El dictador Raúl Castro y sus cómplices están actuando cada vez más irresponsable y criminalmente. Agravan a diario las tensiones y la gravísima crisis nacional. La enfermiza represión política y social, la negativa a liberar las fuerzas productivas y realizar cambios profundos ya tocó fondo.

El colmo es que los apagones que han constituido la gota que coma el vaso de la indignación popular se producen porque el régimen en vez de invertir en el mantenimiento y desarrollo de la industria energética se ha dedicado a invertir miles de millones de dólares en construir hoteles de lujo parta enriquecer más a los vividores que usurpan el poder ¿Hasta cuándo?

Así Castro II y su principal asistente, Díaz-Canel, empujan el país al abismo, a una situación en la que  el fin de la dictadura apunta a ser traumático y no civilizado. De ser así Raúl “El Cruel” le subiría la parada a su hermano en su misantropía y en el desprecio por los cubanos, que es mucho decir.

Es ley de vida que la violencia genera violencia

La obcecación represiva forzosamente engendra su contraparte. Es ley de vida que la violencia genera violencia. Hace unos días unas 1,000 personas en Nuevitas, Camagüey, salieron a las calles a protestar por los ya insoportables apagones, con gritos de “Patria y Vida”, “El pueblo está cansao”, y el ya clásico “Díaz-Canel, sing…”. La policía local al ver tanta gente encolerizada se asustó, y no intervino. Cuando llegaron las boinas negras tuvieron que retroceder por una lluvia de piedras lanzadas por los manifestantes.

Al día siguiente agentes policiales arrestaron en el barrio Pastelillo de Nuevitas a cuatro jóvenes y se los iban a llevar presos cuando indignados vecinos blandiendo afilados machetes, como en la época de los mambises, avanzaron hacia los esbirros y rápidamente soltaron a los jóvenes.

Ya la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba incluyó en su lista negra selecta de grandes represores en la isla a dos de los principales esbirros de Nuevitas: Roberto Conde Silverio, primer secretario del Partido Comunista en la provincia de Camagüey; y el agente de la Seguridad del Estado Allen Velázquez, que dirigió la golpiza propinada a dos niñas de 11 años que trataban de impedir el arresto de su papá, el manifestante José Torrente.

Los esbirros deben recordar lo ocurrido a sus colegas batistianos

Y nuevamente es oportuno recordarles a los represores fichados en este cuadro del deshonor confeccionado por la FDHC que si a los esbirros de las dictaduras de Machado y Batista les fue muy mal luego de ser derrocadas esas autocracias, mucho peor les va a ir a ellos al sembrar tanto dolor, muerte, terror, angustia y odio en el pueblo, durante tantísimo tiempo.

La cantidad de esbirros que tenían las dictaduras machadista y batistiana eran nada al lado de los del castrato. Y el fin del castrismo se acerca más velozmente de lo que ellos creen. Deben dejar de hacer lo que hacen. Por ejemplo, al día siguiente de lo acontecido en Nuevitas, en la “caliente” provincia de Santiago de Cuba, el primer secretario del PCC en esa provincia y esbirro mayor, José Monteagudo, dio la orden de “mantener la vigilancia revolucionaria constante”, que traducido del tramposo argot castrista sígnica, a reprimir más que nunca.

Las nuevas rebeliones no parece que vayan a ser muy pacíficas

Está ya muy claro que las nuevas rebeliones masivas callejeras – las va haber– contra el régimen no van a ser ya pacíficas. Lo ocurrido en Nuevitas puede ser solo un avance de lo que puede venir. Y es que el hartazgo de la gente, sobre todo de quienes no reciben remesas, ni “mulas” con dólares y paquetes con bienes de consumo, llegó al tope.

“El Cruel” con tanto abuso abona el camino hacia la violencia. En un nuevo estallido social y político los esbirros del MININT y las boinas negras serían desbordados por los manifestantes. Y todo indica que Castro II sí dará la orden de sacar al Ejército, con tanques incluidos, para aplastarlas como hizo su homólogo Deng Xiaping en la Plaza de Tiananmen.

Pero ahí está el detalle: ¿cumplirían los oficiales subordinados en el terreno al frente de las tropas y los tanques la orden de masacrar mujeres, hombres, ancianos y adolescentes indefensos? ¿Para defender a quienes los hambrean? ¿Se fracturaría el alto mando militar y generales se le enfrentarían al dictador y a los generales que apoyasen la orden de genocidio?

No importa las respuestas que puedan tener estas, lo que cuenta es que todas huelen a violencia. Pero ese es un tema a abordar por separado.