Se avecina una crisis de hambre en Cuba
La caída sustancial del turismo en general, y de las importaciones desde China han puesto de manifiesto la gravedad de la crisis, ya terminal, de la economía cubana y dibujan en el horizonte el posible advenimiento de hambre masiva y pobreza extrema en la isla si la dictadura no toma medidas urgentes.
El régimen informó que en 2019 la llegada de turistas a Cuba cayó un 9.3%, incluyendo un desplome de un 16.8% en diciembre con respecto al mismo mes de 2018. En total en 2019 viajaron a la isla 4.275,558 de turistas, es decir, 436,352 menos que en el año anterior.
En tanto, el gobierno chino (la Oficina de Aduanas) reveló que las importaciones totales de Cuba a China en 2019 cayeron a su más bajo nivel en 10 años. O sea, por falta de divisas las compras cubanas a China el año pasado se derrumbaron a 791 millones de dólares desde los $1,100 millones de 2018.
Esto es muy serio. Cuba ha dependido durante 60 años de las importaciones para gran parte de su consumo, pero ahora depende mucho más porque produce menos bienes y servicios debido a la crisis devastadora en Venezuela, su neocolonia y mecenas, y el agotamiento total del modelo estalinista de economía centralmente planificada.
El derrumbe en el turismo agrava la crisis financiera. La ONEI no dio cifras de los ingresos obtenidos por el turismo, pero considerando que llegaron a Cuba 436,352 visitantes menos se puede calcular que el país dejó de recibir entre 370 y 414 millones de dólares, suponiendo que cada uno de esos ausentes hubiese gastado en Cuba entre 850 y 950 dólares solamente. El turismo cae precisamente golpeado también por la crisis de la economía estalinista, que impide ofrecer un buen servicio a los visitantes.
Los cubanos necesitan comer, vestirse, transportarse; requieren de medicinas, artículos de higiene personal y de consumo en general, materias primas, ¿Cuántos alimentos y demás bienes imprescindibles se dejaron de adquirir con esos $709 millones (lo dejado de comprar a China y lo no recibido en el turismo?
Para el dueto Raúl Castro-Díaz-Canel lo peor es que en el caso de la caída de las importaciones no se trata de una disminución coyuntural de las importaciones desde Europa, o el resto del mundo, sino desde uno de los tres principales aliados de La Habana (junto con Venezuela y Rusia).
Queda clarito que Pekín es un gran “hermano” del régimen castrista en el plano político, pero que no es tonto como para regalar dinero ni bienes a nadie. China, con su “economía de mercado socialista” no entrega a Cuba ni una libra de arroz, ni un frasco de aspirinas, si no se lo pagan.
Con Rusia pasa lo mismo, o es peor, pues su economía es más pequeña y relativamente menos desarrollada que la china, con problemas financieros y comerciales, agravados por las sanciones internacionales debido a la expansión imperialista que practica el gobierno autocrático de Vladimir Putin. De Venezuela ni hablar. Su PIB se ha reducido en un 65% según el Fondo Monetario Internacional.
Ningún país puede pretender vivir a expensas de otro
Países petroleros como Rusia, Irán, Argelia, o Angola no le regalan combustible a Cuba por muy “hermanos” que juren ser del castrismo. Hay que pagarlo. Ello forma parte de la “realpolitik”, de la cual no escapan los aliados del castrismo. Y no es algo criticable, es lo normal. Ningún país puede pretender vivir a expensas de otro cual proxeneta.
Si Cuba tiene cada vez menos “cash” porque ya no le cae el “maná” desde Caracas y su economía socialista es incapaz de generarlo, el comercio con China tiene que descender. De $1,900 millones comprados por Cuba a ese país en 2015, la cifra bajó a los $791 millones mencionados.
Única solución: desmantelar el estalinismo
La economía cubana produce cada vez menos y por eso exporta menos y tiene que importar más. Además, el robo de divisas a los médicos enviados al extranjero se ha reducido con la salida de los galenos de Brasil, Ecuador, Bolivia, y puede que siga reduciéndose pues al fin la ONU y otros organismos internacionales parecen haber comenzado a presionar a La Habana para que ponga fin a esa práctica esclavista moderna.
O sea, el castrismo está atrapado en un círculo vicioso fatal exportación-importación que solo tiene solución con la liberación de las fuerzas productivas para que haya más producción, exportar más y tener más dinero. Pero el dictador se niega. Por tanto, las importaciones continuarán cayendo y el nivel de vida de los cubanos seguirá empeorando.
Hay que quitarle la camisa de fuerza al sector privado o habrá dramáticas consecuencias, incluyendo hambruna. Porque, la única fuente estable de divisas que le queda al país, las remesas, paquetes y viajes desde EE.UU, no serán suficientes para impedirlo.