Hace unos 10,000 años que los humanos “inventaron” la agricultura, dejaron de ser nómadas y se asentaron en lugares fijos. Fue así que a la necesidad imperiosa de alimentarse se agregó la de tener un techo, un lugar privado para vivir en familia y surgieron las primeras viviendas en su mayoría construidas de barro como las construidas por los sumerios en la antigua Mesopotamia.

Pues bien, diez milenios después de aquellas pioneras comunidades sedentarias en aldeas y rudimentarias ciudades, hoy en Cuba socialista millones de personas no disponen de ese lugar privado para sus familias, y y el Gobierno para que las tengan propone que se construyan de barro.

Más de un millón de cubanos viven en albergues colectivos de mala muerte y en barrios insalubres marginales “llega y pon”, en barrios insalubres, en chozas o casuchas improvisadas rodeadas de aguas putrefactas, barrios que se han multiplicado por toda la isla. Incluso en La Habana, otrora una de las ciudades más bellas y atractivas del mundo. Cientos de miles de cubanos viven

Traigo esto a colación porque hace unos días el rollizo coronel Manuel Marrero, primer ministro del régimen castrista, en una reunión gubernamental reconoció que en los primeros ocho meses de este año (2024) solo se construyeron 5,262 viviendas en vez de las 13,492 planificadas para ese período.

O sea, “la continuidad revolucionaria” edificó solo el 39% de las que debió erigir en ese período. Y apenas el 0.4% de los 1.2 millones de viviendas que se necesitan construir nacionalmente, según expertos independientes, pues la dictadura dice que el déficit habitacional en Cuba es de 856,500 inmuebles. De manera que a ese ritmo constructivo 657 viviendas nuevas mensuales se cubriría el déficit de 1.2 de inmuebles al finalizar el año… 2156. ¡Por favor!

Alta funcionaria propone en serio construir viviendas sin cemento

Pero no seamos tan injustos con el régimen comunista, pues acaba de descubrir una fórmula para solucionar la crisis de la vivienda en Cuba. El premier Marrero acaba de hacer una llamado nacional para recurrir a la producción local de materiales: “No hay cemento ni acero(…) tenemos que hacer cosas diferentes a partir de la producción local de materiales”, aseveró el rozagante jerarca dictatorial.

Y en ese preciso instante fue que la directora de Materiales del Ministerio de la Construcción, Delilah Díaz, soltó su fórmula para construir viviendas masivamente y resolver de una vez la crisis habitacional. Seriamente, nada de bromas, propuso edificarlas de barro, “levantar casas sin cemento en la medida de lo posible”, propuso formalmente.

La Houdini (nombre de un célebre mago del siglo XX) castrista afirmó: “Vivimos en un país rico en arcilla (…) hay arena natural, piedras calizas; hay diversidad de recursos naturales que en su conjunto conforman diferentes alternativas y posibilidades para que cada una de las regiones pueda obtener sus propios materiales para construir”.

Por cierto, ni el coronel Marrero, ni la maga Delilah explicaron por qué de los pocos materiales que hay disponibles en la nación el grueso va a la construcción de hoteles para GAESA, y otras instalaciones turísticas; o apartamentos para militares y esbirros del MININT, o para remodelar y ampliar las mansiones de la oligarquía dictatorial, como la realizada al lujoso bunker amurallado de la infanta (princesa) Mariela Castro.

Y a todas estas ¿cuál es realmente la causa de esta dramática falta de viviendas en Cuba? Que en ninguna parte del mundo, salvo la extraterrestre Corea del Norte, el Estado se encarga de construir todas las viviendas del país. Esa es una misión que tiene la libre empresa, como la tuvo en Cuba hasta caerle encima la plaga castrista-comunista.

El Estado puede que ayude a financiar, o que construya incluso algunas viviendas económicas para familias de bajos ingresos, pero jamás construye directamente todas las viviendas del país. Ni monopoliza la industria de materiales de construcción, ni bloquea la capacidad del sector privado para construir viviendas y todo lo demás.

El régimen castrista se jacta de que permite que familias necesitadas construyan ellas mismas sus viviendas. Falso, eso es parte de la verdad, pero no toda la verdad, pues en Cuba los materiales de construcción solo los produce y vende el Estado. Y hay cada vez menos. Encima, el Gobierno impide que en la isla operen proveedores privados de materiales de construcción, como en el resto del mundo de verdad.

Ni cuando en los años 80 Moscú aumentó los subsidios a en unos 1,500 millones de dólares adicionales el castrismo edificó más de 40,000 viviendas, menos de la mitad de los propagandísticos de planes anuales de 100,000 unidades. Fidel Castro gastó la mayor parte del dinero obsequiado en costosas intervenciones militares en África, y operaciones encubiertas en América Latina y en labores de inteligencia en EE.UU y todo el mundo, particularmente en países clave de Occidente.

Conclusión, diez milenios después de aquellos tiempos genésicos citados en los que brotó la vivienda como segunda mayor necesidad humana a ser satisfecha, en Cuba “revolucionaria” no se satisface. Y le proponen a las familias sin techo privado que si quieren vivienda propia la levanten ellas mismas con barro, como en los albores de la civilización, como los cubanos pobres en la etapa colonial.

Roberto Alvarez Quiñones