El gobierno cubano miente acerca de la situación económica para evitar el pánico.
Claramente muy nervioso por el agravamiento constante de la crisis económica en Cuba derivada de la devastación en Venezuela y la inviabilidad del comunismo, el dictador Raúl Castro ha obligado a sus burócratas a mentir más que nunca para evitar que coja más presión la caldera social cubana.
Ha prohibido que se diga que la crisis actual es un nuevo “período oficial” (que eso es) y el “presidente” por él designado ya no se mide para mentir sin escrúpulo alguno, al igual que los principales ministros del equipo económico del régimen.
Esta semana pasada Díaz-Canel botó la pelota al anunciar que el Producto Interno Bruto (PIB) en 2018 creció en un 2.2%, el doble que el 1.2% reportado antes, lo que ya era falso, pues la economía está en recesión hace rato si se calcula el PIB correctamente y no con trampas como la de contabilizar como activos, ingresos y nuevos valores creados los gastos estatales multimillonarios de la Salud Pública y Educación.
A fines de diciembre de 2018 ya se percibieron las directrices de Castro II de no dar malas noticias para no exacerbar el descontento de la población, que en pleno julio está asfixiada de calor con apagones interminables que paralizan los ventiladores y descomponen los pocos alimentos en los refrigeradores, muchos adquiridos a precios exorbitantes. El ministro de esa rama jura que pronto no habrá apagones, y se agravan por día.
En diciembre último, el ministro de Economía, Alejandro Gil, dijo que el PIB en 2018 había crecido y que en 2019 aumentaría en un 1.5%. Falso. Y Rodrigo Malmierca, ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, informó que en 2018 el intercambio comercial de Cuba con el mundo aumentó en un 5%.
Pero según estimados de economistas en la isla, en 2018 las exportaciones cubanas de bienes de Cuba no llegaron ni a $2,000 millones, mucho menos de la mitad de los $5,399 millones que vendió en 1989. ¿Qué otro país del mundo exporta hoy menos que hace 30 años?
Nada menos que la CEPAL, entidad penetrada por el castrismo hace décadas, reveló que en 2018 en Cuba disminuyeron los ingresos por las exportaciones, el turismo y por los servicios prestados por más de 30,000 médicos en más de 60 países, a los que explota como esclavos de bata blanca.
O sea, las familias cubanas son asfixiadas por la crisis y el gobierno en vez de dar más libertad al sector privado para que haya más producción, lo que hace es mentir e imponer más controles, y dice que no se preocupen tanto que todo va bien, y va estar mejor aún.
La zafra azucarera fue nuevamente fue un desastre, al punto de que el país ha tenido que importar azúcar. El país este año va a recibir un millón menos de turistas. Según los ministerios de Economía, y de Planificación, Finanzas y Precios en los próximos meses se van a cerrar total o parcialmente unas 300 empresas estatales industriales por la falta de combustible y por la suspensión de la importación de más del 60% de las materias primas.
Hay 8,000 médicos cubanos menos alquilados en el extranjero. Apagones de varias horas, alarmante escasez de pollo, harina, aceite, huevos, carne de cerdo, medicamentos, combustible, medios de transporte, ropa, zapatos y productos de higiene personal. No hay ni amalgama para hacer empastes dentales. Pero, el “presidente” y sus muchachos aseguran que la economía creció 2.2% el año pasado y seguirá creciendo en 2019.
“A mentir, señores” es la consigna del General. Porque esta nueva crisis económica en Cuba es más difícil de manejar que la de los años 90. En la sociedad cubana se han producido cambios importantes. La cúpula dictatorial no puede hacer los mismos cuentos de camino de entonces, ni hay ya un mitómano de verbo electrizante como Fidel Castro, quien hipnotizaba al pueblo como nadie más en el planeta era capaz de hacerlo.