones unilaterales a La Habana en busca de ablandar el corazoncito del tirano Raúl Castro, no fuera “tan malito”, y se convirtiera en un demócrata liberal occidental.
La respuesta del Castro II y del entonces aún viviente Castro I fue frenar en seco las llamadas reformas económicas que estaban en curso, y dar una estalinista, hambreadora y muy represiva marcha atrás.
Esta vez ya no habrá abrazos. Ahora Biden y sus muchachos (guiados por el colombiano Juan González) partidarios de acercarse a la dictadura en vez de presionarla para que caiga, ya no van a hacer promesas, sino que van a soltar la plata por delante sin pedir nada a cambio. Nada de insinuar en conversaciones secretas que al sector privado cubano el Estado debe darle más espacio, libertad e independencia.
O sea, que ahora se suelta la plata primero, ya, rápidamente, sin tener incluso la información necesaria sobre las reglas del juego para invertir dinero. Esas divisas darán oxígeno a la dictadura, cuando más débil está, y lo que se impone es cortarle los ingresos para que se desplome de una vez.
En fin, estamos ante un golpe sucio, muy bajo, del gobierno de EE.UU al pueblo de Cuba. Pretextar que la devastadora tiranía castrista-fascista-comunista, todo a la vez, puede evolucionar de buen grado hacia la democracia es un insulto a la inteligencia humana.
¿Convertir a Cuba en otra China?
Por eso al final en todo corre de fondo otro propósito no explícito por ahora, convertir a Cuba en otra China, ésta a solo 90 millas de EE.UU.
En busca de mayores ganancias con el pago de salarios más bajos las naciones industrializadas sacaron a China de su atraso semifeudal y la convirtieron en la fábrica del mundo y la segunda economía más grande de todas. Pues bien, muchos empresarios de EE.UU, Europa y todo el mundo estarían felices de poder hacer algo parecido con Cuba.
Pero ese “achinamiento” (con perdón de la Real Academia de la Lengua Española) de Cuba no es lo que quieren, necesitan y merecen los cubanos. En China sigue gobernando el mismo Partido Comunista que mató a 65 millones de ciudadanos, de hambre, o ejecutados. Los chinos siguen siendo esclavos de ese genocida partido-Estado.
Los cubanos quieren el fin de la esclavitud castrista, que se haga justicia, disfrutar de la libertad universal a que tienen derecho para construir la Cuba libre, próspera, democrática y desarrollada que se merecen luego de haber sufrido el más prolongado cataclismo humanístico ocurrido nunca en el hemisferio occidental.
Este al parecer inminente nuevo acercamiento de Washington sabotea y va en la dirección contraria a esa justísima aspiración cubana.