Cuba este año tendrá su peor zafra desde 1850. El régimen de Raúl “el Cruel” anunció hace unos días que la zafra 2022-2023, ya en sus estertores finales, producirá unas 350,000 toneladas de azúcar.
Compárese esa cifra con las 396,000 toneladas anuales (el 25% de la producción mundial de entonces) que se produjeron como promedio entre 1850 y 1859, o con las 696,000 toneladas anuales durante la Guerra de los Diez años, entre 1870-1879. O con los 2.7 millones de toneladas anuales que ya se producían entre 1910 y 1919, hace más de un siglo. Son todos estos datos del libro “El Ingenio”, la obra monumental del historiador cubano (murió en el exilio) Manuel Moreno Fraginals.
Peor aún, en 1894, antes de la Guerra de Independencia, ya Cuba alcanzó un millón de toneladas métricas de azúcar (1.1 millones de TM), un tercio de todo el azúcar producido en el mundo entero ese año.
El azúcar se llegó a enraizar en la cultura nacional cubana
En tanto, 129 años después, la “revolución cubana” produce tan poquita azúcar que no puede exportarla y tiene que importarla en grandes cantidades, hasta de EE.UU, el colmo.
En 2023 la producción total final de azúcar, que no ha de variar mucho cuando ya la dieron a conocer, queda 150,000 TM por debajo del consumo nacional, que ahora ue reducido por el régimen a 500,000 TM, cuando realmente es de unas 700,000 toneladas.
Y estamos hablando del “sueldo” de Cuba. Desde finales del siglo XVIII el azúcar se enraizó en la cultura nacional cubana. Los niños (incluido este articulista) cuando dibujaban un bohío, vacas pastando y palmeras, siempre incluían una chimenea a lo lejos echando humo. Los centrales azucareros eran una constante en la imaginería infantil isleña.
El azúcar comenzó a obtenerse en forma sólida hace 2,500 años en la India y en Persia. A España la caña la llevaron los árabes, Cristóbal Colón la introdujo en La Española en su tercer viaje, en 1498, y Diego Velázquez la llevó a Cuba en 1523.
Cuba, azucarera mundial desde los tiempos de Napoleón y Bolívar
El Saint Domingue francés (Haití), con mano de obra esclava, era en 1750 el mayor productor y exportador mundial de azúcar. Pero en 1791, aprovechando el caos resultante de la Revolución Francesa, estalló allí la rebelión independentista encabezada por Toussaint L’Ouverture y los esclavos haitianos destruyeron los ingenios en los que eran obligados a trabajar.
Eso propició una colosal expansión azucarera en Cuba, uno de cuyos grandes impulsores fue Francisco de Arango y Parreño, hacendado habanero, abogado, político y brillante economista liberal (promotor de la creación de la Sociedad Económica de Amigos del País), a fines del siglo XVIII y principios del XIX.
O sea, Cuba tuvo la mayor y más eficiente industria azucarera del mundo desde los tiempos de Napoleón Bonaparte, Simón Bolívar, Mendeleiev, Beethoven, Chopin, el cura Hidalgo, Charles Darwin, Sarah Bernhardt, Thomas Edison, Víctor Hugo, o Louis Pasteur. Todos esos grandes genios sabían que Cuba era la “reina del azúcar” y muy probablemente la consumieron.
Comunismo de entrada tumbó la producción en 3 millones de TM
Pero llegó el comandante, de cuyo nombre no quiero acordarme, y “mandó a parar” el impetuoso desarrollo que tenía lugar en Cuba a mediados del siglo XX. Valga saber que en los años 50 la isla exportaba la mitad de toda el azúcar que se comerciaba en el mundo y producía entre 5.3 y 7.1 millones de TM.
En 1959-1960, la última zafra capitalista en Cuba, se produjeron 5.6 millones de toneladas de azúcar en las 156 fábricas de la isla, todas en manos privadas. Pero a fines de 1960, los hermanos Castro y un aventurero argentino de apellido Guevara asaltaron los centrales del país a punta de pistola y los estatizaron sin pagar un centavo a nadie, y desmantelaron 130,000 hectáreas de caña
¿Resultado? Tan pronto como en la segunda zafra comunista, 1961-1962, la producción cayó en 2.0 millones de toneladas. En la tercera campaña marxista-leninista (1962-1963) y con miles oficinistas y profesionales universitarios como “voluntarios” cortando caña, se produjeron solo 3.9 millones de toneladas, casi tres millones menos que en 1961.
Luego, en 2002, el Destructor en Jefe tuvo una “perreta” y sin consultar ni al Buró Político del Partido desmanteló 95 de los 156 centrales entonces existentes en el país. Posteriormente desmanteló otras cinco fábricas. Quedaron en pie 56 centrales. Algunos ya están en tal mal estado técnico, o con tan poca caña, que es como si no existieran. Solo 23 de ellos molieron caña en esta zafra 2022-2023.
Los Castro y el Che lo demostraron: “Sin azúcar no hay país”
Hagamos ahora una gran abstracción e imaginemos que a Arango y Parreño, luego al colono e industrial azucarero y patriota Carlos Manuel de Céspedes, y más tarde a José Manuel Casanova, el “zar del azúcar cubana” (años 30 y 40 del siglo XX), autor de la frase “sin azúcar no hay país”, les hubiesen dicho que Cuba dejaría de exportar azúcar y tendría que importarla para satisfacer la demanda nacional. Se habrían divertido con tan ocurrente chiste.
¿Chiste? Ya hace 22 años, en 2001, los cubanos vieron sorprendidos que procedían de Brasil las cinco libras mensuales de azúcar que les entregaban por la “libreta”. Entre 2001 y 2006 Brasil exportó a Cuba 384,204 toneladas de azúcar; Colombia, 425,609 toneladas entre 2002 y 2006. También a Cuba llega azúcar de Bielorrusia, Francia, República Dominicana y hasta de EEUU, que fuera, con mucho, el mayor importador de azúcar cubana durante 160 años.
Los rendimientos industriales posiblemente más bajos del mundo
Por otra parte, desde 1967 los rendimientos cubanos de caña por hectárea son los más bajos de las Américas y posiblemente del mundo. Luego de 1962 nunca los cañaverales cubanos han llegado siquiera a las 69-76 toneladas de caña por hectárea del promedio mundial. Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), desde 2002 el promedio cubano ha oscilado entre 24 y 41 toneladas por hectárea.
Pero en Perú, Guatemala y Colombia obtienen entre 93 y 120 toneladas de caña por hectárea; Brasil entre 80 y 90; El Salvador, 82; Honduras, 70; México 75-85 toneladas y en Puebla alcanzan hasta 125 toneladas. Y en Africa, por ejemplo, Swazilandia obtiene entre 100 y 125 toneladas/ha. Antes de 1959 ninguna nación latinoamericana o africana superaba a Cuba en rendimientos cañeros..
Y en cuanto al rendimiento industrial, conocido como “pol en caña”, hoy Cuba apenas supera el 10% de obtención de azúcar por cada 100 partes de caña verde. Y pensar que ya en los años 40 impuso récord mundial imbatible de 13.7% de rendimiento industrial azucarero.
Sin azúcar para cubrir la demanda ¿qué hará la dictadura?
La frase del hacendado Casanova para muchos (incluido el autor de este artículo) era una magnífica metáfora para destacar la importancia de la industria azucarera. Craso error. Los hermanos Castro mostraron que era cierto. Hoy en Cuba, ni hay azúcar, ni realmente tampoco país. Es una gigantesca prisión que en ruinas suelta los pedazos.
Este otro “logro de la revolución socialista” significa que: 1) o se reducen aún más las importaciones de combustible, alimentos, medicinas, materias primas, y de todo, para importar al menos 150,000 toneladas de azúcar y entregar al menos 3.5 libras por la “libreta” a los 10.6 millones de cubanos, y para abastecer (a duras penas) la industria turística, la alimentaria, hospitales, restaurantes, negocios privados, etc; o 2) no se importa azúcar, o muy poca, y se alienta un 11J multiplicado, o mucho más.
Nadie sabe lo que hará el régimen. Pero lo cierto es que no tiene “cash” para salir indemne de esto. Ni Moscú, ni Pekín, ni nadie, regala nada a nadie, por muy “amigo” y “hermano” que sea.
Y con menos azúcar para robar en los almacenes de los centrales, y de todo tipo, los precios alcanzarán la estratósfera. Si hoy en el mercado negro una libra de azúcar cuesta 200 pesos ¿Cuánto costará dentro de un mes, o dos? ¿Y la habrá?