“Es de temer que la revolución, como Saturno, acabará devorando a sus propios hijos”.

Esta frase se le atribuye a Georges-Jacques Danton, unos de los líderes de la Revolución Francesa y considerado por muchos historiadores como la fuerza principal que impulsó la caída del Antiguo Régimen, pero que, efectivamente, poco después de expresar ese temor fue decapitado en la guillotina por orden de Robespierre, el jefe revolucionario principal.

Saturno, uno de los dioses paganos de la mitología romana clásica, se fue comiendo uno a uno a sus hijos por miedo a que lo destronaran.

“Héroe de la República”, Arnaldo Ochoa, héroe en la Sierra Maestra y luego en Angola fue fusilado por “la Revolución”

La lista de devorados por los Castro se inició con Camilo

Danton, tenía razón, en las revoluciones se practica la antropofagia física y política. La lista de revolucionarios devorados en Cuba se inició tan tempranamente como en octubre de 1959 con la “desaparición” del comandante Camilo Cienfuegos, el segundo jefe de la revolución (solo por debajo de Fidel Castro, quien le temía mucho por su “excesiva” popularidad y su anticomunismo), Jefe del Ejército Rebelde y héroe más destacado en la guerra contra el batistato (fue el comandante rebelde que entró en La Habana y tomó el poder).

Dos semanas después de la muerte de Camilo fue asesinado su ayudante personal, y Jefe de Seguridad del Ejército Rebelde, comandante Cristino Naranjo, quien no aceptó la versión de los Castro sobre la muerte de Camilo y estaba investigando por su cuenta lo que sospechaba era un crimen político.

Hoy nadie con mediana inteligencia cree que Camilo desapareció en el mar como Matías Pérez, como dice la versión oficial. Hoy nadie cree que fue por pura casualidad que poco después de la muerte del héroe guerrillero seis de los 10 principales testigos de la supuesta desaparición fueron asesinados, o murieron en muy extraños accidentes, y los otros cuatro desaparecieron de la faz de la Tierra.

Tampoco nadie duda de que Fidel Castro alentó al Che Guevara (tercer jerarca del régimen) a que “liberara” a América Latina, para deshacerse de su más peligroso rival político, a quien abandonó en las selvas bolivianas hasta que fue cazado a tiros y ejecutado. Fueron también muy tempranamente fusilados los comandantes revolucionarios Humberto Sorí Marín, y William Morgan, y el capitán Miguel Beaton, quien fue el que acribilló a tiros a Cristino Naranjo por orden de “alguien”, y sabía demasiado.

Está igualmente el fusilamiento del general castrista más condecorado, y “Héroe de la República”, Arnaldo Ochoa, héroe en la Sierra Maestra y luego en Angola al frente de las tropas invasoras cubanas, pero quien con sus cuestionamientos de la forma en que los Castro dirigieron la guerra angolana, y otras críticas, era considerado por ellos como una amenaza debido al respeto y la admiración que sentían los militares por este general. Y fue ejecutado.

El anciano Ángel Pacheco Soublet, un héroe de guerra cubano ya con 83 años de edad que como combatiente se jugó la vida en Angola, se suicidó luego de que un esbirro-inspector lo multó con 4,000 pesos por vender sin licencia viandas y frutas en una carretilla en Las Tunas.

Héroe de guerra en Angola se suicidó por canallada castrista

Pero enfoquémonos ahora en el caso más reciente y dramático de antropofagia revolucionaria castrista. Hace unos días el anciano Ángel Pacheco Soublet, un héroe de guerra cubano ya con 83 años de edad que como combatiente se jugó la vida en Angola, se suicidó luego de que un esbirro-inspector lo multó con 4,000 pesos por vender sin licencia viandas y frutas en una carretilla en Las Tunas.

“Lo que ganaba (de pensión) eran 1,500 pesos ($62.50 dólares)”, explicó su entristecida hija, en un video compartido en Facebook por la Mari Rio Chico, según reportó “14yMedio”. Pacheco en la guerra angolana se ganó cuatro medallas, condecoraciones, y un certificado firmado por Fidel Castro, otorgado el 23 de septiembre de 1976.

Pero ya muy anciano era vendedor ambulante porque su miserable pensión no le alcanzaba para comprar los alimentos, ni medicinas, ni para sufragar los demás gastos de la canasta básica. Y pese a su avanzada edad, Pacheco empujaba aquella pesada carretilla para sobrevivir, hundido en una dramática pobreza y ya con visibles síntomas de desnutrición.

Con la canallada de una multa equivalente a casi tres veces su pensión mensual fue tanto el dolor, la tristeza, la impotencia y la devastación emocional del héroe de guerra que puso fin a su vida.

¿Cuántos veteranos de guerra hay abandonados y humillados?

¿Cuántos como él hay en Cuba abandonados como traste viejo por la dictadura que los utilizó en Angola? Porque a esa nación africana fueron enviados en total 460,000 cubanos en 16 años El régimen dice que murieron 2,500 cubanos, pero que testigos afirman que fueron más de 7,000.

Y fueron enviados a guerras lejanas que nada tenían que ver con Cuba, sino con la megalomanía de Fidel Castro, quien según testigos tan célebres como Gabriel García Márquez, dirigía las operaciones en Angola por teléfono y otros medios desde una oficina del MINFAR con un enorme mapa de Angola delante (seguramente creyéndose un nuevo Alejandro Magno).

También a Etiopía los Castro enviaron miles de soldados cubanos a defender la sanguinaria tiranía del genocida marxista Mengistu Haile Mariam contra Somalia (1977-1978).

Los Castro también practican la antropofagia política

Súmese a todo esto la antropofagia política, la destitución injustificada de muy encumbrados dirigentes de la revolución porque ambos Castro han temido que los puedan destronar. La lista es muy larga, pero mencionemos algunos casos muy sonados, como la destitución deshonrosa del Primer Ministro en funciones, Carlos Lage; de los cancilleres Roberto Robaina y Felipe Pérez Roque; del presidente de la JUCEPLAN (ministro de Economía), Humberto Pérez y del tercer jerarca de la cúpula del PCC, Carlos Aldana. Todos ellos miembros del todopoderoso Buró Político y defenestrados por motivos políticos.

En fin, la revolución castrista hizo, hace, y hará lo que denunció Danton en 1792.  Porque las revoluciones desde que dejaron de ser liberales a mediados del siglo XIX devienen tiranías, cofradías de mafiosos y vividores solo interesados en mantenerse en el poder para disfrutar la “dolce vita”.