Por chocante que suene el nombre de Fidel Castro no cabe en su caso aquello “de cuyo nombre no quiero acordarme”, como comienza Cervantes su inmortal Quijote. No es posible enterrar en el olvido al hombre que asesinó a miles de cubanos hizo emigrar a más de dos millones, y de hecho acabó con Cuba.
Y al cumplirse por estos días 96 años de su llegada a este mundo (que él por poco pulveriza en 1962 cuando propuso a Moscú lanzar un golpe nuclear a EEUU) resulta útil echar un vistazo al Fidel Castro verdadero, el que el pueblo cubano no conoció. Limitémonos hoy a otear su tuétano fascista y su semejanza asombrosa con Adolfo Hitler.
Fidel advirtió, como Hitler, que dramatizando podría hipnotizar a las “masas”
Castro estudió a fondo a Hitler. El sacerdote jesuita español Armando Llorente, profesor, mentor y amigo de Fidel en el Colegio de Belén, hace años contó que Castro pidió en la biblioteca del colegio el libro “Mein Kampf”, de Hitler, y ”lo impresionó mucho”. Y agregó: “(Fidel) estudiaba y leía mucho, con especial predilección libros sobre los conquistadores españoles y escritos de los líderes del nazismo y del fascismo, como Hitler, Mussolini y José Antonio Primo de Rivera”. Y destacó con énfasis: “cantó conmigo el “Cara al sol” (himno de la Falange Española) veinte mil veces y con el brazo en alto”.
Y según José Ignacio Rasco, amigo y colega de estudios de Fidel en el Colegio de Belén y en la Universidad de La Habana, Castro al llegar a la Escuela de Derecho se sabía “Mein Kampf” casi de memoria.
Sin duda Castro quedó marcado at infinitum por la pasión enajenante que despertaba Hitler en las multitudes. Muchas mujeres se desmayaban de la emoción al escuchar a Hitler. El avispado autócrata cubano se percató de que haciendo gala de su propio talento oratorio, e histriónico, él podría igualmente hipnotizar con dramatizados discursos a los cubanos que lo negro era blanco, y viceversa.
Documentales muestran cómo Hitler y Castro adoptan las mismas poses histriónicas hollywoodenses. Stalin, o Brehnev, jamás hicieron algo parecido para convencer a nadie de nada.
La historia me ‘glorificará’
Hitler en noviembre de 1923 atacó con un grupo de adeptos el Ministerio de Defensa en Múnich, Baviera, para iniciar una rebelión nacional y tomar el poder. El ataque fracasó, Hitler huyó, se escondió, fue descubierto y enviado a prisión. En el juicio dijo al tribunal: “Aun cuando los jueces de este Estado puedan condenar nuestra acción, la historia, diosa de la verdad y de la ley, habrá de sonreír cuando anule el veredicto de este juicio y me declare libre de culpas“. Cumplió 18 meses de cárcel, donde escribió “Mein Kampf”, el programa político e ideológico del nazismo.
Fidel Castro asaltó el cuartel Moncada, fracasó, huyó, lo descubrieron y lo arrestaron. En el juicio dijo al tribunal: “El silencio de hoy no importa. La historia definitivamente lo dirá todo”. Así lo publicó la periodista Marta Rojas (quien cubrió el juicio) en la revista Bohemia, el 27 de diciembre de 1953 en la sección “En Cuba”. La reportera no escribió “Condenadme, no importa, la historia me absolverá”, pues eso no fue lo que dijo el acusado en el juicio.
Fue después, ya preso (22 meses), que a sugerencia del escritor y amigo Jorge Mañach el caudillo le dio un final más breve y lírico a su alegato (posiblemente para hacer más difícil que se descubriera el plagio de la frase hitleriana), el único programa político que hizo en toda su vida, y lo tituló “La historia me absolverá”.
Las “Camisas Azules” (milicias), las brigadas de esbirros, y los CDR
El líder nazi organizó sus milicias “Camisas Pardas” (copiadas de las “Camisas Negras” de Mussolini, fundador del fascismo). Castro sus “Camisas Azules”, las Milicias Nacionales Revolucionarias, con las que militarizó el país y se consolidó en el poder. Luego inventó las Brigadas de Respuesta Rápida, netamente fascistas, para aplastar a golpes las protestas públicas y sembrar el terror en la población. Y sin uniforme para haceras pasar por ciudadanos “revolucionarios”.
El tirano fascista creó comités de delatores regionales, que hacían las listas para enviar a ciudadanos no fascistas, o judíos, a los campos de concentración nazis. Fidel inventó los CDR, no regionales, sino uno en cada cuadra, que vigilan a sus propios vecinos e hicieron las listas para enviar a jóvenes no fascistas, perdón, no “revolucionarios”, a los campos de concentración de las UMAP. En estos un gran letrero decía: “El trabajo los hará hombres”. En el campo nazi de Auschwitz (territorio de Polonia ocupado) una consigna rezaba “Arbeit macht frei”, “El trabajo los hará libres”.
¡Qué casualidad! Hitler llamaba “gusanos” a los judíos
Hitler llamaba “gusanos” a los judíos, para presentarlos como gente inferior a la que se podía borrar de la faz de la Tierra. Millones de ellos murieron en las cámaras de gas, o de hambre. Fidel denominó “gusanos” a quienes no estaban de acuerdo con él. Los presentaba como escoria y “enemigos” que se podían expulsar del trabajo, despojar de sus propiedades, encarcelar, o fusilar.
Aferrarse a ideas fijas desconectadas de la realidad y dar órdenes disparatadas y desastrosas es otro fortísimo rasgo común entre ambos, así como el poder omnímodo como tirano, que gobernaron dando fuertes puñetazos en la mesa, a capricho, sin jamás rendir cuentas a nadie, como emperadores romanos, por encima del bien y del mal.
Rojo y negro, los colores del “26 de julio” y… de la bandera nazi
Y por último hay tres “casualidades” más: 1) los colores de la bandera del Movimiento 26 de Julio fueron el rojo y el negro, los mismos escogidos por el Partido Nazi para su bandera con la swástica; 2) la radio alemana transmitía los discursos de Hitler en los hogares, las fábricas, en las calles a través de altavoces. ¿Y en Cuba los discursos del comandante en jefe no?; y 3) a Fidel Castro le encantaba que le llamasen “Jefe”, que alemán se dice “Fuhrer”.
En fin, el psicópata nazi devino el tirano más letal en la historia europea moderna, y el psicópata cubano el peor habido nunca en las Américas.