Hasta la dictadura de Nicolás Maduro, hija del castrismo, ha terminado por reconocer el desastre que ha significado el estatismo económico entronizado en Venezuela por Hugo Chávez de la mano de su guía, jefe y paradigma, Fidel Castro.

El régimen chavista ha contratado asesores extranjeros y se están produciendo cambios económicos que preocupan a la cúpula encabezada por Raúl Castro. El Estado venezolano está abandonando la doctrina estatista a ultranza del castrismo. Incluso está devolviendo empresas clave a sus antiguos dueños privados, o las traspasa a inversionistas privados con acuerdos que la dictadura ha denominado “alianzas estratégicas”. También se han suprimido topes de precios, regulaciones y aranceles que entorpecían el funcionamiento del sector privado.

Medidas económicas ponen fin al “Socialismo del siglo XXI”

Eso deja sin dientes, o pone fin al cacareado “Socialismo del Siglo XXI” de Chávez y su sucesor Maduro (adoctrinado en los años 80 en la Escuela Superior del Partido Comunista de Cuba “Ñico López”, en La Habana), mediante el cual desmantelaron la planta industrial y la agricultura venezolanas con la expropiación de 1,322 empresas privadas grandes y medianas entre 2002 y 2015, incluyendo industrias, granjas ganaderas y productoras de alimentos, comercios, plantas eléctricas, molinos, bancos, supermercados y almacenes.

Ese disparate y la guerra a la empresa privada destrozaron la economía venezolana. La burocracia estatal y clientela política de la dictadura pasó de 900,000 empleados a 2.4 millones. Y los empleados de PDVSA de 40,000 aumentaron a 145,000, pero la producción de petróleo cayó de 3.2 millones de barriles diarios antes del chavismo a unos 500,000 barriles, porque fueron despedidos los ejecutivos y expertos no chavistas.

Primeros resultados ridiculizan la asesoría “fraternal” de Cuba

Las empresas estatizadas quebraron casi todas. Muchas desaparecieron, y quedaron unas 700. El régimen ha gastado miles de millones de dólares para importar alimentos que antes se producían en Venezuela. La caída del Producto Interno Bruto impuso un récord mundial al desplomarse entre un 70% y un 80% entre 2017 y 2020.

Los primeros resultados del asesoramiento de expertos no castristas ridiculizan a la cúpula dictatorial cubana, estatista compulsiva, que observa preocupada el “paso atrás” chavista que podría reducir o hasta poner fin a las entregas gratuitas a Cuba de petróleo y gasolina venezolanos para abastecer el ahora creciente mercado interno y también para aprovechar los altos precios del combustible para mejorar las finanzas del país. Es lo que aconsejan los expertos contratados, que obviamente se oponen a esas entregas de petróleo gratis a Cuba en vez de exportarlo.

Devuelven empresas a sus dueños, traspasan otras a capitalistas

El Estado venezolano está devolviendo empresas a sus legítimos propietarios. Otras no las vende, sino que las traspasa a capitalistas mediante un acuerdo para que las administren, inviertan capital, generen empleos, y obtengan ganancias, al tiempo que el régimen obtiene un porcentaje de las ganancias. En lo que va de 2022 el Estado ha aumentado en un 120% sus ingresos provenientes de los impuestos. Claro, esos socios “burgueses” del chavismo de hecho se convierten en cómplices de la dictadura.

La flexibilización y privatización tiene lugar mayormente en el ámbito más delicado políticamente, el de la alimentación, o sea, en el campo y en la industria alimentaria, donde ahora se permite incluso la inversión extranjera. Agropatria, un enorme conglomerado agrícola estatizado en 2010, ahora ha vuelto a manos privadas. Casi 40 de sus tiendas y plantas industriales y de pesticidas confiscadas “para liberar a los productores de la extorsión y los intermediarios”, según dijo Chávez, ahora son de Agrollano 2910, una empresa agrícola local privada.

También ahora están los llamados bodegones, tiendas privadas que importan directamente alimentos y otras mercancías y las venden en el mercado nacional. Se han eliminado aranceles para las importaciones del sector privado. Todo esto ocurre en medio de un proceso de dolarización de la economía venezolana.

Un batacazo a la tutoría semicolonial del castrismo

La fábrica Lácteos Los Andes, gran procesadora de leche y fabricante de bebidas estatizada en 2008, ahora es administrada por una compañía privada. Dos plantas estatales de procesamiento de granos fueron transferidas a empresas privadas. Decenas de plantas químicas, procesadores de café, silos de granos y hoteles confiscados en las últimas dos décadas han sido transferidas a mano privadas.

El Estado devolvió a sus propietarios, la familia Cohen, el mayor “mall” (centro comercial) del Oeste de Caracas. Su director, Alfredo Cohen, anunció que dará empleo a más de 3,500 personas.

Si bien todo esto es una maniobra del criminal y narcotraficante Maduro para perpetuarse en el poder con cierta mejoría general de la hasta ahora asfixiada economía, es un batacazo a la tutoría del castrismo en Venezuela, país que hundió en la pobreza y dejó de ser una de las economías más fuertes de Latinoamérica.

Por venir de su aliado venezolano esta calculada y oportunista flexibilización económica madurista tienen al menos cuatro consecuencias para Cuba:

1) Muestra a la élite gubernamental castrista la idiotez marxista (y criminalidad) del estatismo, que lejos de ser flexibilizado o abolido resultó reforzado con la Tarea de Ordenamiento;

2) Venezuela podría dejar de ser la “paganini generosa” de la isla y la crisis económica se hundiría hasta la catástrofe;

3) Refuerza la posición de quienes en la cúspide dictatorial abogan por flexibilizar la rigidez estatista; y

4) Incita a campesinos y cuentapropistas y a todos los cubanos a exigir al régimen más libertad económica.