Las familias cubanas tienen cada vez menos comida que poner en la mesa, muchos niños, y sobre todo ancianos, ya presentan síntomas de desnutrición. El país se encamina hacia una hambruna y el colapso total de la economía parece inevitable pues produce cada vez menos y es menos capaz que nunca de sostenerse a sí misma.
¿Qué hacen sus gobernantes ante tan semejante situación de pronóstico catastrófico? Meter en la cárcel a quienes producen más alimentos. Ni Kafka se lo pudo imaginar. Créase, o no, así es. El 14 de noviembre de 2020 fue arrestado el Rey del Tomate en el municipio de Los Palacios, Pinar del Río, lugar cercano a donde apenas un mes y medio atrás fue arrestado el Rey del Queso, en Caimito, provincia de Artemisa.
Al monarca pinareño, ahora en prisión preventiva, cuyo nombre no revelaron los esbirros del MININT, le decomisaron unos 1,250 sacos con 62,8450 botellas de puré de tomate, algo esencial en toda cocina pero que está “perdido” de los mercados estatales, incluso en las shopping. Precisamente porque “apareció” de pronto el puré de tomate en noviembre de 2019 en el remozado mercado agrícola de Cuatro Caminos en La Habana, una multitud desesperada derribó las puertas y de hecho asaltó dicho mercado para coger puré de tomate “antes de que se acabe”.
Su delito: producir mucho puré de tomate
Su “delito” fue que tenía que entregar al Estado 20 toneladas de tomate y solo entregó 2. 7 toneladas, o sea, 27 quintales, y se quedó con el resto “para elaboraciones personales”.
O sea, el régimen le exigía al exitoso productor privado de tomate que le entregara casi toda su producción total por un precio miserable que apenas cubría los costos. Por eso, con toda razón, y justicia elemental, lo que hacía era darle muy poco tomate al abusador Estado y dedicarse a producir puré de tomate en su propia fábrica, en su finca. Ganaba más y a la vez hacía posible que miles de amas de casa pudieran cocinar con el tan necesario ingrediente.
Le confiscaron la fábrica en su finca; ahora no hay quesos
Un caso similar fue el del Rey del Queso, cuyo nombre tampoco el MININT quiso revelar. Fue encarcelado porque tenía 42 vacas y entregaba cada día al Estado 70 litros de leche y se quedaba con el resto para su fábrica, que estaba dotada con toda la maquinaria necesaria, mayormente de manufactura industrial, y elaboraba tres variedades de queso de la mejor calidad, en condiciones de higiene impecables
Le confiscaron 353 libras de queso y 316 litros de leche. Los artemiseños y quienes vieron en la TV imágenes de la excelente fábrica privada comenzaron a elogiarlo y a rechazar su arresto. “A ver, ¿de quién es la vaca? ¿Quién le da de comer? (…) le cierran el negocio del queso en lugar de estimular a que produzcan más queso…”, comentó Juan Cureaux.
En prisión por producir mucha carne de puerco
Dos campesinos emprendedores están cumpliendo condenas de cárcel por su éxito como productores de carne. Bismar Rodríguez, el principal abastecedor de carne de puerco de la provincia de Holguín, sentenciado a 8 años de prisión; y Yoni Castelló, el mayor productor porcino en la provincia de Las Tunas, también está tras las rejas. Ambos condenados por “enriquecimiento ilícito”.
Lo absurdo, y que revela la irracionalidad comunista, es que Castelló antes de ser arrestado, en abril de 2018, vendió 1,800 puercos de más de 200 libras al Estado, que dieron 3,600 piernas y 3,600 paletas, o sea, 7,200 excelentes piezas para asar. Ahora ni los mercados estatales, ni los privados, ni el mercado negro, reciben una sola libra de carne de cerdo de este productor porcino.
Y en Cumanayagua, Cienfuegos, el régimen le confiscó tierras y ganado a un ciudadano porque tenía demasiados animales, 102, entre cerdos y bovinos; un tractor y dos carretas. Fue destruida así otra fuente de carne de cerdo, y de res.
Solo eliminando las empresas estatales habrá más alimentos
¿No resulta elemental percatarse de que al cerrar esos prósperos negocios agropecuarios hay menos alimentos en el país?
Lo más indignante es que la dictadura ahora anuncia con gran despliegue mediático medidas para “mejorar” la comercialización agrícola que en realidad son un embuste, el mismo perro con diferente collar, por tres motivos: 1) el Estado sigue exigiendo a los campesinos y usufructuarios de tierras que le entreguen el grueso de sus cosechas por las que paga muy poco; 2) el Estado continúa diciéndole a cada agricultor privado lo que tiene que sembrar y cuánto.
Y la tercera y principal razón es que resulta imposible producir alimentos en grande y regresar al total autoabastecimiento que tenía Cuba en 1958 si no se desmantelan las empresas agrícolas estatales (los sovjoses). Y se entregan las tierras, con su título de propiedad, a quienes las quieran trabajar.
En ningún otro país del mundo, salvo en la extraterrestre Corea del Norte, el Estado es agricultor. No es esa su función. Y punto. Basta ya de burlarse del pueblo con planes estatistas engañosos.