Hace unos días el secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) en La Habana, Alfredo Vázquez, dijo al periódico Trabajadores –sin mucho disimulo– que si se vuelven a producir protestas masivas en Cuba la CTC hará “lo mismo”, obligará a los trabajadores sindicalizados a reprimir a los manifestantes con palos y fusiles, pues “el orden político, económico y social hay que respetarlo”.

A propósito, Vázquez salió a las calles a apalear a los participantes en la mayor protesta antigubernamental ocurrida en Cuba en toda su historia, el MEMORABLE 11 de julio de 2021.

Ni Hitler obligó a los sindicatos a ser brigadas de esbirros

Ni Hitler, ni Mussolini, ni Stalin, ni Mao Tse Tung nunca obligaron a los sindicatos a convertirse en brigadas de esbirros para caerles a golpes a las personas que salían a las calles a manifestarse pacíficamente contra sus respectivos regímenes.

Tampoco lo hicieron Batista o Machado en Cuba. Ni Pinochet, Trujillo, los Somoza, los Duvalier, Stroessner, Daniel Ortega o Nicolás Maduro, ni ningún otro dictador latinoamericano.

Las camisas pardas nazis de Hitler y las camisas negras de Mussolini vestían uniformes, eran voluntarias, e incluían también a delincuentes y oportunistas en busca de beneficios personales. No eran obreros sindicalizados obligados por el régimen.

En la Unión Soviética quienes reprimían, asesinaban y torturaban vestían uniforme, no eran obreros obligados por los sindicatos.  Mao no obligó a los sindicatos a ser “guardias rojos inquisidores, asesinos y torturadores durante la “revolución cultural”. Los brigadistas eran jóvenes fanáticos, enajenados ideológicamente, fuesen voluntarios o no, y todos con uniformes militares.

La CTC es la peor central sindical en la historia del comunismo

El “mérito” misántropo de obligar a los obreros a apalear a sus propios colegas y demás compatriotas le corresponde, con carácter de exclusividad, al tirano Raúl Castroel Cruel”. La CTC es la peor central sindical en la historia del comunismo y del fascismo, y probablemente la peor en toda la historia sindical mundial reciente. Eso es un aporte neto del castrismo al totalitarismo, ya sea comunista, fascista o teocrático.

La CTC castrista simplemente no se ajusta a la definición de sindicato que aparece en las enciclopedias: una asociación integrada por trabajadores en defensa y promoción de sus intereses laborales, ante el empleador“.  

La central sindical cubana, fundada en 1939, veinte años después, en 1959, dejó de representar a los trabajadores cubanos y devino instrumento de control, adoctrinamiento y represión al servicio de la familia Castro y su dinastía.

Misión sindical castrista: meter miedo para no salir a protestar

Para Vázquez, el “líder” sindical en la capital cubana, trabajadores “confundidos” se sumaron a las multitudinarias protestas del 11J por el mal trabajo político-ideológico” y la inercia de los sindicatos, o sea, por no meter miedo a los sindicalizados para que no salieran a protestar contra la tiranía que los hambrea y abusa de ellos,

Alfredo fue más lejos y lamentó que en los tiempos duros de la pandemia del Covid-19 la gente se preocupara más por su salud y por realizar el trabajo a distancia, lo cual hizo que disminuyera o desapareciera el trabajo político-ideológico sindical “sobre la masa de trabajadores”.

En tanto, el secretario general de la CTC a nivel nacional, Ulises Guilarte de Nacimiento, convoca asambleas sindicales, no para analizar críticamente las deplorables condiciones en que laboran los trabajadores cubanos y exigir a la patronal (el Estado) que mejore sus condiciones de vida, acabe con los apagones, la escasez de alimentos y artículos de primera necesidad, los precios por las nubes y los salarios miserables que les paga, sino para mejorar en el papel movilizador de los sindicatos”, es decir, perfeccionar la labor policial-represiva de éstos.

Y estamos hablando de 18 sindicatos nacionales con más de 3.3 millones de afiliados en más de 78,000 secciones sindicales, de los cuales más de 250,000 trabajan en el sector privado.

Obligan a los obreros a servir como esbirros de la dictadura

Los sindicatos oficiales cubanos son la negación misma de lo que es un sindicato. Tienen como función prioritaria, y ya casi única, la de someter a los trabajadores con puño de hierro y atemorizarlos con las amenazas que “bajan” del Buró Político y la élite dictatorial, que hoy se centran en hacer cumplir el mandato del Partido Comunista de abril de 2010, cuando impuso a la CTC el Plan contra alteraciones del orden y disturbios contrarrevolucionarios” (PAODC).

Mediante ese plan criminal se crearon los Destacamentos de Respuesta Rápida” (DRR) en cada centro de trabajo, pero sin uniformes, para hacer creer al mundo que son civiles indignados por las acciones violentas de turbas de delincuentes antisociales y “contrarrevolucionarios”.

Cuando en los años 90 se constituyeron las Brigadas de Respuesta Rápida (BRR) no se les exigió a los trabajadores firmar ningún papel oficial. Eso permitía a muchos guillarse y no salir a las calles.  Pero El Cruel” hoy los obliga a firmar un documento en el que se comprometen por escrito a golpear a sus conciudadanos en las calles.

Fue en cumplimiento de ese alevoso plan PAODC que el general Castro y su principal asistente, Díaz-Canel, entregaron palos y fusiles a trabajadores sindicalizados para golpear a manifestantes pacíficos el 11J. Ese llamado castrista a la guerra civil en Cuba es un crimen que no debe quedar impune.