La crisis demográfica que sufre Cuba, según la cual la población en vez de aumentar disminuye y envejece cada vez más, afecta también al Partido Comunista, pero no por causas sociales sino por decadencia político-ideológica.

Aunque el régimen no da cifra, pues son “contrarrevolucionarias”, se ha filtrado que la membresía del PCC viene disminuyendo rápidamente. De unos 700,000 militantes hace siete u ocho años, se estima que hoy apenas son 600,000, o un poco más.

No por gusto la dirigencia partidista últimamente realiza reuniones para analizar el problema, que expresa el declive final del castrismo. Ahora en las reuniones surge la pregunta del momento: ¿Por qué los jóvenes no quieren ingresar en el PCC y le huyen como al “coco” que se va a llevar al niño que se porta mal?

Con esta interrogante da la impresión de que los integrantes de la élite comunista tienen problemas de neuronas dormidas, o muy oxidadas por no usarlas, o sufren de retardo mental a causa de la machacona propaganda que ellos mismos inventan.

Debemos detenernos a analizar…” (hasta cuándo tanta idiotez)

En una de esas recientes reuniones efectuada en Artemisa y presidida por el flamante jefe del PCC, Miguel Díaz-Canel, la primera secretaria del PCC en la provincia, Gladys Martínez, dijo: “Debemos detenernos a analizar por qué algunos jóvenes no desean sumarse, pues el Partido no es solo su militancia, sino el pueblo entero, y necesitamos una organización con la frescura de la juventud”.

Y Nancy Wong, jefa de la Federación de Mujeres Cubanas en Artemisa, se quejó: “Tenemos muchas dificultades para integrar a las muchachas a nuestras filas e insertarlas en las acciones realizadas, y en eso influye la capacidad de los cuadros para realizar convocatorias”.

Por su parte, Díaz-Canel aportó su gran sabiduría:  hace falta “un impulso para enfrentar adversidades y seguir, en todo momento, aportándole victorias a la Patria”. Ya antes había dicho que hay que lograr un partido “más democrático, con la participación de todos los cubanos y cubanas”.

“Nuestra lucha es emigrar, buscar un futuro mejor…”

En cuanto al desinterés juvenil por el PCC la periodista independiente Tania Díaz Castro habló con algunos de ellos en Santa Fe, La Habana y le dijeron: “Nuestra lucha es emigrar, buscar un futuro mejor (…) aquí estamos perdiendo el tiempo, sin nada que nos anime a trabajar”. “¿Ingresar en el Partido para qué? ¿Para escuchar discursos sobre una sociedad próspera que nunca se ha visto en Cuba a lo largo de más de seis décadas?”.

Resulta inaudito que a estas alturas de la catástrofe socioeconómica y humanística causada por el PCC en la isla alguien con un mínimo de sentido común se pregunte por qué la membresía del PCC disminuye en vez de aumentar, y por qué los jóvenes no quieren ni que se lo mencionen siquiera.

Además, a Díaz-Canel hay que informarle (no lo sabe) que solo se puede hablar de democracia cuando hay distintos partidos políticos y no el monopolio de uno solo que usurpa el poder político como lo hacían las monarquías absolutistas antes de la Revolución Francesa.

Un aparato puramente represivo de corte fascista

Por otra parte, las actuales “lumbreras” del PCC no pueden ya disimular que ese no es un partido político sino un aparato represivo paramilitar de corte cada vez más fascista, al que solo pueden ingresar quienes el propio partido escoge entre los más sumisos a la dictadura, O sea, el PCC no podrá ser nunca un partido de masas, de “de todos los cubanos

Cuba tiene 11,3 millones de habitantes y hay solo 600.000 militantes del PCC, de un total de 8,9 millones de ciudadanos adultos. Es decir, solo pertenece al PCC el 7.6% de los cubanos adultos. El otro 92,4% —8.3 millones de personas— no son comunistas en un país que se dice comunista.

Es obvio ya para los jóvenes que la única función del PCC es represiva, meter miedo para mantener al pueblo sometido bajo control, restringir o abolir libertades individuales y prohibir la libre expresión en las artes que tanto necesita y anhela toda juventud en este planeta.

La mafia partidista castrista tampoco se ha enterado aún de que no estamos en el siglo XX, sino en el XXI. Millones de jóvenes cubanos están conectados cibernéticamente con el mundo de “afuera”. Saben cómo viven sus iguales en otros países. Y aspiran a lo mismo.

El PCC políticamente ya está muerto, solo falta el funeral

El problema, al fin y al cabo (no acaban de metabolizarlo en la cúspide dictatorial), es que el castrismo y su partido-Estado sencillamente ya están muertos. Solo falta el funeral. No solo los jóvenes y la población en general no creen en el PCC ni en la “revolución”, ni en cuentos de camino, sino que ni siquiera cree su militancia de base.

Hoy la mayoría de los militantes de a pie, sin privilegios ni cantinas con comida caliente como las que llevan a las casas de los miembros del Comité Central, saben que el socialismo es un desastre. Ellos y sus familias lo sufren a diario. Y si no reclaman liberar las fuerzas productivas es por miedo a las represalias, o por conveniencia personal y familiar, no por una causa que saben es una gran estafa, y en la que no creen hace tiempo.