El dictador Raúl Castro está empujando a Cuba hacia un final traumático y no civilizado del castrismo. En su condición de hombre cruel y déspota, y en su menosprecio por los cubanos, se niega rotundamente a desmantelar el modelo socialista-estalinista que ya casi ha acabado con Cuba, hambrea al pueblo, y que su hermanísimo Fidel Castro admitió que no sirve.
“No funciona ni siquiera para nosotros”, le dijo el tirano (se le fue en un desliz senil de franqueza) al periodista Jeffrey Goldberg, de la revista The Atlantic Monthly, el 9 de septiembre de 2010.
Y especifico que es Castro II personalmente porque es él quien encabeza el núcleo más reaccionario de militares históricos sobrevivientes, y los no históricos, que de veras gobiernan en Cuba. No dan la cara, de ese “trabajo sucio” se encargan Miguel Díaz-Canel y Manuel Marrero, “Presidente”, y “Premier” de mentiritas del país.
Desde que en 2011 Fidel le cedió su cargo de Primer Secretario del PCC, y sobre todo luego de la muerte del Faraón en 2016, Raúl “el Cruel” ostenta el poder dinástico absoluto en Cuba. Recordemos que estamos hablando del castrismo, que viene de la palabra Castro. Lo de su retiro del PCC y del gobierno fue solo una payasada para la exportación.
Hoy, a sus casi 93 años (los cumple en junio) el ¿general? único de cuatro estrellas en la isla (nunca en su vida combatió realmente), ahora con el título de “Líder Histórico de la Revolución” sigue siendo el jefe de jefes en Cuba. Y como monarca absoluto lo será hasta que se vaya de este mundo.
Complejo de inferioridad, maldad congénita y falta de talento
Pero para advertir mejor por qué Castro II actúa incluso contra el sentido común hay que empezar por la paradójica combinación del evidente complejo de inferioridad que él ha tenido toda su vida, y el fanatismo enfermizo que siente por Fidel, su héroe y paradigma en la vida desde que eran niños. Y agreguemos una maldad congénita.
El complejo de inferioridad le viene por su menguada inteligencia, mediocridad intelectual y falta de talento (fue expulsado del Colegio de Belén porque no aprobaba las asignaturas), por algo fue siempre un segundón y perrito faldero de su hermano Fidel, realmente inteligente, culto y audaz, por desgracia para Cuba.
Todo indica que este nonagenario, ahora como “número uno” y no un segundón de nadie, se realiza actuando como un tipo más duro, decidido, inteligente y firme que sus apandillados. Pero oh irónica contradicción, por su propia personalidad tan mediocre no se atreve a tomar grandes decisiones sin antes consultarlas con sus cúmbilas más cercanos.
Castro II no es un psicópata y parece disfrutar su crueldad
Otro factor agravante es que Castro II es tan criminal como Castro I, pero con la diferencia de que no es un psicópata “iluminado” megalómano, tipo Hitler o Mussolini, como lo fue Fidel con su egolatría napoleónica y narcisista.
Raúl “el Cruel” no es un psicópata. Es un hombre normal, consciente de que subestima y el maltrata a los cubanos, y lo peor es que parece disfrutar su crueldad.
No se percibe a sí mismo como un Zeus del Olimpo rodeado de seres inferiores y que todo lo que hace es perfecto, y precisamente por su complejo de inferioridad, se rodea de incapaces y de corderos obedientes. No quiere que nadie brille y lo ponga en ridículo, o se atreva a desobedecerle.
Mientras Fidel disfrutaba hasta lo sublime hablando ante multitudes, y las embaucaba. Castro II no tiene facilidad alguna de palabra, ni cultura elemental, y rehúye a hablar en público. Encima, era criticado por Fidel porque en situaciones difíciles se evadía y se refugiaba en el alcohol.
Tampoco es muy valiente que digamos. Sin precisar las fuentes, se dice que a fines de 1958 Ramiro Valdés en Las Villas con la guerrilla comandada por el Che comentó que “Raúl es un pendejo” (cobarde en Cuba).
El colmo aquí es que además de la crueldad de Castro II, al empeoramiento de la crisis multisistémica castrista contribuye la ineptitud de la alta burocracia del gobierno y del PCC, y en particular su oportunismo, no quieren perder sus privilegiados cargos. Por eso no cuestionan nada “de arriba”, ni siquiera las falsas promesas del Kremlin de invertir capital en Cuba, suministrar petróleo, etc.
Pamplinas, Rusia no es la URSS. No regala dinero a nadie, y si quisiera, obsequiarlo, pues no lo tiene. Tampoco la China de hoy es la de Mao Tse Tung. Si no se desmonta el modelo estalinista, ni rusos, ni chinos, ni europeos o asiáticos, ni marcianos, invertirán un centavo en Cuba.
Castro Espín, el Fouché cubano, vigila a toda la plana mayor
En tanto, la crisis cubana va in crescendo, con Castro II al mando, y la obediencia sumisa de sus incondicionales guatacones restantes de la mafia militar, todos vigilados y chantajeados por su hijo Alejandro, el Fouché cubano, que a todos vigila y les “sabe’ algo).
La situación se enrumba a un escenario violento si no se liberan las fuerzas productivas de la nación y se restablecen las más elementales libertades ciudadanas. De lo contrario empeorarán el hambre, los apagones, la falta de medicinas, de combustible, de absolutamente todo, y la presión seguirá aumentando en la caldera social, como muestran las últimas protestas populares en varias ciudades del país.
De por qué esas últimas manifestaciones contra la dictadura en Santiago de Cuba, Bayamo y otras urbes no fueron reprimidas brutalmente como las del 21 de julo de 2021 me ocuparé en otra columna.
Roberto Alvarez Quiñones
24 marzo, 2024