Por primera vez en casi 64 años de dictadura, y 62 de comunismo oficialmente declarado (el 16 de abril de 1961, cuando Fidel Castro se quitó la careta de socialdemócrata), en unos comicios oficiales en Cuba se negaron a votar nada menos que 2.6 millones de ciudadanos registrados como votantes, para una abstención de algo más de un 68%, con mucho la mayor abstención en la historia del castrismo.
La cifra verdadera y exacta de los votos que lograron los candidatos a delegados nunca se sabrá, pero solo con  las dadas a conocer luego de ser manipuladas, nadie sabe en qué cuantía, la comunista presidenta del Consejo Electoral Nacional (CEN), Alina Balseiro, del total de 8.351,311 votantes inscritos nacionalmente, acudieron a las urnas solo el 68%, o sea,5,678,891 ciudadanos, y de esos asistentes el 22% de ellos dejaron la boleta en blanco y el 5.6 % anularon las boletas con garabatos, que sumaron otros 1.580,989 cubanos que en la práctica votaron en contra de la dictadura.

En la práctica 3.2 millones de cubanos votaron contra la dictadura

Y de esos que fueron a votar el 5.22% de ellos dejaron la boleta en blanco y el 5.07 % las anularon con garabatos, para un total de 583,222 cubanos que en la práctica al entrar en las casillas de votación castigaron a la dictadura. Agréguese a eso los 2.672,420 ciudadanos que no fueron a votar y tenemos que 3,255,642 cubanos en la práctica votaron en contra de la tiranía que los oprime y hambrea. Lo nunca visto.

Eso significa la mayor derrota política sufrida nunca por la dictadura de los Castro Ruz, en su sexagenaria historia. Y estamos basándonos en las cifras manipuladas, pues las verdaderas posiblemente podrían llegar o superar el 40%, o más, de boletas anuladas, o en blanco.
Y vale destacar un detalle clave y poco conocido. La manipulación de las cifras en las “elecciones” castristas no se produce solo arriba, en el Consejo Electoral Nacional. Ya desde la base misma se cocinan los fraudes.
Por ejemplo, a principio de los años 90 el autor de este artículo y mi esposa anulamos las boletas en la votación para elegir al delegado de nuestra circunscripción, en Alturas del Vedado, La Habana. Pues bien, luego de ser contados los votos la mujer que estaba al frente del centro de votación, en Avenida Colón y Panorama, dijo sin temblarle la voz: “!No hay ninguna boleta anulada!”  Conversando luego con vecinos amigos estaban asombrados porque varios de ellos también habían anulado sus boletas.
Por supuesto, el CEN, esta vez en la voz de la señora Balseiro, se apresuró a hablar maravillas de los “los resultados que demuestran el respaldo popular a sus representantes y la confianza en la Revolución”. Y con forzado tono triunfalista (para seguir disfrutando de su privilegiado cargo) informó que fueron electos 11,502 delegados de circunscripción de un total de 12,427, y que el 4 de diciembre próximo 925 circunscripciones irán a una segunda vuelta-farsa.
Claro, ninguna mascarada del PCC puede tapar el sol con un dedo. Lo cierto es que si ya en septiembre pasado (2022) en el plebiscito para aprobar el fascista Código de las Familias el 26% de los votantes inscritos no acudió a las urnas, y el 4% las anuló o dejó en blanco, ahora los que se negaron a votar, anularon las boletas o las dejaron en blanco, pese a la abrumadora presión dictatorial, fueron muchísimos más. Así lo dicen incluso las cifras manipuladas.

Gran derrota, incluso humillación, para Raúl Castro y su ayudante

Para advertir mejor el tamaño de esta derrota política del castrismo, y personalmente para Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel, recordemos que durante décadas el régimen se estuvo jactando de sus mascaradas electorales, con porcentajes de participación ciudadana que superaban el 90%.
Más recientemente, en 2017, el registro de afluencia ya cayó al 82% de los ciudadanos con posibilidad de hacerlo. Y este domingo pasado ese registro oficialmente se desplomó a un 68%, porcentaje que sin duda alguna es en verdad inferior, pues esta vez, más que nunca, seguramente “votaron” miles de personas fallecidas, o que emigraron en los dos últimos años.
Conclusión: esta derrota castrista, y victoria de los cubanos, pone sobre el tapete la urgente necesidad de que se cree en la isla un frente político nacional unitario de todas las fuerzas opositoras y de la sociedad civil. Pero esto debe ser abordado en otro artículo.