En la farsa electoral del pasado 11 de marzo el abstencionismo y el voto enmascarado contrario al castrismo alcanzaron el mayor nivel desde que se iniciaron esos simulacros electorales en 1976.
Si tenemos en cuenta el carácter policíaco del sistema político cubano y sus métodos coercitivos para logar arrancar cada voto a la población, fue un descalabro para la dictadura. Hay que tener presente que por orden del Partido Comunista de Cuba (PCC) el día de las “elecciones” los activistas de los Comité de Defensa de la Revolución (CDR) fueron tocando puerta por puerta de cada vecino para que vaya a votar. Quien no iba a votar, si no estaba enfermo o tenía alguna justificación aceptable, podía quedar señalado como “desafecto” o, aun peor, “contrarrevolucionario”, con los problemas que ello implica en el aspecto laboral, social, y político.
Pero votos más o menos no importa porque todos los candidatos son los designados por el poder comunista y las cifras de la votación son siempre manipuladas, ya que los miembros del Consejo Nacional Electoral (CNE) están bajo el control del Partido Comunista y no hay contrapartida independiente que garantice la limpieza del proceso electoral. Las trampas quedan “en familia”.
No obstante, de un total de 8.926,575 de electores registrados votaron 7.399,891. Más de 1.526,684 no fueron a votar (17.1%). Y se informó que 412,914 votantes anularon la boleta o la dejaron blanco. En Cuba no votar o anular la boleta significa votar en contra. Por tanto, oficialmente casi dos millones de electores (1.939,598) desobedecieron al PCC y votaron en contra del gobierno, un 21.7% de los electores inscritos. Y –recordémoslo de nuevo- esas son cifras admitidas oficialmente por el gobierno. No conocemos las reales.
Para cualquier país occidental estas cifras pueden parecer espectaculares, pero en el 2002 fue el 95.75% de la población votó en las elecciones, en el 2007 el 96.49%, y en el 2012 el 94.21%.
Un gran porcentaje de la población ejerce el voto definido por los comunistas como el único “políticamente correcto” por miedo; por la comprensible paranoia de que lo puede estar viendo o filmando los comisarios con cámaras ocultas o el uso de otros recursos para identificar los votos personales.
En estas elecciones se puede estimar que el porcentaje de rechazo es superior al anunciado por el gobierno cubano. En los centros de votación siempre ha existido la preocupación de que se cuentan como buenas muchas boletas anuladas o dejadas en blanco. Suponiendo un modesto 15% más de boletas en blanco o anuladas que las admitidas por el CNE, otro 1.1 millón de electores de hecho votó en contra de la dictadura. O sea, no se peca de exageración si se afirma que algo más de 3 millones de cubanos se pronunciaron contra el castrismo pese a las presiones políticas, económicas y sociales para que hicieran lo contrario.
El sistema electoral castrista es tramposo de origen. Se trata de candidatos únicos, sin competencia, y se presiona a cada elector para que haga una sola cruz arriba en la boleta de manera que vote por todos los candidatos oficiales en bloque. Hay otros trucos.
El desinterés de los cubanos en sus “elecciones” es palpable. Electores consultados por periodistas independientes el día electoral dijeron que no sabían ni por quiénes habían votado, ni para qué fue que votaron. O sea, votaron por inercia, por la presión de los Comités de Defensa de la Revolución, del PCC y, sobre todo, por miedo al precio que tendrían que pagar de no hacerlo. Otros dijeron que no esperan ningún cambio cuando Raúl Castro deje la Presidencia en abril.
Por primera vez en 42 años la oposición movilizó a cientos de activistas como observadores, y aunque muchos de ellos fueron detenidos, otros lograron ir a los centros de votación y encontraron el modo de hacer su labor.
Al final, con cifras falseadas, presiones y trucos, lo cierto es que el dictador dejará la presidencia con la más alta tasa de apatía popular hacia sus “elecciones” que haya tenido el castrismo jamás.
Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FHRC)
Resumen semanal de noticias
|
|