La crisis de hoy en Cuba es la peor en 62 años de dictadura, pues esta vez no es solo económica, como otras anteriores, sino social, cultural, mediática, de imagen pública internacional, y también política. Por primera vez desde mediados del siglo XX se empieza a percibir un resquebrajamiento de la estabilidad política, algo de lo que ha presumido siempre la dictadura.
Pero analizando solo la quiebra financiera del Estado y su brutal impacto en la sociedad cubana: hambre, escasez, pobreza extrema, resulta criminal la ineptitud, soberbia y el autismo político de Raúl Castro y su claque, que cometen errores de cálculo que agravan la crisis.
Sobresalen dos de ellos:
1) haber creído que el nuevo presidente Joe Biden enseguida adoptaría la misma política de Obama, que le daría a la dictadura divisas y oxígeno político; y
2) que Rusia y China continuarían concediendo créditos at infinitum y favoreciendo al régimen con convenios de colaboración unilateral.
Biden no tiene prisa, Moscú y China perdieron la paciencia
Ni una cosa ni la otra ha sucedido. Hace unos días la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo que “un cambio en la política sobre Cuba no está actualmente dentro de las prioridades del presidente Biden”.
Aunque Psaki agregó que se está revisando la decisión de la anterior administración de incluir a Cuba en la lista de países que apoyan el terrorismo, realmente eso lleva tiempo. Además, no es fácil, ni para los procastristas en Washington, demostrar que ya La Habana no apoya el terrorismo.
Moscú y Pekín, en tanto, se cansaron de hacer concesiones al castrismo sin obtener nada a cambio y están abandonando esa ingenua política. No parecen dispuestos a seguir manteniendo a algo así como su proxeneta caribeño con créditos y préstamos que nunca paga.
Cuba ponía la mano de obra, Rusia y China el dinero
Porque si de errores se trata, Rusia y China también los han cometido con Cuba. Creyendo en las promesas de ambos hermanos Castro de que la economía cubana iba a crecer sólidamente otorgaron voluminosos créditos comerciales y firmaron acuerdos de colaboración en los que Cuba siempre ponía la mano de obra y los “paganinis” rusos y chinos el dinero, la tecnología, y todo lo demás.
Recordemos que Moscú en 2015 le perdonó a La Habana el 90% de los $32,200 millones de dólares que le adeudaba. Pekín le perdonó $2,830 millones de los $6,000 millones que le debía, pues China siempre ha tenido más cautela que Rusia con Cuba a la hora de meter la mano en el bolsillo.
O sea, como los Castro no pagaban nada, Vladimir Putin les dejó la deuda en solo $3,200 millones a ver si al menos cobraba algo. Dispuso incluso que ese pequeño adeudo a pagar a Rusia se convertiría en capital de inversión para ejecutarse en la Isla. En consecuencia, se firmó un acuerdo para la ejecución de 60 proyectos industriales (ferroviario, siderurgia, energía, biotecnología y otros).
Cuba no paga a nadie y se agrava su quiebra financiera
Pero Cuba sigue sin pagar. En septiembre de 2020 fue a Moscú el viceprimer ministro del gobierno Ricardo Cabrisas para justificar los impagos de la reducidísima deuda con Rusia. Además de culpar al Covid-19 y el “bloqueo yanqui” reveló que el comercio exterior cubano estaba paralizado. Eso “llenó la cachimba” (como se dice en la isla) del gobierno ruso, que suspendió 50 de los 60 acuerdos ya mencionados.
En cuanto a Pekín, el comercio bilateral Cuba-China se ha derrumbado en un 75%. De $1,900 millones de dólares en 2015 cayó a 483 millones en 2020. El gobierno comunista chino no entiende por qué su colega comunista cubano no realiza reformas capitalistas. Y prefiere invertir capital en otros países de América Latina.
En 2021 el volumen comercial cubano-chino será seguramente más bajo, pues claramente hay tensión entre La Habana y Pekín. Y la habrá mientras Castro II no abra la economía a la propiedad privada. Eso es lo que quieren sus aliados políticos chinos, rusos, y también los vietnamitas, que ya ni arroz regalan a Cuba.
Habrá crisis humanitaria si no se abre la economía
Agréguese a esto que el Club de París le perdonó a Cuba el 82% de su deuda de $51,556 millones y la dejó en $9,466 millones, de los cuales tampoco paga ya nada. Ni le paga a Argentina (aún debe los “Chevy” comprados en 1974), ni a México y otros acreedores.
En fin, que Biden no está apurado por cambiar la política hacia Cuba, Rusia no es la Unión Soviética, y en China vale más el “socialismo de mercado” que los abrazos políticos pequineses a su “hermano” tropical. Y nadie en el mundo le va a prestar ya más un dólar al castrismo.
Conclusión: con apenas turismo ya, menos divisas aportadas por los médicos explotados en el extranjero y las remesas, sin acceso a créditos comerciales, y produciendo menos bienes y servicios que nunca, la quiebra financiera, impide las importaciones de alimentos y de todo, se agrava y puede llevar a una crisis humanitaria si el dictador no libera las fuerzas productivas y restablece las libertades elementales secuestradas hace ya demasiado tiempo.