Cuando llevo trenes de pasajeros la gente duerme con los maletines amarrados en los pies o los brazos”.

Esto no lo contó el conductor de un tren asaltado por “cowboys” en un Western de Hollywood. Lo narra un empleado ferroviario en la Cuba del “hombre nuevo”, donde aumentan por día los asaltos lo mismo a viviendas que a trenes y ómnibus, robos con fuerza, atracos y salvajes asesinatos, incluyendo el feminicidio. Solo en lo que va de este año 2023 ya han sido asesinadas nueve mujeres por sus maridos, novios o amantes.
Esta ola de violencia, incluido matar personas a mansalva para robarles, o el asesinato brutal de mujeres, alcanza ya niveles nunca antes conocidos en Cuba. Dejan atrás los dramas del programa radial “El suceso del día” en la época prediluviana, en el que Joseíto Fernández cantaba su inmortal “Guantanamera” con estrofas que narraban la desgracia ocurrida.
Al grano. Quienes tienen más edad, como el autor de este artículo, recuerdan las arengas del argentino Ernesto Guevara (le gustaba que le dijeran Che) sobre el “hombre nuevo” revolucionario que se estaba forjando en Cuba para construir el socialismo y llegar al comunismo.
¿Cómo? trabajando hasta 10 y 12 horas diarias, echando el bofe en jornadas extenuantes de trabajo “voluntario” en la agricultura (cortando cañas sobre todo), en la industria, la construcción; asistiendo a cursos ideológico-políticos y en constantes movilizaciones con los batallones de las milicias. En el Ejército Juvenil del Trabajo (disimulados campos de trabajo forzoso).
También para formar al «superhombre» estaban la escuela al Campo, y en el campo. Se separaron niños y adolescentes de sus padres para someterlos al control del Estado y adoctrinarlos al 100%.
El hombre nuevo debía estar dispuesto a sacrificarlo todo, incluso su familia, en el cumplimiento del deber, sin esperar remuneración alguna. Se suprimió dar “estímulos materiales” (dinero), sino solo “morales” (banderitas y galardones de “Vanguardia”) como premio a los más destacados en la emulación socialista, que el propio Guevara y Fidel Castro afirmaban sustituía a la libre competencia capitalista.

Ha sido la utopía más alejada de la realidad de cuantas existieron

Había que trabajar por pura conciencia y no por dinero, porque eso reducía  el obrero a perrito del laboratorio de Pavlov, movido solo por estímulos materiales.
Fue esa la utopía más alejada de la realidad de cuantas se concibieron a lo largo de la historia, desde que Platón lanzó su “República”. Negaba más que ninguna otra la condición humana, el axioma de que los seres humanos son básicamente individualistas, y egoístas. Nacen con virtudes, y defectos.
Aquel disparate chocaba frontalmente con Adam Smith, padre de la teoría económica moderna, quien genialmente aseguró: “No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés…”
Guevara fue incapaz (como Marx y Lenin), de darse cuenta de que al suprimirse la propiedad privada ninguna economía funciona. Encima, la idea del superhombre revolucionario (que además debía ser “una fría máquina de matar”, según postuló por escrito) no era una idea suya, ni tampoco comunista. Marx nunca habló de ningún hombre nuevo, y Lenin cuando se lo insinuaron lo calificó de “tontería”.

Todo fue solo una burda copia del “hombre superior” nazi

El “Carnicero de La Cabaña” (así también era conocido el argentino) copió la idea del “hombre superior” nazi, derivado del “superhombre” del filósofo Friedrich Nietzsche, que a su vez Hitler le tomó prestado para formar el hombre nuevo nazi que sería protagonista del nuevo orden fascista mundial, que duraría 1,000 años.
Pero esa es otra historia. Regresemos a la Cuba en la que trenes y ómnibus son saqueados por asaltantes de caminos. Para empezar, hoy el “hombre nuevo” del castrismo está absolutamente desconectado de la “revolución”. El “relevo histórico” (la juventud) según la propaganda oficial, la rechaza, grita en las calles “Libertad” y Abajo la dictadura”, como ocurrió el histórico 11J. Le dice “asesino” en su cara a Ramiro Valdés. Y emigra masivamente para vivir en el capitalismo.
Los soñados superhombres guevaristas hoy conforman un cóctel social nada edificante. Víctimas de tanto abuso, mienten y fingen para no buscarse problemas con la dictadura, roban al Estado para sobrevivir o lucrar, trabajan lo menos posible pues lo que les pagan no les alcanza ni para la canasta básica mensual.

Pérdida de valores, feminicidio, y salvajes asesinatos

Pero lo peor de todo es la pérdida de valores humanos. Ha habido una alarmante explosión de violencia delincuencial que es directamente proporcional a la crisis general del modelo estalinista. Se cumple así la máxima del poeta romano Virgilio, “el hambre es mala consejera”.
El proyecto guevarista-castrista parió una fatal subcultura, de corte bárbaro, o medieval. Por ejemplo, el 4 de febrero la adolescente Leydi Bacallao, de 17 años, llegó corriendo a una estación de policía en Nuevitas y pidió protección, pero llegó su expareja, entró a la estación y delante de los policías la mató a machetazos sin que ninguno de ellos hiciera nada para impedirlo.
Tres días antes, también en Nuevitas, Yudel López, de 41 años, fue descuartizado a machetazos para robarle un triciclo eléctrico. El cadáver cortado en pedazos fue lanzado a un río. El 10 de febrero en Camagüey fue encontrado el cadáver del taxista Guperto Cánovas, de 72 años, quien fue asesinado para robarle su automóvil. El 2 de febrero fue asaltado y asesinado en Jaguey Grande (Matanzas) el cubanoamericano Roberto Medina, presidente de la empresa privada Renova (venta de equipos tecnológicos, con 20 empleados). Aumentan a diario los asaltos a ómnibus y trenes, por bandas de jóvenes que cubren sus rostros.

Creciente ingobernabilidad puede llevar lleva a Estado fallido

Alguien podría argüir que robos y crímenes hay en todas partes. Pero, ojo, estamos hablando de un país “en revolución” que ha formado un “hombre nuevo” superior que construye la sociedad perfecta socialista. ¿No es eso lo que dice el PCC?
Quién lo habría imaginado hace medio siglo. Esta oleada de crímenes y delincuencia generalizada es obra de ex pioneritos que juraban ser como el Che. Los futuros “hombres nuevos” de ayer están hoy prácticamente acabando con Cuba. Erosionan los cimientos de la sociedad cubana, los pilares de la república que conocimos los que somos más viejos. Todo esto nutre un grado de ingobernabilidad que puede llevar a un Estado fallido.