Va más allá de la ciencia ficción, y de lo imaginable, visualizar a los cubanos Kid Chocolate, Kid Gavilán, Ciro Moracén, Puppy García, o “El Niño” Valdés, en sus inicios como boxeadores en los años 20, 40 y 50, recibiendo como premio por sus victorias en el ring dos paquetes de salchichas, dos botellas de aceite, una calabaza y otros productos agrícolas, y de higiene, en un acto oficial con despliegue en la prensa.
Pero en la Cuba castrista no es solo es imaginable, sino cruda realidad. Hace unos días el joven boxeador Ronnis Alvarez ganó la medalla de oro en el torneo clasificatorio pre-panamericano juvenil celebrado Guadalajara, México. Al regresar a su casa en Chambas, Ciego de Avila, fue agasajado por la dictadura con malangas, yucas, dos paquetes de salchichas, un cartón de huevos, dos botellas de aceite, una torta, detergente, desodorante, calabaza y plátano macho, entre otros bienes básicos que escasean angustiosamente en la isla.
Premio con viandas expresa el desastre económico comunista
En un país normal (economía de mercado) es impensable que se dé un caso como el de este avileño pre-campeón panamericano. Y de ocurrir sería un escándalo, una humillación, una vergüenza.
Pero en Cuba todo es tan anormal que el joven pugilista y su familia, hambreados por el comunismo, seguramente recibieron agradecidos el premio con productos agrícolas que están perdidos en las tiendas y hasta en el mercado negro.
Esto sucedido en Chambas revela el desastre causado por la tiranía comunista, la que el 11 de julio pasado los cubanos exigieron echar abajo. Y expresa que el régimen reconoce que la gente tiene hambre y no hay nada mejor que obsequiar comida.
El premio en especie evidencia también el carácter parasitario del castrismo. Décadas atrás el régimen premiaba a sus atletas destacados con automóviles o viviendas porque fluían de Moscú a La Habana miles de millones de dólares regalados para financiar los gastos sociales del gobierno, entre ellos los deportes.
Sin subsidios foráneos, premios en especie como en Babilonia
Se acabaron los regalos foráneos de “cash”, incluidos los del mecenas venezolano, sobrevino la quiebra financiera y la economía se derrumbó. De hecho se ha remontado a los tiempos ancestrales de la civilización, cuando en Mesopotamia todo se pagaba en especie porque no existían las monedas, que acuñadas con una aleación de oro y plata surgieron después en el siglo VII A.C en Lidia (hoy parte de Turquía) con el nombre de “estatero”, que en griego significaba “peso”.
Desde entonces, hace 2,640 años, no se cambian vacas por ánforas llenas de vino como en la antigua Babilonia. No se entregan tampoco premios con viandas y salchichas a un deportista campeón, salvo en la Cuba castrista, donde en pleno siglo XXI el homenajeado agradece más que lo premien con alimentos que con una moneda que en la práctica no le soluciona nada.
En Cuba hay “pesos” pero no sirven para comer bien
En fin, en Cuba, a diferencia de Babilonia, sí hay “pesos”, pero no tienen verdadero poder de compra. No sirven para comer bien. Ni hay en el mercado oferta suficiente de alimentos y bienes básicos.
Por otra parte, hay aquí un detalle que conviene precisar. Sin quitar méritos boxísticos a Ronnis y sus colegas, lo cierto es que los boxeadores cubanos van a los eventos internacionales con ventaja. Porque mientras los boxeadores rivales de otros países son de veras amateurs (aficionados), es decir jóvenes inexpertos que comienzan, o pugilistas que no han logrado pasar al profesionalismo, los de Cuba son en realidad profesionales, algunos con muchos años de experiencia. Sin embargo, son registrados tramposamente como amateurs.
Los boxeadores cubanos suben al ring con ventaja
El amateurismo deportivo cubano es una farsa. Es uno de los mitos creados por Fidel Castro. Todos los deportistas en la isla son profesionales. No hay amateurismo en Cuba, ni en boxeo ni en ningún otro deporte, incluyendo el beisbol, el futbol, el baloncesto, etc.
Y es que los deportistas cubanos tienen supuestas “licencias deportivas” permanentes en supuestos “centros de trabajo” que en muchos casos ni ellos mismos conocen. O sea, son contratados profesionalmente por el Estado, que les paga un salario mensual. El empleo de los púgiles castristas no es el de ir a una fábrica o una oficina, sino entrenarse todos los días del año, y boxear. Y el de los peloteros es igualmente entrenarse y jugar beisbol.
Durante mucho tiempo no se permitió a profesionales competir en las Olimpiadas. Y fue “casualmente” cuando más medallas ganaron los deportistas profesionales cubanos, sobre todo los boxeadores. Ya a fines del siglo pasado se fueron admitiendo los profesionales en casi todas las especialidades deportivas. Y también por “casualidad” el medallero castrista comenzó a disminuir.
Machado no tuvo que premiar con viandas a Kid Chocolate
El boxeo profesional ya fue admitido en las Olimpiadas de 2016 en Rio de Janeiro. Pero los boxeadores profesionales prácticamente no participan porque el pago que reciben es muy bajo y porque si por casualidad pierden con un amateur se desprestigian demasiado y hacen trizas sus carreras boxísticas.
Volviendo a las viandas obsequiadas a Ronnis ¿podemos imaginarnos a Kid Chocolate (fue campeón mundial igual que Gavilán) luego de su debut triunfante en 1927 frente a Johnny Cruz recibiendo una bolsa enviada por el presidente Gerardo Machado con viandas, huevos, aceite y detergente?
¿Por qué hoy 94 años después es que eso ocurre? ¿Qué pasó?