La aparatosa ocupación militar y sitio de La Habana, desde el 1 al 15 de septiembre, supuestamente para controlar el Covid-19, rápidamente los habaneros la percibieron como lo que es, una demostración intimidante de fuerza del régimen ante el creciente descontento popular, cosa que preocupa cada vez más a Raúl Castro y toda la cúpula dictatorial.
Están nerviosos. El dictador, el vicedictador Machado Ventura, Ramiro Valdés y Miguel Díaz-Canel seguramente sufren de pesadillas con imágenes del “maleconazo” de 1994 cuando el pico del “período especial”, o ven al dictador rumano Ceausescu huyendo de una multitud enardecida en Bucarest, hasta ser capturado y fusilado sumariamente. O sueñan con las masivas manifestaciones que animadas por la perestroika de Gorbachov hubo en Polonia, Berlín Oriental, o Checoslovaquia y coadyuvaron al desmantelamiento del comunismo.
Raúl Castro exhibe poder represivo porque tiene miedo
Con pesadillas o no, el general Castro decidió sacar a la calle en La Habana lo más selecto de su maquinaria militar-represiva para intimidar a la población y advertirle a lo que tendrá que enfrentarse si se le ocurre salir a protestar.
El principal elemento que revela que hay gato encerrado, es que el número de personas contagiadas con coronavirus en la capital cubana, y en todo el país, es bajo comparado con otras ciudades y países con igual o menor población que Cuba, y que han manejado bien el control de la pandemia.
Por supuesto, el régimen miente de oficio en todas sus estadísticas, nunca son confiables. Las cifras de casos de Covid-19 en Cuba sin duda es superior a la que informa el MINSAP. No obstante, según la información que fluye desde la isla hacia el exterior enviada por la prensa independiente, activistas políticos y miles de personas conectadas a las redes sociales, se deduce que el coronavirus no se ha extendido tanto en La Habana como para ocupar militarmente y aislar del resto del país una gran urbe con 2.1 millones de habitantes.
Es muy improbable que las cifras ofrecidas por el MINSAP, aunque reducidas por motivos políticos lleguen al punto de ser 11 o 12 veces superiores a las reales. Eso sería imposible de ocultar por parte del gobierno. O sea, las cifras de Cuba, manipuladas en un grado o en otro, no justifican el despliegue de tropas del Ejército y del MININT.
Por ejemplo, Costa Rica ha manejado bien el control de la pandemia y su capital, San José, tiene la misma población total que La Habana y el domingo 6 de septiembre tenía 13,171 casos de coronavirus confirmados, y 150 fallecidos.
El número de contagiados no justifica una ocupación militar
De manera que solo San José triplica el número de casos de coronavirus de toda Cuba, que tenía 4,309 casos conformados y 101 fallecidos hasta el 6 de septiembre. Y supera con mucho los casos reportados en La Habana (últimamente no hay datos exactos). En toda Costa Rica, con 5.1 millones de habitantes, el 6 de septiembre había 46,920 casos confirmados (11 veces más que en Cuba), y 478 fallecidos.
Según la receta castrista militarista para controlar la pandemia el condado de Miami Dade, con 2.7 millones de habitantes, debería estar militarizado hace rato por la Guardia Nacional, pues el 6 de septiembre tenía 161,363 casos confirmados (37 veces más que Cuba) y 2,655 muertos.
Sin embargo, es La Habana la militarizada, claramente por otros motivos. Tropas élites del Ejército, llamadas boinas negras, junto con policías y chivatos reclutados por el PCC la han hollado. Las boinas negras son tropas de asalto y antimotines que reciben entrenamiento con oficiales norcoreanos y chinos. Están capacitadas para asaltos sorpresivos. Dominan técnicas de lucha clandestina con compartimentación y secreto, y son expertos en contrainteligencia.
“A mí no me engaña nadie…”
En muchos barrios nadie puede salir a la calle a ninguna hora, y a todos los habaneros se les prohíbe salir a la calle entre 7:00 pm y 5:00 am, con multas de 208 dólares (5,000 pesos) o cárcel para quienes lo hagan. La indignación causada por este atropello se mezcla con la convicción de que el Covid-19 es un pretexto para un ejercicio militar-represivo destinado a atemorizar a la población.
“Tienen miedo, saben que el combo hambre-Covid19 en Cuba es mortal”, escribió Bárbara Bittar en las redes sociales. “Esto es un ejercicio disfrazado de cuarentena”, opinó Manolo Burumba. Otros habaneros han mostrado fotos de boinas negras en las calles. Uno de ellos comentó: “Están nerviosos porque saben que la gente está al borde del estallido social (…) cuando exhiben tanto ‘poder’, más muestran su temor y miedo (…) el vergonzoso toque de queda; no es por el Covid-19”.
Y otro habanero con acceso a las redes sociales residente en la capital, que se identifica como Cubano en Cuba, reiteró que es un ejercicio militar de intimidación, y concluyó: “A mí no me engaña nadie”.