Imaginemos que en Chile, Uruguay, o Costa Rica a las pequeñas, medianas y microempresas privadas (MIPYMES) les prohíben exportar sus productos e importar si no es mediante empresas del Estado que se quedan con parte de las ganancias netas y deciden qué comerciar, con quién y a qué precio; no pueden tampoco pedir créditos internacionales, no pueden convertirse en sociedades anónimas (S.A) para captar capital de inversión de nuevos miembros y accionistas.
Supongamos también que les prohíben invertir capital propio para crecer; tienen que comprar al Estado los insumos y maquinarias en moneda extranjera y vender lo que producen en moneda nacional; no pueden pasar de 100 empleados mientras en el mundo entero el límite es de 250; y no solo no tienen exención de impuestos ni reciben facilidades financieras del Estado, sino que les clavan un impuesto combinado de 45% (35% sobre las ganancias y 10% sobre los ingresos brutos).
¿Tendrían esos tres países el desarrollo y el nivel de vida que hoy los ubican en la vanguardia de América Latina?
Teme el régimen a independencia y pujanza de negocios privados
Pues bien, con esas barreras de obstáculos acaban de nacer en Cuba las primeras 168 empresas denominadas MIPYMES: microempresas las que tienen hasta 10 empleados; pequeñas hasta 35, y medianas hasta 100. Ni uno más porque la mafia gubernamental teme que florezca un fuerte sector privado y se independice políticamente, y que económicamente compita con el capitalismo militar (fascista) de Estado ya instalado.
Algunos economistas cubanos han afirmado que las MIPYMES representan un avance hacia un modelo mixto, son fuente de innovación, añaden flexibilidad al tejido empresarial y contribuyen a la competitividad de las grandes empresas nacionales.
No se ve a corto plazo un modelo de economía mixta en Cuba
Es esa una percepción poco pragmática del castrismo. No se atisba a corto plazo un modelo de economía mixta. Al menos mientras viva Raúl Castro. Ya lo aclaró el ministro de Economía, Alejandro Gil, en la TV: “Este modelo tributará a la eficiencia de la empresa estatal socialista y a que esta se convierta en el motor impulsor de la economía”.
Por eso en Cuba hay MIPYMES estatales. No existen en el resto de Occidente por cuanto se trata de un concepto empresarial típicamente capitalista y liberal para ayudar al crecimiento económico y el bienestar social. Son negocios pequeños o medianos que todos los Estado apoyan, y no al revés, utilizarlo como comodín para llenar huecos, competir con él y asfixiarlo con impuestos, o suprimirlos con un simple decreto. Ya se anunció que MIPYMES estatales se dedicarán a la importación y exportación en pequeñas cantidades de los pequeños negocios privados.
Solo se ha tolerado el pequeño negocio, y evitar que se expanda
La dictadura no busca que con las MIPYMES crezca el sector privado. Lo que ha hecho es solo tolerarlas (que no es lo mismo) y reconocer la propiedad privada legalmente. Pero solo para cubrir los vacíos productivos estatales en elaboración de alimentos, en servicios comerciales elementales que ya se ofrecían en tiempos de Cristóbal Colón, y en algunas producciones artesanales rudimentarias, sin posibilidad de expandirse como industria privada de mayor escala.
Será muy difícil para los emprendedores cubanos poder establecerse y obtener buenas ganancias con sus negocios. Para empezar, tendrán que pagar 45% en impuestos combinados. En ningún otro país un pequeño negocio tributa esa enormidad al fisco. Al contrario, reciben exenciones fiscales y concesiones, financiamiento de bajo costo garantizado por el Estado.
El impuesto sobre las ganancias casi duplica al vigente en EEUU
En EE.U la Agencia Federal de Pequeños Negocios del gobierno tiene programas de préstamos con bajos intereses y facilidades de pago, y de ayuda en general a los pequeños negocios.
En Cuba comunista es muy diferente. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en 2019 la recaudación tributaria como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) en América Latina fue de un 22.9%, pero en Cuba fue de un 42.0%, casi el doble.
En EEUU, la mayor potencia económica mundial, hoy el impuesto sobre las ganancias de las empresas (“capital gain”) oscila entre 15% y 20%, la mitad del 35% aplicado en Cuba a las MIPYMES. Y si hay algo que impide el crecimiento de una economía son los altos impuestos. Desestimulan la inversión de capital y la producción.
En Cuba sin inversión extranjera no hay verdaderas MIPYMES
Además, las MIPYMES no pueden aumentar el PIB cubano si no hay una multimillonaria inversión de capital extranjero. La descapitalizada Cuba (gracias al comunismo) necesita urgentemente decenas de miles de millones de dólares de inversión extranjera, incluyendo tecnología, maquinaria, infraestructura, y “know how”. Y sin la coyunda de que el inversionista tiene que ser residente permanente en la isla y en asociación con el tramposo Estado castrista.
Pero los vividores de la casta gubernamental castrista lejos de abrir las puertas al capital extranjero, como hicieron Pekín y Hanoi, digamos, no se enfocan en la manera más rápida y masiva de recibir capital extranjero, sino que le pone trabas. Prioriza la conveniencia política (que no corra riesgo el poder) y el enriquecimiento de la mafia militar con su transnacional GAESA al frente.
Conclusión: las MIPYMES en Cuba por ahora son de ‘mentiritas”. Están muy lejos de posibilitar un cambio estructural renovador de la economía cubana, y que solo será factible si se desmantela el absurdo modelo comunista. No hay otra vía posible.