Los cubanos viajan masivamente a Nicaragua para “conocer los volcanes del país”.  Y los que viajan (también sin visa) a Venezuela van para “conocer las bellezas naturales, las manifestaciones culturales y la auténtica gastronomía de la isla de Margarita”.

El primer argumento era el de Daniel Ortega y el de Díaz-Canel para justificar la avalancha de cubanos que volaban a Nicaragua para luego llegar por tierra a Estados Unidos. El otro, no menos insólito, es el de la dictadura venezolana, en la voz de la viceministra de Turismo, Leticia Gómez, para justificar la visita de casi 5,000 “mulas” cubanas que han arribado a la Isla Margarita desde marzo de 2022 y que gastan como promedio unos $4,000 dólares per cápita en solo 4 o 5 días, según el Ministerio de Turismo chavista.

La estampida de cubanos huyendo despavoridos del comunismo hacia EE.UU, vía Nicaragua, de hecho terminó con el compromiso de Washington de otorgar casi 100,000 visas parole anuales a cubanos y no dejar pasar a ninguno que intente entrar ilegalmente por la frontera.

En tanto, se ha disparado el “turismo” cubano en Venezuela. El régimen madurista solo les pide a los cubanos que compren una tarjeta de turismo venezolano que cuesta solo 30 euros en efectivo, con vigencia de 30 días. El costo de la tarjeta, que en la práctica equivale a una visa, no está incluido en el precio de los paquetes, que por tres noches cuestan $775 dólares, y $870 una semana, y que incluyen el boleto de ida y vuelta en avión, el alojamiento, el traslado a los hoteles y a un centro comercial para compras, así como “un plan alimenticio” con “desayuno y cena”. Todo a pedir de boca y barato.

Solo en 11 meses han viajado a Isla Margarita casi 5,000 “mulas

Según la viceministra Leticia, el 3 de febrero pasado arribaron al Aeropuerto Santiago Mariño de esa isla 48 nuevos visitantes cubanos, que sumaron 4,834 isleños en menos de un año.

De acuerdo con la agencia Gifted Travel Network (GTN), la prioridad de las “mulas” son los productos exentos de impuestos aduanales en Cuba, sobre todo alimentos, medicamentos, y productos de aseo, y también equipos electrodomésticos no muy grandes, pues luego no caben en el avión.

Lo que ocurre aquí es que como la escasez de bienes de consumo se ha agravado tanto en Cuba, y se puede viajar sin visa a Isla Margarita, ser “mula” (furtivo comerciante privado por la libre) ha devenido un negocio muy lucrativo. La cúpula castrista le facilita el viaje. Para eso obtuvo de Caracas que los cubanos puedan viajar sin visa, pues sabe que al regresar a Cuba irán con productos que la economía “socialista” es incapaz de ofrecer, o no en cantidades suficientes.

Hoy ni con divisas regaladas desde EE.UU la gente de a pie puede adquirir alimentos, ni productos de aseo, ni medicinas, ni nada.  Las shopping están desabastecidas. Las “mulas”, en tanto, abastecen al mercado negro, el único que funciona en la Isla.

Pero ojo, quiérase o no, el negocio “mulero” origina fuga de capitales. Salen de Cuba muchos millones de dólares que podrían invertirse en el país si no fuese por la negativa personal de Raúl Castro a liberar las fuerzas productivas para producir de todo, y no solo para abrir tiendecitas, paladares, o precarios talleres de producción artesanal que ya pululaban en tiempos de Carlomagno.

¿De dónde sale el abundante dinero que llevan a Venezuela?

Esta jugada obviamente fue elaborada conjuntamente por Caracas y La Habana. Ambas satrapías se benefician. El castrismo libera presión política y social al aumentar la entrada de productos en la isla que impiden la hambruna y el colapso absoluto de la economía. Y la narcodictadura madurista capta divisas.

Por supuesto, a Isla Margarita no solo van furtivos comerciantes privados y cuentapropistas legales para comprar suministros, sino familiares, hijos de papá y amiguetes de los mafiosos millonarios que mandan en Cuba y que son dueños de pequeños negocios en la isla y en el extranjero. Viajan a comprar y hacer negocios, o para invertir dinero, no solo en Venezuela, sino en Panamá, Guyana, Nicaragua, México, Chile y hasta en Rusia, etc.

Las “mulas” son como la aspirina, alivian, pero no curan

Lo irónico es que es la emigración cubana la que básicamente financia esta “operación muleros”. Los cubanos que prácticamente fueron expulsados de Cuba por la dictadura comunista son los que aportan, con mucho, el grueso del dinero que las “mulas” gastan en Isla Margarita.

Y lo peor, que lleva la ironía al cubo, es que “sin comerla ni beberla“, como se dice en criollo, para su sorpresa y disgusto, resulta que la diáspora se tropieza con la inaudita paradoja de que involuntariamente, de carambola, está financiando a la tiranía de Nicolás Maduro y sus apandillados, todos bien “orientados” por La Habana.

Pero la conclusión de todo esto es que, a fin de cuentas, la “mula”, hija putativa del totalitarismo castrista-comunista, es como la aspirina, alivia el dolor, pero no cura la enfermedad.